La aviadora Amelia Earhart decía a principios del siglo pasado que todo gana visto desde las alturas. Ahora puede ser piloto amateur con solo un poco de habilidad de videoconsola. O piloto profesional titulado en alguna de las más de 70 escuelas homologadas en España, como la de la foto en Collado Villalba, Madrid. Tener aeronave propia a partir de 15 o 20 euros. Que la catástrofe aérea sea solo perder esos euros.

Hace unos años abundaban los anuncios de cursos de piloto de dron. La realidad es que estos aparatos son cada vez más parecidos a robots.

Se podrían añadir otros argumentos para explicar la oleada dron. Pero basta uno: la versatilidad, inaudita para un dispositivo con la excepción de las aplicaciones móviles. La proliferación de usos lo convierte en una multiherramienta que transforma el mundo plano en un espacio 3D. Proyecta la vida terrestre hacia su dimensión aérea.

Drone significa zángano o zumbido. Hoy zumban en España más de 4.000 de uso profesional y para 2035 la flota se habrá multiplicado por 11, hasta superar los 51.000. A mediados de siglo, las colmenas sumarían más de siete millones de miembros en toda Europa que, por cierto, cada vez funcionan de forma más autónoma.

La pregunta empieza a ser en qué no se han empleado todavía. Endesa o Iberdrola revisan con ellos sus molinos de viento, Repsol sus plantas petrolíferas, Navantia las piezas inaccesibles de barcos en astillero, Intel las piedras enfermas en las alturas de la catedral gótica de Halberstadt. El X-Copter de Maxam, dotado con sensores de gas, supervisa voladuras y acaba de recibir el premio a la Mejor Idea de Utilización de Drones en Ingeniería Civil.

Imágenes tomadas por un dron pastor.

Drones que pastorean ovejas, entregan pizzas en una zona rural o drogas en las cárceles y vigilan a los vigilantes de la Guardia Civil en el Estrecho. De carreras que embalan sus más de 100 kilos de 0 a 160 en menos de cuatro segundos. El Velutina de Aerocámaras fumiga colonias de abejas asiáticas. Reforestan 100.000 árboles en el Parque Natural del Alto Tajo y le permiten a la startup CO2Revolution figurar entre las 100 mejores del mundo, según la South Summit 2018.

Entregan kits salvavidas en recovecos de montaña donde pediría socorro un San Bernardo. Drones acuáticos para supervisar infraestructuras sumergidas. Que hacen de satélites de comunicaciones y recuperan la señal móvil en zonas devastadas.

Que miden la hidratación de los cultivos palmo a palmo o disuaden el saqueo de naranjas en el pueblo valenciano de Algemesí. Drones artistas trabajan en el Circo del Sol. Una escuadra de 958 se coordina para dibujar una de las portadas más impactantes de la revista Time.

Portada de la revista ‘Time’ de junio de 2018, realizada con casi 1.000 drones en suspensión.

Drones militares de 13 tipos distintos en el Ejército español, logística, espionaje, salvamento... Microdrones tamaño avispa se emplearán para abrir un picaporte o mover cargas. Con microhélices alimentadas por la propia batería del móvil para tomas aéreas. Hasta hay drones antidrones. Recordemos que a finales del año pasado, el aeropuerto londinense de Gatwik estuvo en jaque durante horas por una incursión ilegal. El gigante tecnológico Indra ya ha desarrollado un escudo inhibidor de señales capaz de neutralizar y capturar una flotilla completa en espacios aéreos protegidos.

  • Impulso legal

¿Despega el dron profesional? En España el sector suplicaba una reforma normativa. Llegó en 2018. Ahora se permite usar drones con fines comerciales o profesionales donde antes estaban prohibidos: en zonas urbanas, sobre reuniones de personas, de noche o en inmediaciones de aeropuertos y de cotos militares.

El nuevo reglamento descorre otro cerrojo: el vuelo de drones más allá del alcance visual de su piloto en tierra. Esto es, da pista a los vuelos de larga distancia para entrega de paquetería o medicinas, entre otros muchos usos. Pero también impone precauciones exhaustivas como límites de peso (no más de 10 kilos de dron en ciudades), distancias de seguridad a humanos y edificios, amortiguación de caídas, sistemas de rastreo, seguros de responsabilidad civil o certificados médicos de pilotos. Y exige solicitar permisos en la ventanilla competente: la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Los drones ya representan el 10% de la aeronáutica española, y subiendo.

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Expodrónica, una de las mayores ferias mundiales del dron profesional de uso civil. Quinta edición en el IFEMA de Madrid, 27 y 28 de junio. Acogerá el primer World Drone Forum, “que abordará el aporte del dron a las inversiones de impacto social, el sistema global de coordenadas UTM o la sostenibilidad medioambiental”, explica Isabel Buadas, directora de Expodrónica. También celebrará el Brokerage Event para el encuentro de startups, inversores y pymes, “y el primer hackathon internacional en España con una competición de proyectos en aplicaciones blockchain, internet de las cosas y realidad aumentada”.

