Las playas de España son un polo de atracción para los turistas. Este verano se prevé, según datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, que España reciba 29,6 millones de turistas internacionales, que gastarán 33.908 millones de euros. La mayoría de ellos viene buscando sol y playa. A pesar de que la costa española tiene más de 6.000 kilómetros de superficie, encontrar un espacio junto a la orilla, en primera línea de playa, se ha convertido en una ardua tarea, en todo un ritual. Y lo suele conseguir aquel que llega primero a la playa. Es lo que piensa el 24% de los españoles, que asegura que madruga para obtener un buen sitio en el que colocar su sombrilla. Un método infalible para el 28% de los veraneantes que permanece el día entero en la toalla, o para el 59% que está solamente unas horas. Los datos se extraen de un estudio elaborado por la firma de embutidos Navidul, tras consultar a seguidores de Instagram para conocer cuáles son los hábitos playeros, y sobre todo cómo cotiza una sombrilla a la orilla del mar.

La escena de la toalla, sombrilla o silla de playa solitaria, a primera hora de la mañana, ya forma parte del folclore costumbrista nacional. Y los conflictos por hacerse con esa primera línea de costa, también. Aunque el citado informe asegura que los conflictos son menos frecuentes de lo que parecen: el 71% afirma que ni se molesta en discutir por el mejor sitio de la playa, frente al 28% restante que defiende su sitio a ultranza. Pero que nadie se lleve a engaño: reservar un trozo de arena, por pequeño que sea, está prohibido. “No es legal, ya que se trata de un dominio público y existen ordenanzas municipales que así lo regulan, porque se trata de una ocupación del espacio público”, explica José Manuel Rodríguez, letrado del despacho penalista Rinber Abogados, de Málaga, quien aclara que este tipo de regulaciones se establecen sobre todo en Levante, una de las zonas costeras con el metro cuadrado en primera línea de playa más cotizado.

Así, por ejemplo, según se recoge en el Boletín Oficial de la provincia de Alicante, y del que se vale el Ayuntamiento de Torrevieja, en el apartado de normas de uso de la zona de dominio público marítimo-terrestre, advierte que la utilización de esta zona es pública y gratuita para todos los usos comunes”. Y señala como falta leve, “dejar instalados parasoles totalmente diáfanos en su laterales, sombrillas, sillas, mesas o cualquier otro complemento, siempre que no se encuentren presentes sus propietarios, por el solo hecho de tener reservado un lugar en la playa”. El precio de la multa en esta localidad va de los 150 a los 750 euros. También tiene sanción, en este caso de entre 350 hasta 750 euros, instalar tiendas de campaña en la playa, según el citado reglamento alicantino, incluido el hecho de dormir.

El Ayuntamiento de Tarifa (Cádiz) también deja constancia de la prohibición de instalar parasoles y sombrillas, así como mesas o sillas, sin la presencia del propietario, con el único fin de guardar un sitio en la playa. La pena máxima en esta zona de la costa gaditana es de 750 euros.
En Cullera (Valencia), un bando municipal de mayo de este año especifica de forma tajante que, desde las cinco hasta las ocho de la mañana, está prohibido, debido a las tareas de limpieza, hacer uso de la playa. Y si a alguien se le ocurre dejar aparcado algún objeto personal en esa franja horaria, este será retirado por los servicios municipales. Es más, aquellos elementos particulares que no estén identificados serán considerados residuos urbanos. La orden municipal especifica que este tipo de medidas se dictan para garantizar el uso responsable de las playas, y su incumplimiento está penado con una multa de entre 750 y 3.000 euros.

Una de las zonas más demandadas por los veraneantes, pero que no se rige por este tipo de restricciones, es Canarias. “Toda nuestra costa es playa, y no tenemos tantas aglomeraciones como en la península. Por tanto, no tenemos el problema de conseguir un espacio en la arena”, explica Alberto Álvarez, del despacho Álvarez Abogados, quien ilustra el posible conflicto que se puede generar por un hueco en la orilla con la riña por una plaza de aparcamiento en la vía pública. “Son altercados o reyertas que normalmente no van a más por parte de los particulares”, aunque sí advierte que nadie puede reservar de manera evidente un espacio de dominio público, como es el marítimo-terrestre. “Cuando yo hago una obra en mi casa y quiero reservar durante unos días un contenedor para el escombro, tengo que solicitarlo al ayuntamiento, porque no puedo hacer uso a mi antojo de un espacio que no es mío. Con la playa sucede lo mismo”, advierte. Porque la orilla del mar es de todos.

Otras sanciones y playas privada

No todo vale. Hay quienes piensan que en la playa está permitido realizar todo tipo de actividades al aire libre. Nada más lejos de esa realidad. Son espacios públicos regulados, y como tales no pueden ser usados de forma privada. Lo recuerda el abogado Alberto Álvarez: “hay unas creencias que son falsas, como que determinados hoteles cuentan con playas privadas, y eso no es cierto porque no es posible. A pesar de que se acoten o señalicen esos espacios, cualquiera puede acceder a ellos. No existen playas privadas ni semiprivadas en España, ya que la costa es un espacio público”.

Prohibiciones. No se puede bañar, así lo recogen diferentes ordenanzas municipales, animales domésticos en el mar, salvo los perros en las zonas habilitadas para ese cometido, así como colaborar en el espacio público con vendedores ambulantes, cocinar y realizar un catering en la playa, sin la debida autorización, practicar juegos, deportes o actividades que supongan un riesgo relevante, también jugar a las palas, a la pelota o realizar cualquier ejercicio que pueda molestar al resto de usuarios. Sin olvidar que puede recibir una multa si se baña cuando está izada la bandera roja.

Fuente: El País