Tubos Reunidos (TR) vuelve a empezar tras 121 años de trayectoria industrial. Si el negocio de tubos sin soldadura se mueve por ciclos, parece que ahora toca una racha positiva, después del desplome del 40 % de las cotizaciones del petróleo y del gas durante los últimos cuatro años.

Los pozos de extracción de los principales clientes de TR viven una reactivación en 2019. En el caso del crudo, los expertos confían en que el precio del barril se sitúe en una banda entre los 70 y 80 dólares, lo que permitiría que las inversiones en la industria internacional crecieran a un ritmo anual del 6 % a partir de este ejercicio.

Estados Unidos (EE. UU.), uno de los principales mercados del mundo para este sector, demandará 5,6 millones de toneladas de tubos sin soldadura durante 2019, según las previsiones. De momento, la referencia Brent para Europa situó la cotización en 64,22 dólares por barril en junio pasado, tras dejarse un 9,96 % con respecto a mayo. El máximo histórico se logró antes de la pasada crisis mundial, con 132,72 dólares en julio de 2008, dos meses antes de la recesión que paralizó gran parte de las fábricas en Euskadi.

El director general de TR, Carlos López de las Heras, respalda esa nueva tendencia con los datos al cierre de 2018, donde la empresa consiguió una mejora de precios del 7 %. Vendió menos volumen de producto (213.000 toneladas de tubos sin soldadura, 8.000 toneladas por debajo de 2017) , pero facturó 313 millones, un 5,3 % más.

De las Heras confía en que la mejora del ámbito del oil & gas aumentará la demanda de tubo sin soldadura no solo en las refinerías, sino también en las plantas químicas, petroquímicas y los complejos de generación de energía. TR está centrado en una nueva estrategia para volver a la rentabilidad en 2021, después de que entrara en pérdidas en 2015.

El equipo de Carlos López de las Heras trabaja para conseguir la consolidación anual de un Ebitda mínimo (beneficio bruto de explotación) de 40 millones. El plan incluye una optimización de los costes, pero sin recurrir de momento a recortes laborales en una plantilla integrada por 1.350 trabajadores, el 98,7 % de ellos con contrato fijo.

La corporación alavesa quiere implicar a sus proveedores, e incluso a otros fabricantes de tubos sin soldadura, en un proyecto de ofertas integrales al mercado para que ganen todos. Como explica Carlos López de las Heras, “hasta ahora se buscaba el máximo beneficio por pedido, pero la sobrecapacidad del sector y la volatilidad de los mercados” obliga a una nueva estrategia comercial. En esa cadena de valor, cada socio aporta sus fortalezas para conseguir más contratos entre todos.

La lista de problemas a la que se enfrenta TR en su lucha por la vuelta a los beneficios es larga. La citada sobrecapacidad del sector, del 40 % por la aparición de numerosos productores en Asia, irá a menos en los próximos años, a juicio de los expertos.

Y luego está Donald Trump. El presidente de EE. UU. impuso aranceles del 25 % a las importaciones de tubos sin soldadura. En vigor desde junio de 2018, la medida impacta de lleno en un grupo que consigue el 45 % de sus ventas en ese mercado. Y sufre más en este sentido la fábrica de Amurrio que la de la filial Productos Tubulares (PT) en Trapagaran, ya que solo exporta el 16 % de su producción a EE. UU.

La reciente distensión en la guerra comercial entre el país estadounidense y China, tras el encuentro de Trump con su homólogo Xi Jinping en la pasada cumbre del G-20 en Japón, parece que puede tener sus repercusiones positivas en otros ámbitos económicos, como el de tubos sin soldadura.

Desde TR, que tiene una fábrica en Houston (Texas) confían en una posible reducción de esos aranceles a corto plazo.

La electrificación de la economía mundial también es otro factor en contra del negocio nuclear de TR, aunque al petróleo y al gas les quedan muchos años de actividad por su presencia en diversos sectores. Incluso la moda del coche eléctrico no ha logrado que se disparen las matriculaciones de vehículos impulsados por baterías. Son cambios que llevan su tiempo, aunque la transformación del mix energético es imparable.

Las sanciones de EE. UU. a Irán también han afectado a los tuberos. En el caso de TR, ese mercado concentra el 6,8 % de sus ventas.

Ante esta batería de problemas, TR se apoya en la citada reactivación de la demanda durante este año, después de un inicio malo pero “con la previsión de una mejora progresiva trimestre a trimestre”, según Jorge Gabiola, presidente del grupo. Tubos Reunidos quiere lograr un margen de rentabilidad del 10 % sobre ventas.

Una de las medidas para lograr esa meta será la de reducir el coste por producto (antes se referenciaba a la fábrica). TR tiene cinco centros de producción, uno de ellos ubicado en Nanclares de la Oca y dedicado al roscado de tubos. La corporación japonesa Marubeni participa como accionista en estas instalaciones y la empresa vasca quiere extender sus acuerdos con su socio nipón para aumentar la rentabilidad de las operaciones conjuntas.

TR también ha decidido recuperar la producción de lingotes de acero inoxidable que luego se utilizan para la fabricación de tubos. Hasta ahora, el grupo compraba a terceros esta materia prima. Otro ejemplo de ahorro de costes, dentro de una estrategia de fabricación flexible que activa o paraliza las instalaciones según la demanda del momento.

Con una cartera de pedidos de 128 millones al pasado 31 de mayo, Carlos López de las Heras considera que en 2020 todas las plantas funcionarán a plena capacidad. Una situación que no hará necesario el recurso a los Ertes (expedientes de regulación temporal de empleo) que TR tiene abiertos y que puede aplicar en los centros de Amurrio, Trapagaran y Nanclares de Oca hasta 2020.

Los bancos confían en la estrategia para la vuelta a la rentabilidad. Santander, Kutxabank, BBVA, Sabadell y BEI, que concentran el 75 % de una deuda de 351 millones, han estirado su vencimiento en un lustro. Está previsto que el resto de las entidades acreedoras se adhieran a un convenio que incluye una línea de préstamo abierta de 92 millones durante cinco años, prorrogables a otros dos, para cubrir las necesidades de tesorería de TR.

Además, los bancos han transformado una deuda de 158 millones en bonos convertibles en acciones, en el caso de que TR no logre la vuelta a los beneficios.

Desde 2015 y hasta este año, la remuneración total a los miembros del consejo de administración que preside Jorge Gabiola ha caído un 56 %. Para este ejercicio, la retribución presupuestada es de 550.000. A repartir entre nueve consejeros. TR también ha recortado el número de miembros de este órgano de gobierno en el último lustro. De los trece de 2015 se ha pasado a los citados nueve. Seis de ellos son dominicales, dos independientes y uno externo. BBVA. La junta de accionistas celebrada el mes pasado ratificó el nombramiento de Enrique Migoya como representante en el consejo del BBVA, que es el principal accionista de TR con el 14,87 %. En el equipo directivo que lidera Carlos López de la Heras se han registrado media docena de salidas en solo un año.

Fuente: Cinco Días