Entre la ley y su aplicación práctica a veces media la misma distancia que entre ideal y real. “Nuestros clientes se quejan de la lentitud en conseguir autorizaciones para operaciones complejas como volar en áreas pobladas. Los primeros permisos empiezan a llegar, pero es necesario agilizar mucho más los trámites”, explica Federico Alva, consejero delegado de la empresa de ingeniería ATyges. Los pilotos profesionales bendicen la legislación pero no el bloqueo administrativo si para grabar una boda tienen que solicitar autorización medio año antes.

Para Miguel Rosa, CEO de Aerotools, “se ha desinflado la burbuja de expectativas que crearon eslóganes como ‘piloto de dron, la profesión del futuro’. La situación económica del país no permite grandes inversiones”. Más allá de iniciativas gubernamentales como “el Plan Estratégico publicado en 2018, una buena herramienta de marketing simultánea al parón de algunas partidas presupuestarias, el verdadero impulso viene de las grandes empresas que introducen el dron en sus procesos”.

  • ¿Qué tecnología?

La versatilidad dron dibuja un panorama completo de tendencias. Por ejemplo en aumento de la autonomía de vuelo con modelos híbridos que integran generadores para recargar baterías, igual que en los coches. Es la piedra filosofal de la electrificación: la batería superdotada que supere la combinación de litio y polímero de litio. Podría ser la evolución de la batería de grafeno que trata de superar las barreras técnicas en su producción industrial. Otra solución para extender la autonomía: drones colaborativos en una misma tarea. Le dan un nuevo sentido a la frase “divide y vencerás”.

El sector avanza en electrónica de vuelo y dispositivos de control central en tierra para mejorar la seguridad en escenarios comprometidos, en desarrollo de motores y hélices, cámaras, microordenadores, tarjetas gráficas o sistemas clave como los estabilizadores de imagen que suman potencia mientras merman peso y volumen.

Miguel Rosa, de Aerotools, cree que el sector despegará cuando las grandes empresas integren los drones en sus actividades rutinarias.

El CEO de Aerotools considera uno de los cuellos de botella actuales esa combinación de miniaturización y gestión big data cada vez más big. “Descargar desde los dispositivos de almacenamiento del dron, tratamiento en campo, envío de datos en bruto o filtrados a la oficina… Hacer útil esa información ingente generada por la fotogrametría, la fotografía georreferenciada, cámaras térmicas o hiperespectrales es una dificultad enorme”. La inteligencia artificial en hardware embarcado aliviará el problema.

La tecnología funciona como la economía: los niveles macro y micro son interdependientes. Es decir, las innovaciones concretas para mejorar los drones necesitan megaproyectos que anticipan el orden futuro de todo un sector. En eso consiste U-space, la iniciativa comunitaria, donde participa Indra, que desarrolla el sistema de gestión capaz de organizar la maraña de millones de desplazamientos.

Objetivo: gestionar el registro, la identificación, la planificación del vuelo y el control constante en el aire mediante geolimitación. Que los drones fluyan ahí arriba con la misma seguridad que los coches en tierra cuando de verdad sean autónomos e hiperconectados. El Centro de Vuelos Experimentales de Jaén acoge algunos de los primeros ensayos de U-space.

  • Aceptación social
El piloto de drones y consultor Antonio Sousa está convencido de que estos aparatos pronto darán el salto al reparto y la logística.

El consultor, piloto comercial y piloto de RPAS (sistema aéreo tripulado por control remoto) Antonio Sousa proyecta un enfoque optimista. “Lo veremos generalizarse en los próximos cinco años para reparto y logística, transporte de personas, lucha contra incendios y emergencias, limpiadores de cristales y fachadas, mapeado y fotografiado…”.

Pero no sin fricciones. Por ejemplo con factores cruciales para su aceptación social como la seguridad, “la ingesta de un dron de solo 1,5 kilos por una turbina de avión en el despegue puede causar cientos de muertos”, o la privacidad, “debe respetar la protección de datos, de la intimidad y de la propia imagen” para que el ciudadano no tenga la sensación de que cada dron es un voyeur. Y sobre todo el factor empleo: promete reducir costes y accidentes laborales, incrementar la productividad y abrir nuevos modelos de negocio, pero implica una nueva oleada de automatización que puede destruir bastantes más sueldos de los generados (unos 100.000 hasta 2035 en la UE, según la Comisión Europea).

El dron se suma al gran dilema tecnológico: la reconversión de la mentalidad y la formación. Una cuestión de Estado y un desafío personal. “O modernizamos el sistema educativo y la especialización de los trabajadores en estas nuevas herramientas, o seremos simples espectadores de la destrucción del empleo en una sociedad incapaz de identificar los nuevos retos”, espeta Sousa.

Fuente: El País