La economía circular propone algo simple y complejo a la vez: consumir menos, reciclar más y aproximarse poco a poco a la desaparición del concepto de basura que hoy manejamos. Abre un camino obligatorio para conservar la salud del planeta, que pide a gritos que desaparezca la cultura del usar-tirar, un modelo insostenible que arrasa tierra, flora y fauna. Al cambio ya se han sumado gobiernos, ciudades y empresas de todo el mundo. Nadie duda de su importancia: Bruselas, con su último paquete de medidas, ya ha puesto fecha a la transición, con objetivos concretos para 2020.
Pero la economía circular también tiene su vertiente de andar por casa. Y es tan importante o más como la que se debate en cumbres y conferencias. ¿Cómo aterrizar estos grandes conceptos dentro de las cuatro paredes de cualquier hogar? Es posible: basta con revisar nuestros hábitos y cambiar unas cuantas cosas que seguro que están a nuestro alcance.
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Decir «no». «Lo primero que podemos hacer es rechazar lo que no necesitamos», aconseja Bea Johnson, autora del libro Zero Waste Home, manual de referencia para minimizar la basura doméstica, y divulgadora de un estilo de vida de reducción paulatina del consumo. Dentro de «lo que no necesitamos», Johnson destaca una clase de artículos: los desechables. «Propaganda, muestras que dan en los comercios, botes de gel de los hoteles, tarjetas de establecimientos… Todas esas cosas van a acabar en la basura. Si de verdad no lo necesitas, no las cojas».
¿Por qué sigo guardando esto? Almacenamos cosas que hace años dejamos de usar porque no queremos desprendernos de ellas. Pero, ¿tirarlas? Jamás. «Hay que aprender a deshacernos de lo que no usamos. Son cosas que siguen teniendo valor y pueden tener fácil salida en mercados de segunda mano. Más aún con las aplicaciones y servicios de intercambio que hoy todo el mundo usa», sostiene Johnson. Para hacer esta limpia, la escritora recomienda empezar por una habitación y pensar cuánto no utilizamos los objetos que la pueblan, una reflexión a la vez sobre nuestra conducta de compra.
No lo tires: repara. «Reparar hoy es ir contracorriente», argumenta Rubén Sánchez, portavoz de FACUA. «Vivimos en una sociedad tecnológica en la que te dicen que el producto que compraste hace un año y medio, que nunca se te ha averiado, ya está pasado, es antiguo». Por ello reparar y no tirar, dentro de lo posible, es más importante que nunca. «Y ejercer nuestro derecho legal a la garantía de dos años», recuerda. Si queremos arreglar algo y no sabemos dónde acudir, podemos consultar directorios como Alargascencia, una iniciativa que ha listado y localizado más de 2.000 establecimientos que ofrecen este servicio.
Lo desechable por lo duradero. Muchos de los útiles cotidianos de una casa son de usar y tirar. Según Johnson, es fácil cambiarlos por artículos duraderos. «Mira a tu alrededor y plantéate alternativas para los desechables que tengas», señala Johnson. Servilletas de papel por tela, pañuelos por toallitas, pañales reutilizables… «Se puede reemplazar prácticamente todo», sentencia la autora, que pone en el centro de la diana a la bolsa de plástico y sucedáneos, cuyos días están contados tras las nuevas normas europeas. «Puedes llevar tus propios recipientes: cajas, bolsas de tela, botes de cristal. No se gastan y sirven igual».
¿Y sin casi basura? Johnson va más allá: ¿se puede vivir sin producir casi desechos? «Sí, se puede», afirma. «Nosotros somos una familia de cuatro personas y hemos conseguido reducir nuestros desperdicios al mínimo. Caben en un botecito». Para profundizar en la filosofía del residuo cero doméstico existen, además del de Johnson, otros proyectos de consumo consciente como Wasteland Rebel, en el que se explica cómo generar menos basura con buenas dosis de humor.
Los listos, con lista de la compra. Racionalizar nuestro consumo puede pasar por adoptar unos pequeños trucos. ¿Cuáles? «Primero, planificar. ¿Qué parte del salario vamos a dedicar a compras, qué parte a ocio?», detalla Sánchez, de FACUA. Llevar la tarjeta de crédito es sinónimo, a veces, de llevar todo el dinero que tenemos encima. «Eso invita a comprar más irreflexivamente. Una fórmula de autocontención es llevar el dinero justo. Y hacer la lista de la compra para no comprar a ojo, guiado por lo que el súper te dicta», entiende.
Segunda mano de primera. «Comprar de segunda mano es fundamental. No solo es más barato, si no que podemos encontrar cosas cuya calidad ya ha sido probada», estima Johnson. No es posible, eso sí, encontrar todo lo que buscamos en tiendas físicas. «Si tienes que comprarle una calculadora científica a tu hijo, es difícil encontrarla en estos establecimientos. Pero en plataformas como eBay puedes hacerte con ellas asegurándote de que son objetos usados o seminuevos».
Composta en casa. Peladuras, vegetales, fruta: la materia orgánica supone el 40% de lo que tiramos al cubo de basura. Y todos esos residuos pueden transformarse en abono tras un proceso relativamente sencillo. Para ello tan solo necesitamos una compostadora, que podemos comprar en superficies de jardinería o fabricarla nosotros mismos. Jorge Romea, presidente de Composta En Red, habla de la experiencia comunitaria en Rivas-Vaciamadrid. «Aquí se suelen compostar los restos orgánicos de comida y luego se abonan los jardines de las casas», explica. «Así evitamos la erosión del suelo y lo enriquecemos. Es como funciona un bosque de manera natural». La asociación dispone de una guía en su web para iniciarse en el arte del compostaje.
Ajusta tu gasto energético. En el ahorro de recursos también descansa la economía circular. La energía no es una excepción. «Todo el mundo puede hacer tres o cuatro cosas para reducir su consumo«, apunta Antonio López-Nava, de la Asociación de Empresas por la Eficiencia Energética. «Por ejemplo: cambiar las bombillas por unas de bajo consumo, llenar lavadora y lavaplatos en cada uso y, muy importante, saber utilizar el termostato». López-Nava recomienda pasar del selector de rueda de toda la vida a uno digital. «Lo podemos controlar desde el móvil y activarlo según el tiempo que pasemos en casa». Electrodomésticos de alta calificación energética, una caldera moderna y un buen aislamiento son medidas adicionales de ahorro que requieren, eso sí, una mayor inversión.
No lo tires… ¡recicla! La economía del círculo propone que todos los desechos tengan una segunda vida útil como nuevas materias primas. Y si los desperdicios no son tal, ¿por qué tirarlos sin control al campo o al océano? Acabar con esta práctica que amenaza a centenares de especies animales pasa por reciclar más y mejor. Los envases plásticos, briks, latas, envases y vidrio tienen su sitio en los contenedores de colores. Pero también hay que ocuparse de pilas, aparatos electrónicos, químicos, textil, aceite y madera… Objetos peliagudos que a veces desconocemos dónde depositarlos. Para despejar dudas, puedes echarle un vistazo a esta guía rápida o acudir un punto limpio
Fuente: El País