Hoy celebramos el Día de la Hispanidad con nuestros pueblos hermanos de América Latina. Desde 2000, el mundo vivió un superciclo de materias primas con fuertes subidas de precios, lo cual aumentó significativamente sus ingresos por exportación y permitió superávit en su balanza exterior. Además, disfrutaron de un dólar débil y bajos tipos de interés, lo cual facilitó la reducción de deuda externa. Los ingresos fiscales también crecieron, lo cual permitió aumentar el gasto público, especialmente en políticas sociales para reducir la pobreza y la deuda pública al tiempo.

Pero en 2014 los precios de las materias primas comenzaron a caer con fuerza y la mayoría de países volvió a incurrir en déficits exteriores y en déficits públicos. Por primera vez desde la crisis de la deuda de 1982 el sistema bancario no tenía sus pasivos en dólares y los países han podido depreciar sus divisas sin que sus bancos quebrarán. El dólar se ha apreciado, pero aun así los tipos de cambio en la región están infravalorados y favorecen las exportaciones de bienes industriales. Desde 2017 los precios de las materias primas vuelven a subir, pero estamos observando inestabilidad económica en la región, Argentina ha tenido que ser rescatada de nuevo por el FMI, y también inestabilidad política, especialmente en Brasil, donde el líder de la extrema derecha puede ser presidente.

¿Qué está pasando? La crisis de los últimos años ha sido de baja intensidad comparada con las grandes depresiones que sufría la región en los años ochenta y noventa. Pero los ciudadanos se habían acostumbrado al elevado crecimiento y a mejorar cada año su nivel de renta. La región tiene una situación social y económica significativamente mejor a la que había antes del superciclo al empezar este siglo. Pero las expectativas sobre el futuro han empeorado significativamente con respecto a 2013. Un problema que a los españoles y a los europeos nos suena familiar.

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La vacuna contra el populismo es liderazgo y proyecto. Pero en América Latina el viento sopla ahora en contra. En EE UU aún no se vislumbra, pero no tardará en llegar la recesión y un ajuste en las bolsas que provocará más inestabilidad financiera en la región. Y la revolución tecnológica avanza y amenaza más a países de renta media con bajos niveles de tecnología y una clase empresarial poco innovadora.

A medio plazo, el gran reto sigue siendo mejorar la educación y entrar en la economía del conocimiento. Que más empresas en la región sean capaces de generar proyectos de inversión rentables en la era de la tecnología global. Y eso pasa por mejorar sus intangibles, potenciar sus marcas, posicionarlas en mercados con crecimiento de consumo, atraer talento, etcétera. América Latina necesita desarrollar más el comercio dentro del área. Y desarrollar redes de protección para los perjudicados durante la transición. La alternativa populista es volver a cometer errores del pasado y el remedio será peor que la enfermedad. Pero el virus populista es global y muy resiliente.

Fuente: El País