Forestalia se ha quedado sin el núcleo duro de su cúpula directiva en pleno proceso de desarrollo de su plan industrial y a punto de que acabe el plazo concedido para poner en marcha los más de 1.900 megavatios que se adjudicó en las tres subastas de renovables. En poco menos de dos meses, Fernando Samper ha perdido a tres de los principales directivos que prepararon con él el camino para irrumpir en el  sector: Fernando Muñoz, vicepresidente y consejero delegado de la división de biomasa; Yann Dumont, consejero delegado de la división eólica y fotovoltaica, y Laurent Jourdain de Thieulloy, director de desarrollo.

Según fuentes del grupo, la salida de los tres directivos «se enmarca dentro de la normalidad» y se ha planteado de manera amable. Esas fuentes subrayan que Samper armará un nuevo equipo directivo en breve plazo para acometer los proyectos que están en marcha y los nuevos que tiene previsto anunciar y en el que se perfila como nuevo peso fuerte Carlos Reyero, actual director financiero que se incorporó al grupo procedente de FCC.

Asimismo, han subrayado que «Forestalia no va a alterar su rumbo y va a seguir focalizando sus esfuerzos en el desarrollo de proyectos de renovables, fundamentalmente de eólica y fotovoltaica, así como en la producción de pellets y en la generación mediante biomasa».

Forestalia se adjudicó, contra todo pronóstico, con la mayor parte de la primera subasta de renovables que hizo el Gobierno del PP. Se llevó 408 megavatios (MW) de los 700 MW que se pujaron en enero de 2016 con subvención cero (es decir, garantizaba la instalación sin ayudas oficiales). En mayo de 2017 ganó 1.200 MW de los 3.000 MW ofertados en una nueva subasta. Posteriormente, se adjudicó otros 300 MW. La primera vez sorprendió a todos; la segunda, no tanto, sobre todo porque llegaba con el respaldo de General Electric, como socio tecnológico. También se alió con las firmas francesas Engie y Mirova, que además avalaron parte de sus proyectos para su financiación.

Del porcino a los vatios

Fernando Samper Rivas era, hasta enero de 2013, consejero delegado del Grupo Jorge, una empresa familiar aragonesa líder del negocio del porcino que ya en 1997 entró en las energías renovables. Salió del grupo para crear Forestalia con parte de los activos energéticos que tenía el grupo y otros adquiridos a la alemana RWE en biomasa. En 2016, el propio Grupo Jorge también acudió a la subasta y se llevó 107 MW. Entre los dos sumaron 510 MW, lo que removió las entrañas de los eléctricos tradicionales.

Pese a esos pinitos desde 1997, cuando Forestalia arrolló en la subasta, en el sector se le tachó de advenedizo. Muchos creyeron que iba de farol y que acabaría desprendiéndose dando un pelotazo. De hecho, algo de eso cundió cuando este año vendió 335 MW a Repsol y 350 MW a Copenhagen Infraestructure Partners (CIP), es decir, en torno al 40% de los de los 1.924 MW que había ganado en las subastas, cuyos compromisos deben cumplirse antes de 2020.

En ese sentido, en el primer trimestre de 2020 entrará en funcionamiento la planta de generación eléctrica mediante biomasa agroforestal en Cubillos del Sil, en el Bierzo, León, de 50 MW. En producción de pellets, ya está a pleno rendimiento la planta de Arapellet, en Erla (Zaragoza), con una capacidad de 140.000 toneladas al año, muy enfocada a la exportación, y la de Ribpellet (Huerta de Rey, Burgos), que produce unas 40.000 toneladas anuales, más para mercado nacional.

Forestalia tiene en marcha el Proyecto Goya (300 MW, derivados de la primera subasta, la de enero de 2016) junto con GE, Mirova y Engie, y el Proyecto Phoenix (342 MW, derivados de la subasta de mayo de 2017), junto con Engie y Mirova (en este caso GE sigue siendo proveedor tecnológico, pero no está en el equity).

Por otra parte, la empresa tiene previsto anunciar nuevos proyectos tanto eólicos y fotovoltaicos como de pellets. Forestalia se va a centrar sobre todo en las provincias de Teruel y Zaragoza, donde se desarrollan 1.800 de los 1.924 MW logrados en las tres subastas. A sujucio, trata de que parte de la “España vaciada, que puede encontrar en las renovables una gran oportunidad de generación de empleo y de ingresos”, según las fuentes consultadas. “Estamos hablando de 300 millones de recaudación, de los que 170 son de tributos municipales. En arrendamientos de terrenos, tanto privados como públicos, se estima una inversión de más de 110 millones durante los 30 años en instalaciones.

Fuente: El País