Con el invierno a la vuelta de la esquina, preparar el hogar de forma adecuada para encarar sus inclemencias es esencial, sobre todo si se quiere ahorrar en la factura de la luz. Una tarea de las más duras para la mayoría, ya que el 51% de las viviendas vendidas o alquiladas en los últimos cinco años apenas tiene una calificación E, la tercera más baja del certificado de eficiencia energética. Este documento es obligatorio y, para cada vivienda, muestra con una letra cuánta energía consume, cuánta despilfarra y sus emisiones a la atmósfera.

La primera medida —la más básica, según los expertos— es tener bajo control la temperatura en la casa. Según la portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Ileana Izverniceanu, “establecer la temperatura de la casa a 21 grados puede lograr un ahorro de hasta un 20% de energía”. “Cada grado de calefacción que bajemos en nuestros hogares supondrá economizar un 9% en nuestra factura”, afirma, en la misma línea, la asesora técnica de la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac), Sandra Barañano.

Y, cuando llegue la noche, hacer que la temperatura se estabilice a 16 grados hará que desembolsemos un 13% menos, con respecto a mantener encendida la calefacción a 20 grados, según datos de la OCU. En cuanto a la necesaria ventilación de las habitaciones, “con 10 o 15 minutos al día es suficiente para renovar el aire”, sostiene Barañano.

Cuida de los radiadores

Un especial cuidado para los radiadores es otra sugerencia de Izverniceanu. “A veces, tener un solo termostato para toda la casa conlleva que algunas estancias estén más frías que otras o que el calor en unas habitaciones sea excesivo”, asegura. Por ello, será mejor instalar válvulas termostáticas en cada unidad.

Cerrar los radiadores así como puertas y ventanas de las habitaciones que no se utilizan también ayudará a ahorrar. Izverniceanu insiste en la necesidad de no cubrir los radiadores con elementos decorativos o no usarlos como tendedero para secar la ropa, ya que ello supondría un esfuerzo mayor del sistema para ofrecer calefacción y, por lo tanto, un mayor consumo de energía. Mucho mejor colocar un panel reflectante entre el radiador y la pared, “así se podrá aprovechar y distribuir mejor el calor, recuperando un 15% de lo que se perdería”, dice la portavoz.

Comprueba que el agua circule

Los expertos aconsejan también vigilar tanto el sistema de calefacción en su conjunto, como el aislamiento térmico. Si el primero es importante para elevar la temperatura de la casa, el segundo impide que el calor salga y que pueda entrar el frío.

Si las bajas temperaturas aprietan y la estancia en casa ya se hace inconfortable, el reflejo es encender inmediatamente la calefacción. Algo que, sin embargo, no se debería hacer antes de haber comprobado si el agua circula sin problemas en los radiadores, en el caso de que estos estén alimentados con agua calentada por una caldera, señalan desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Si no fuera así, es posible que sea necesario purgarlos.

En todo caso, no es mala idea sustituir los equipos independientes con un sistema de calefacción con caldera y radiadores de agua o suelo radiante que funciona a una temperatura de 35 o 40 grados, indica Lucía Fernández, arquitecta del Estudio Ola. “Ejemplos de calderas eficientes son las de condensación, es decir, aquellas que aprovechan el calor del humo de combustión, reduciendo el consumo energético hasta un 30% y las emisiones contaminantes hasta un 70%; o la de biomasa o bombas de calor de alta eficiencia energética”, añade.

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Ojo con la caldera

Aunque la caldera no necesite todavía pasar la inspección periódica, la OCU sugiere revisar la presión, para cerciorarse de que esté entre 1 y 1,5 bares (por debajo de 0,5 bares sería una señal de malfuncionamiento), y ajustar la temperatura de trabajo. Desde la organización indican que lo ideal para una caldera de condensación está entre 55 y 60 grados y, en el caso de una caldera que sirva también para calentar el agua sanitaria, esta deberá salir de los grifos con una temperatura de entre 40 y 50 grados, si el sistema es instantáneo, o de entre 55 y 60 grados, si tiene acumulador incorporado.

Cuando la caldera produce tanto agua caliente para los radiadores como agua sanitaria, se deberá poner previamente en modo invierno. Y se averiguará que el termostato funcione correctamente.

Aislar techo y fachada

Aun así, y por muchas precauciones que se tomen para ahorrar, las reformas son también muy importantes para conseguir un piso más eficiente y cálido en invierno. Desde la empresa de eficiencia energética Asecener, subrayan que las mejoras pueden representar un salto de varias calificaciones y, en el caso de intervenciones que engloben todo el edificio y no solo la vivienda, un ahorro de más del 70%.

En cuanto al aislamiento, “la práctica totalidad de las viviendas españolas sufre pérdidas de calor innecesarias en invierno”, afirma Carlos Castro, responsable de eficiencia energética del fabricante Danosa. Bargañano aconseja revisar las habitaciones y detectar los puntos fríos, como ventanas, puertas, o cajas de persianas. “Persianas y cortinas pueden ayudar”, indica la asesora técnica de Andimac. Pero el problema mayor está en los tejados y las fachadas, “desde los que puede perderse hasta un 70% de la energía”, añade Castro. Aislarlos, en su opinión, conlleva una reducción del consumo “de entre el 50% y el 60%”.

Una de las soluciones más sencillas, que destaca Castro, es actuar en el exterior del edificio, añadiendo una capa de poliestireno extruido que se fija con adhesivos de construcción o mecánicamente. Tras esta operación, “se incorpora una capa de mortero con malla de refuerzo, y finalmente se dota la fachada de un acabado con el revestimiento acordado”, agrega.

Eso sí, para acometer esta reforma el usuario deberá afrontar un gasto inicial y la incomodidad que representan las obras. “Pero aislar puede significar pagar 100 o 500 euros menos al año en la factura de la calefacción”, asevera Barañano, “por lo que la inversión queda amortizada en poco tiempo”.

Usa la decoración para mantener el calor

Cuando no existe la disponibilidad económica para reformar la casa, un remedio que sugieren desde la OCU es tamponar puertas y ventanas con pequeños sistemas de plástico, y sellar las grietas en los muros alrededor de estas con masilla resistente al agua por el exterior de la casa. Sin olvidar que la decoración también aísla. “Utilizar alfombras y cortinas de color oscuro para que absorban la radiación solar ayudará a mantener la temperatura del hogar”, sugiere Izverniceanu. También lo hará usar cortinas dobles, una fina que permita que pase la luz, y otra más espesa que no deje entrar el frío nocturno.

Y, por muy sorprendente que pueda parecer, Izverniceanu asegura que “cubrir las paredes con cuadros o estanterías” también ayuda a conservar el calor. “La temperatura de una pared donde hay un cuadro puede llegar a ser un grado y medio más alta que una desnuda”, explica la portavoz. Poner un zócalo protegerá también del frío que sube del suelo.

La eficiencia y la hipoteca

No solo exhibir un certificado de eficiencia energética a la hora de vender o alquilar una vivienda es un requerimiento legal, sino que esta documentación puede constituir una baza importante a la hora de negociar las condiciones de la hipoteca. “En algunos casos, una buena clasificación de la vivienda hará que el tipo de interés sea más atractivo, ya que, al tener que pagar menos para su consumo energético, el hipotecado garantiza una mayor viabilidad del crédito”, afirma en este sentido Manuel Gonzalvez, director de hipotecas del comparador bancario iAhorro.

“Además, un bien inmobiliario eficiente se revalorizará más en el futuro”, recalca. Y añade: “Reducir el efecto contaminante de las viviendas será clave a la hora de vender en los próximos años”.

Fuente: El País