El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inicia su segundo año de mandato imponiendo un arancel especial sobre las importaciones de paneles y células solares. La nueva tasa en la frontera será del 30% del valor del producto en origen y afectará especialmente a los fabricantes chinos, a los que Washington acusa de estar inundando el mercado con precios artificialmente bajos. También se gravarán, con una tarifa inicial del 20%, algunos modelos de lavadoras para el hogar. Aunque la medida -que llega en a pocas horas del inicio formal de la sexta ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC)– busca, en primera instancia, frenar las importaciones de productos fabricados en China, también afecta a México. La reacción de su vecino del sur y socio en el mayor pacto comercial del planeta no se ha hecho esperar: el Gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI) ya ha anunciado que México utilizará «todos los recursos legales» a su alcance para que EE UU «cumpla con sus obligaciones internacionales».

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El nuevo arancel sobre las placas y células solares se aplicará durante el primer año, de acuerdo con el anuncio hecho por la oficina del representante de Comercio Exterior (USTR, por sus siglas en inglés), y se irá reduciendo de forma progresiva durante los tres ejercicios consecutivos hasta dejarlo en el 15%. Quedarán excluidas las celdas solares con una potencia inferior a los 2,5 kilovatios.

El jefe del comercio exterior estadounidense y máximo responsable de la renegociación del TLC con México y Canadá, Robert Lighthizer, subraya en un comunicado que la investigación realizada por su oficina determinó que las importaciones están causando “un grave daño” a los productores estadounidenses. Por este motivo, prosigue, el presidente estadounidense ha decidido ejecutar una de sus grandes promesas electorales: unos aranceles que se suman a otras medias adoptadas recientemente contra Canadá por la madera o el avión CSeries de Bombardier.

La Administración que preside Trump invoca en los dos casos una legislación adoptada en 1974, que fue aplicada por George Bush en 2001 para frenar la entrada de acero. Aunque la nota explicativa de la decisión se centra en los paneles solares y lavadoras importados desde países asiáticos, principalmente China, también afecta a productos fabricados en México, sobre todo en el caso de las lavadoras que se venden bajo las marcas Samsung y LG.

Las autoridades mexicanas han tardado minutos en responder a la nueva afrenta de su contraparte estadounidense. «El Gobierno de México lamenta la decisión de EE UU de no excluir a México en las medidas emitidas el día de hoy en contra de las importaciones de lavadoras domésticas y paneles solares provenientes de nuestro país», ha remarcado la Secretaría (Ministerio de Economía) en un comunicado. «Es lamentable la inclusión de México en la aplicación de salvaguardas a la importación de lavadoras domésticas a EE UU, ya que la propia Comisión de Comercio Internacional de dicho país (USITC, por sus siglas en inglés) concluyó que no existen perjuicios para la industria estadounidense, como consecuencia de las importaciones de lavadoras mexicanas. Adicionalmente, la propia industria estadounidense manifestó que el daño por importaciones no está relacionado con productos mexicanos».

El Ejecutivo de Peña Nieto subraya que «las importaciones de paneles solares que EE UU realiza de México favorecen el desarrollo y el fomento de la utilización de energías renovables, lo que contribuye a reducir el consumo de energéticos fósiles». México, añade la nota, «utilizará todos los recursos legales para que EE UU cumpla con sus obligaciones internacionales, en particular, respecto de la compensación prevista en el artículo 802.6 del TLC. Según los datos de la Oficina del Censo estadounidense, la primera potencia mundial importó de México lavadoras domésticas por valor de 278 millones de dólares (227 millones de euros) y paneles solares por valor de 1.127 millones de dólares (920 millones de euros).

La nueva medida proteccionista de Washington se anuncia la misma semana en la que retoman las negociaciones con México y Canadá para modernizar el acuerdo de libre cambio. Trump tiene previsto, además, participar el viernes en el Foro económico de Davos, símbolo de la globalización, para presentar su agenda de “América primero”. “Siempre defenderá a los trabajadores y las empresas estadounidense”, insiste Lighthizer.

Las importaciones de paneles solares y componentes desde Asia han permitido a EE UU triplicar en solo cinco año la generación de electricidad de esta fuente. Pero también han provocado una caída de los precios tan fuerte que muchos fabricantes estadounidenses se han visto forzados a cesar en sus operaciones o, en los casos más extremos, a declarar la suspensión de pagos. Los títulos de First Solar, uno de los fabricantes líderes en el país norteamericano, subía un 8% tras el anuncio.

La patronal del sector, la Solar Energy Industries Association, ha advertido, en todo caso, que la medida arancelaria puede afectar a empresas que utilizan componentes fabricados en el extranjero y anticipa que la acción proteccionista puede causar la pérdida de 23.000 empleos. En este sentido, el exalcalde neoyorquino Michael Bloomberg advierte también de que la decisión afectará también al consumidor final.

Fuente: El País