“Se esperaba que Europa fuera más fuerte y más integrada con el euro. Hasta ahora eso no sucede”. Con ese demoledor diagnóstico arranca una ambiciosa propuesta sobre la reforma de la eurozona que firman 21 expertos españoles. El documento exige completar la unión bancaria a corto plazo. Y reclama medidas radicales a la larga: un presupuesto anticrisis con capacidad para endeudarse y un BCE que se convierta en ventanilla de última instancia para países en circunstancias excepcionales, que rescate a los Estados tal como hace con los bancos.

Bruselas está a la espera de un documento del eje francoalemán para empezar las reformas de la eurozona en junio. España ha hecho ya su aportación a ese debate —con una propuesta de la que desaparecen los eurobonos—, y una docena de expertos franceses y alemanes publicaron hace unas semanas un informe que incluía un mecanismo de reestructuración de deuda y limitar la deuda pública en manos de los bancos —dos líneas rojas para países como España o Italia—, pero también eurobonos light y un fondo de estabilización anticrisis.

Frente a ese plan, los expolíticos, economistas y politólogos españoles lanzaron ayer la “visión española”. A la corta, pasa por completar la unión bancaria, con un respaldo común para el fondo de resolución de bancos y un fondo europeo de garantía de depósitos. Pero la ambición aparece en las propuestas a más largo plazo.

Ayudas a los que cumplen las reglas

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“La patada a seguir ya no es una opción”, concluyen los expertos —entre los que firman excomisarios como Joaquín Almunia, exministros como Josep Borrell, Ana Palacio y Josep Piqué y destacados académicos, economistas y politólogos—, que apuestan por “una autoridad fiscal central” con recursos propios para luchar contra shocks en un solo país. Una de cal: solo los países que hagan reformas y cumplan las reglas fiscales podrán recibir ese apoyo, en un guiño indisimulado a Alemania. Y una de arena: ese presupuesto anticrisis, además, contaría con la posibilidad de emitir deuda en los mercados, un embrión de los eurobonos que tan poco gustan en Berlín, según apunta uno de los firmantes, Miguel Otero, del Instituto Elcano.

Pero quizá la gran apuesta de ese documento es que el BCE se convierta en una “ventanilla de última instancia para los Estados miembros”. El BCE ofrecería así a los países “liquidez incondicional en caso de pánicos y ataques especulativos”, como hace con el sector financiero. En ese caso, la autoridad fiscal central tomaría el control de las finanzas públicas y negociaría un Memorando de Entendimiento con condiciones (como el que se vio obligado a cumplir España tras pedir el rescate en 2012). Los expertos son conscientes de las dificultades políticas de esa solución, que exige un cambio de tratado improbable con el grado de desconfianza que se detecta en Europa desde el estallido de la Gran Crisis.

Los expertos españoles no eluden los charcos más polémicos. Frente a un nutrido grupo de países del Norte que solicitan mecanismos de reestructuración automática de la deuda o limitar los bonos del Estado en manos de los bancos, reclaman que los bonos soberanos del euro “sigan siendo activos libres de riesgo implícitamente apoyados por el BCE”, para evitar episodios de inestabilidad.

Los países acreedores de Europa reclaman una y otra vez reducir los riesgos antes de mutualizarlos: la responsabilidad antes que la solidaridad. La visión del Sur es distinta: “La disciplina fiscal y de mercado y los mecanismos de solidaridad deben ir de la mano”. Negarse a compartir riesgos es la receta perfecta “para la inestabilidad política a largo plazo, y para la desconfianza de los ciudadanos en el euro”, reza la propuesta.

Fuente: El País