Moment Factory es más que una empresa de efectos visuales o que un estudio de creación multimedia. Las luces, las proyecciones en vídeo, el sonido, los elementos arquitectónicos, los efectos especiales y los comandos informáticos se mezclan para ofrecer experiencias únicas en espectáculos y espacios públicos. «Tomamos varias tecnologías y las integramos para crear un momento colectivo de gran emoción. Nuestro objetivo es transformar el ambiente. Como los magos, no queremos que la gente comprenda o conozca cómo lo hacemos. Todas nuestras herramientas buscan provocar emociones», cuenta Éric Fournier, productor ejecutivo de esta firma canadiense.

La sede de Moment Factory está en el Mile End, un barrio de Montreal famoso por su comunidad de judíos ultraortodoxos, sus cafés bohemios y sus estudios artísticos. Un jovial comedor, un veinteañero sobre un monopatín y un perro reflejan el ambiente relajado que reina en este recinto, además de monitores por doquier, salas de reunión, libros de arte, zonas de experimentación y parafernalia cinematográfica. «Las personas que trabajan aquí tienen unos 32 años de edad en promedio», señala Marie-Claire Lynn, responsable de comunicaciones de los espectáculos de Moment Factory. Todo está al servicio de una legión de programadores informáticos, animadores en 3D, arquitectos, directores artísticos, dibujantes, expertos en iluminación, músicos, guionistas y productores.

Diferentes proyectos

Moment Factory tiene actualmente 265 trabajadores, ha realizado más de 450 proyectos y, además de su sede en Montreal, cuenta con oficinas en París, Londres, Tokio, Nueva York y Los Ángeles. La empresa nació en 2001, como producto del interés de Dominic Audet, Sakchin Bessette y Jason Rodi por las innovaciones tecnológicas y las artes visuales. Primero trabajaron en presentaciones de DJs y eventos corporativos, pero luego llegaron a oídos del Cirque du Soleil, con quien colaboraron en algunos espectáculos. En 2007, Jason Rodi se separó de esta aventura empresarial. Poco tiempo después se incorporó Éric Fournier como tercer socio y productor ejecutivo. Había trabajado en Bombardier y el Cirque du Soleil.

En 2008, Moment Factory se hizo cargo de una propuesta visual en la gira de la banda Nine Inch Nails. Con ello llamaron la atención de la esfera musical. Sin embargo, un acontecimiento catapultó internacionalmente a la firma: en 2012 colaboraron en el espectáculo de Madonna durante el descanso de la Super Bowl. «Es un evento con un poder de convocatoria mayúsculo. Madonna, por supuesto, siempre tiene su magnetismo, pero ella quería un espectáculo muy completo, que fuera más allá de su actuación en el escenario», afirma Fournier. Moment Factory trabajó posteriormente en las giras MDNA y Rebel Heart de la cantante. Asimismo, ha colaborado al alimón con otras figuras musicales de la talla de Bon Jovi, Arcade Fire, Red Hot Chili Peppers, Muse, Céline Dion y Ed Sheeran.

La compañía también ha obtenido reconocimiento internacional por sus intervenciones en espacios públicos. Una de las más famosas tuvo lugar en Barcelona, en el marco de las fiestas de La Mercè de 2012. En «Oda a la vida», espectáculo de 15 minutos de duración, Moment Factory proyectó sobre la fachada de la Sagrada Familia coloridas imágenes inspiradas en Gaudí que resaltaron el diseño arquitectónico de este emblemático edificio bajo notas de música electrónica. «Hicimos todo con un profundo respeto a la obra de Gaudí, al ambiente de esta basílica y a las autoridades religiosas. Desarrollamos una tecnología, llamada X-Agora, para poder tener ese nivel de calidad y de sensibilidad en las imágenes», afirma Fournier. Un año después, Moment Factory lanzó otro gran proyecto: un conjunto de instalaciones multimedia en la Terminal Tom Bradley del aeropuerto de Los Ángeles. A esto se han sumado varios más, por ejemplo con el diseñador Jean Paul Gaultier, Microsoft, Sony, Toyota y la compañía de cruceros Royal Caribbean.

El pasado 17 de mayo, en el marco de los festejos por los 375 años de la fundación de Montreal, Moment Factory presentó —en coordinación con otras seis firmas— un trabajo de iluminación del puente Jacques-Cartier. Las luces brillarán durante al menos diez años y el contrato costó 39,5 millones de dólares canadienses (unos 26,9 millones de euros). El puente cambia de color e intensidad de acuerdo a las condiciones climatológicas, al tráfico y a los comentarios en redes sociales. «Montreal es una ciudad muy creativa, pero nos conocen por otros símbolos. Pensamos en ir más allá de una mera iluminación; había que llevarla a otro nivel», precisa Fournier.

El productor ejecutivo de Moment Factory cuenta que tienen proyectos en diversos puntos del orbe: «Estamos trabajando en una terminal del aeropuerto de Changi (Singapur) y en la U Arena de París, uno de los recintos deportivos y de espectáculos más innovadores de los próximos años. También hemos recibido invitaciones para recrear nuestros ambientes interactivos en bosques». Sobre este último punto, Fournier se refiere al trabajo de la compañía en parques naturales de Quebec y Ontario. Como en tantos espectáculos y eventos públicos, los que llevan el sello de Moment Factory no se salvan del apetito de las cámaras de los teléfonos móviles. ¿Qué representa esto para una empresa cuyo principal objetivo es provocar emociones en directo? Fournier responde: «Si la persona siente una emoción es que hemos hecho bien nuestro trabajo».

Fuente: El País