Si tu idea es una mierda, Ryan Bethencourt te lo va a decir. Con esas palabras. «Los emprendedores son tozudos, muchas veces no escuchan. Por eso uso palabras fuertes», explica el director de IndieBio. Por esta aceleradora biotecnológica -la mayor del mundo- han pasado 68 startups que hoy suman un capital de 500 millones de dólares. Todo empezó en las cabezas de 350 emprendedores con pasaportes de todos los colores. «Al final, el lugar no importa, lo importante son las ideas en la mente de la gente», asegura.

Ryan Bethencourt durante un pitch

Bethencourt no está buscando la próxima idea millonaria. No solo eso. Una app de limpieza en seco no va a encandilar al científico y emprendedor de origen cubano: «Lo que me importan son las cosas que cambian el mundo a mejor. Las que ayudan a los siete mil millones de personas que tenemos en el planeta», explica ante los 54 emprendedores finalistas del programa Yuzz de Santander Universidades.

Cuando las startups biotecnológicas de todo el mundo -San Francisco incluido- empezaron a quebrar, Bethencourt se lanzó a fundar el movimiento Biohackers. «Mis compañeros y yo empezamos a montar pequeños laboratorios, con equipos de segunda mano en apartamentos, garajes y espacios comunitarios. Ahí podíamos hacer ciencia barata, por unos pocos cientos de dólares». Ciencia ‘simple’, mensajes ‘simples’. Uno más: «Silicon Valley es un mito», sentencia.

  • En busca del valle encantado

Sus palabras resuenan en las cabezas del medio centenar de Yuzzers que ha desarrollado sus proyectos escuchando los cantares del valle de los unicornios. «El mito es que solo hay dinero aquí. Está en todas partes. Incluso en los países más pobres del mundo hay gente muy rica. Y están poniendo su dinero en algún sitio», precisa Bethencourt.

«Hay que pensar global. Latinoamérica se está levantando y es una gran oportunidad para fundadores españoles. También hay mucho dinero en China, Japón, Israel e incluso Europa». La clave está en colarse en nuevas carteras: conseguir que tu startup parezca tan prometedora como un centro comercial.

  • El fiasco del visionario vegano

«Si algo no te alucina o no recauda dinero rápido, no lo hagas», advierte el inversor. No es fácil seguir este consejo en el mismo ecosistema donde un fiasco con forma de exprimidor puede recaudar 120 millones de dólares y, acto seguido, tirarlos a la basura. Así ocurrió con Juicero.

Esta startup se propuso cambiar el mundo con exprimidores de 700 dólares para prensar bolsitas de zumo al vacío. La magia se rompió cuando se comprobó que para paladear el néctar del futuro bastaba estrujar los recambios con las manos. «El tipo que la fundó –Doug Evans– venía de Apple. Básicamente consiguió el dinero porque era el prototipo de visionario vegano», comenta Bethencourt, que también es vegano. El 1 de septiembre, Juicero desapareció del mapa y empezó a devolver -previa solicitud- el dinero de quienes ya habían comprado las maquinitas por anticipado.

El sucio secreto detrás de todas las startups es que están sin blanca

Ryan Bethencourt, indieBio

  • No te necesito, business angel

Seducir al inversor es imposible sin cumplir el requisito primordial: dar el pego. «Que te vea como el fundador que va a crear una compañía de millones de dólares», señala el director de IndieBio, que está convencido de que, en lo que a startups se refiere, no hay elegidos. «A menos que seas monarquía, te eliges a ti mismo».

Ganadas las elecciones del yo, la estrategia más efectiva en Silicon Valley es no necesitar el dinero. Y las palabras mágicas, «tengo dinero, tengo clientes y estoy crecienco, pero busco financiación porque quiero ir más rápido». La realidad es que pocas startups pueden jactarse de estar en este punto, así que la alternativa es mostrar indicios de estar despegando. «Lo que buscan las aceleradoras son esos signos de crecimiento que les harán quedar bien cuando te incluyan», explica Bethencourt. En la Arcadia, ese leve incremento se dispara poco después, siguiendo el trazo de un palo de hockey.

Pero las startups no son palos de hockey, sino una sucesión de picos y valles con experiencias cercanas a la muerte por doquier. «El sucio secreto detrás de todas ellas es que están sin blanca. Pero no lo muestran», revela el inversor. Pero esto es lo normal, el pan de cada día del emprendedor, solo hay que mantenerse a flote. «Regla número uno: no te mueras. Tienes que cumplir esto con cierta constancia y a partir de ahí, vas viendo».

Los fundadores de IndieBio han pasado por todo tipo de situaciones: desde ataques de ansiedad hasta episodios psicóticos. Esto pasa, según Bethencourt, porque «sacar adelante una startup es una experiencia espiritual». Cada emprendedor debe reconocer sus propias debilidades y averiguar cómo puede suplementarlas con compañeros que sean más fuertes en esas áreas. «Y si piensas que puedes construir un negocio sin cofundadores, buena suerte. He visto a una o dos personas que lo han logrado. Seguramente tú no seas una de ellas», señala. El hecho es que a ojos de los inversores, una startup con un solo líder puede indicar nadie ha querido sumarse al proyecto o que el fundador se resiste a compartir sus tareas.

En Silicon Valley tenemos un dicho: «Pide dinero, consigue consejo. Pide consejo, consigue dinero»

Ryan Bethencourt, IndieBio

  • Hola, inversor. Soy una mina

En la búsqueda de financiación, el camino más corto no siempre es la línea recta. Algunos rodeos previos pueden ayudar a establecer y fortalecer la relación con los inversores. «En Silicon Valley tenemos un dicho: ‘Pide dinero, consigue consejo. Pide consejo, consigue dinero’. He comprobado esto en múltiples ocasiones», asegura Bethencourt.

Si el inversor es una gran empresa, ten en cuenta que puedes morir esperando y procura dejar claro el tiempo que va a costar cerrar el trato. «Yo hice uno con Pfizer y me costó un año y medio», recuerda. Y si algo huele a acuerdo, pies de plomo. Están en boga los depredadores que pretenden conseguir una parte sustancial de la empresa a cambio de una inversión ridícula y los falsos gurús del emprendimiento. «En Europa hay un problema con esto. Muchos advisors vienen de grandes compañías. Nunca han construido una empresa, nunca han recaudado dinero. ¿Qué van a saber ellos?».

Solomillos sintéticos para salvar el planeta

Una de las hijas de IndieBio pretende revolucionar la forma en que nos alimentamos. «Cerdo, vaca, pollo, lo que se os ocurra», promete Ryan Bethencourt. Si podemos imaginarlo, Memphis Meats puede cultivarlo en una placa de Petri.

«Es un 95% más sostenible. Consume un 95% menos de recursos», asegura. El coste fundamental de fabricar carne cambiando la ganadería por la biotecnología es, según Bethencourt, sólo ligeramente superior al del agua con azúcar: menos de un euro por kilo.

¿Hay público para esta startup? El tiempo lo dirá. Pero desde luego, hay inversores: «Hace unos meses recaudaron 17 millones de dólares de Bill Gates, Richard Branson, Steve Jurvetson y Cargill».

Fuente: El País