Tras la invención de la máquina de vapor, la explotación de la energía eléctrica, la introducción del trabajo en cadena y los primeros robots, la industria ha dado otro importante paso más al alcanzar la capacidad de conectar todos los sistemas, incluyendo máquinas y herramientas y no solo sistemas informáticos.

El intercambio de información gracias a esas conexiones y su aprovechamiento por las diferentes industrias para temas de seguridad, realidad aumentada, impresión 3D, cloud computing, internet de las cosas (IoT) y, sobre todo, big data y data science, es lo que llamamos Industria 4.0. ó cuarta revolución industrial.

La línea de producción a día de hoy se ha convertido en un sistema de información en sí mismo. Toda la información necesaria para tomar decisiones está en las herramientas, en los robots, en las cadenas de montaje, en las plantas, etc. Es nuestra capacidad de sacar esos datos, interpretarlos y devolverlos a la línea de producción, lo que nos va a permitir aprovechar todas las capacidades que ofrece la tecnología. En cuanto a los robots en las plantas, se tiende hacia máquinas que puedan tomar decisiones en función de los datos a su disposición.

Sin embargo, hay una serie de retos organizativos y culturales que no todas las industrias, ni las personas están preparadas para afrontar.

Aún queda lejos la Industria 5.0: cada día se generan millones de datos, pero discriminar lo útil y trabajar con ello es aún algo en lo que hay que invertir para sacar todo el rendimiento posible

Los años pesan

La Industria 4.0 dota a las empresas de medios nuevos para mejorar la productividad, pero no son fáciles de implantar debido a las inercias de años de funcionamiento y a la existencia de procesos fuertemente arraigados.

Así, el principal obstáculo para la implantación de la Industria 4.0 es la adaptación de los sistemas de las plantas existentes. No es posible optimizar un poco un sistema, sino que hay que cambiarlo e introducir cosas nuevas y disruptivas.

Después de que se quemase su planta de Burgos, Campofrío decidió reconstruirla de modo totalmente optimizado y hoy es una de las fábricas más industrializadas que hay en España. Lo ocurrido les permitió plantearse actuar así, pero se trata de una excepción y cualquier sector que quiera cambiar una planta entera debe invertir más tiempo y llevar a cabo los cambios poco a poco para que no penalicen ni paralicen la producción.

Transformar a las personas

Pero quizá el principal reto atañe a las personas. En cualquier industria hay procesos automáticos y repetitivos que acabarán siendo realizados por robots. Sin embargo, más que hablar de destrucción de puestos de trabajo hay que hablar de su transformación. Según algunas estimaciones, el 15% de los empleos actuales no existirá dentro de cinco años, pero el 30% de las funciones requeridas por el mercado laboral en ese futuro, tampoco existe aún. Esto implica dos niveles de transformación. Por un lado, lo que cada persona esté dispuesta a transformarse y, por otro, lo que las empresas sean capaces de invertir para formar a sus equipos.

La tecnología va más rápido que las personas, por lo que el esfuerzo principal debe recaer sobre ellas. Solo logrando la transformación de nuestras aptitudes y actitudes respecto a las nuevas tecnologías lograremos que la transformación digital desemboque en la Industria 4.0. Entre los nuevos perfiles que serán requeridos, hay uno que destaca sobre los demás, el data scientist, es decir el analista del nuevo petróleo de los datos. Por otro lado, en un mundo donde hay cada vez más máquinas y dispositivos conectados a la Red, el riesgo de un potencial ciberataque es también mayor. Así, a parte de los perfiles vinculados a la ciencia de datos, como matemáticos y estadísticos, serán especialmente importantes los expertos en ciberseguridad.

Aún queda camino hasta llegar a la Industria 5.0

No hay ningún sector puntero de por sí. Toda factoría es susceptible de convertirse en una Industria 4.0. Las distintas soluciones son replicables en los distintos sectores, por lo que no hay uno que lleve la delantera. En España hay ya algunas empresas pioneras que no tienen nada que envidiar a las alemanas. No obstante, el tejido empresarial de nuestro país, compuesto principalmente por pymes, presenta algunas características propias. De hecho, muchas de las tecnologías implicadas están siendo desarrolladas por empresas de nicho, más rápidas y dinámicas que las tradicionales.

Las startups son más ágiles y se adaptan mejor a los cambios, por lo que muchas grandes empresas tienen que adoptar una estrategia similar a las de estas o, incluso, comprarlas o colaborar con ellas.

Sin embargo, aún queda lejos la Industria 5.0. Cada día se generan millones de datos, pero discriminar lo útil y trabajar con ello es aún algo en lo que hay que invertir para sacar todo el rendimiento posible. Solo cuando, basándonos en los datos, consigamos predecir lo que va a ocurrir y podamos anticiparnos en todo, se podrá dar el salto a la Industria 5.0, pero esa es ya otra revolución.

Rafael de Benito es director del Sector Aeroespacial de Sopra Steria España

Fuente: El País