Como gintonic, pero con F”. El texto del reverso de la tarjeta de visita de Lupina Iturriaga (Madrid, 1979) tiene cierta gracia, pero probablemente se haya quedado un poco viejo, como el propio concepto de tarjeta de visita. Ya no hace falta explicar con tanta frecuencia cómo se escribe Fintonic, porque Fintonic se ha hecho mayor. Fundada en 2012, fue una de las primeras fintech (tecnológicas que se dedican a los servicios financieros) de España cuando nadie hablaba de fintech, y ahora tiene, según sus datos, más de 450.000 usuarios activos, ha cruzado el Atlántico —opera en Chile y en México— y ha firmado su primera comercialización conjunta con un gran banco: en junio acordó con BBVA vender en su plataforma créditos de la entidad por un máximo de 30.000 euros anuales.

Ese acuerdo con BBVA —al que Iturriaga no quiere dar demasiada importancia, convencida de que otros grandes recorrerán un camino muy parecido— es un buen resumen de la evolución de Fintonic, una herramienta informática que nació en plena crisis, “para evitar que los bancos se la colasen a la gente”. Fintonic promete que, con la tecnología, vigilará a los bancos como ningún cliente puede hacerlo, de tal forma que, sin que sirva de precedente, serás tú el que le apriete las tuercas, con, por ejemplo, las comisiones.

La banca probablemente preferiría que no existiéramos, pero sabe que no pueden poner puertas al campo».

El modelo ha evolucionado, y la misma pyme que se sentaba, metafóricamente, frente a los bancos para defender tus intereses ahora está al otro lado de la misma mesa, firmando acuerdos con ellos, como ese reciente con BBVA. Fintonic ya no es solo una herramienta de ahorro, sino que además pretende convertirse en un supermercado financiero, en el que sus usuarios puedan encontrar las mejores ofertas de bancos, seguros y, pronto, compañías eléctricas. Según los datos del Registro Mercantil, Fintonic facturó a cierre de 2016 (la compañía no facilita información más actualizada) 914.388 euros, con unas pérdidas de 4,6 millones de euros.

¿Cómo definiría Fintonic?

Somos una plataforma de big data que ayuda al consumidor. Trabajamos a través de algoritmos alimentados por machine learning, que logran manejar y procesar una cantidad de información fuera del alcance del ser humano.

Es una empresa en gran parte tecnológica, pero creada por profesionales de las finanzas: usted misma y Sergio Chalbaud, al que conoció trabajando en Banesto. ¿Cómo llegaron a la idea de Fintonic?

Lupina Iturriaga

Mis amigas me pedían consejos sobre su dinero. Pues eso era lo que queríamos hacer: todas las preguntas que le haces a un amigo que sabe de finanzas, respondidas por una aplicación como Fintonic. Además, nunca había estado en el lado del usuario, y me apetecía. Cuando trabajas en la banca velas por los intereses de la banca, no por los del cliente.

En estos siete años Fintonic ha ido creciendo y sofi sticándose, añadiendo a la información servicios. En alguna entrevista ha dicho que quieren ser “el Amazon de las finanzas”, pero para eso se necesita un tercer paso: producto financiero. Así que Fintonic necesita a la banca, pero ¿la banca necesita a Fintonic?

Probablemente preferirían que no existiéramos, pero saben que no pueden poner puertas al campo. Antes nos ignoraban y se reían, o eso me imagino, del concepto de plataforma; ahora prima el sentido común. 

También les ayuda la regulación europea, que a través de la directiva PSD2 [la segunda versión de la Payments Service Directive], en vigor desde enero, ha venido de alguna manera a darles la razón, ya que establece que los bancos de la UE están obligados a compartir datos con otros operadores, para abrir el mercado a la competencia.

La PSD2 respalda todo lo que estamos haciendo, y con ella gana el usuario, porque establece que la información es suya, y eso tiene muchísimo valor. Poco a poco, los bancos tienen que evolucionar: no pueden ser al mismo tiempo los que fabrican y los que venden el producto. Los bancos se van a convertir en proveedores de productos, lo que no significa que el modelo tradicional de la banca vaya a desaparecer, pues mucha gente lo necesita.

¿Y, con la PSD2, no abre la UE demasiado la puerta a los gigantes de Silicon Valley, que podrían quedarse con el negocio bancario? Cuesta imaginarse a Estados Unidos haciendo lo mismo con su sistema financiero.

No creo que, a día de hoy, Google se vaya a convertir en un banco. Los márgenes son para ellos muy bajos. Lo mejor es que el usuario decida, con todo el control de sus datos. Y si decide Google porque Google es el mejor, pues Google.

No creo que, a día de hoy, Google se vaya a convertir en un banco. Los márgenes son para ellos muy bajos.

Respecto a su modelo de negocio, ¿no teme la posible competencia de plataformas creadas, o al menos impulsadas, desde los mismos bancos?

La clave de nuestro modelo es la independencia, ser totalmente independientes de los bancos. Ellos siempre querrán venderte sus productos, a nosotros nos da igual. No presionamos a nadie, simplemente mostramos el mejor producto de todas las entidades. Cada entidad piensa que sus productos son los mejores, igual que cada frutero cree que sus naranjas son las mejores. Y como hay tanta oferta en el mercado, enterarse de verdad de cuál es esa mejor oferta, en función de cada perfil, tiene mucho valor.

Su última ronda de financiación fue en el verano de 2017, y captaron 25 millones de euros. ¿Cómo se reparte ahora el accionariado y cuándo prevén dar beneficios?

Tenemos todavía que darnos a conocer, hay que invertir mucho en marketing. Si no fuera por eso, ya ganaríamos dinero. Respecto al accionariado, en la última ronda entró el Grupo ING, que no tiene nada que ver con el banco, y tenemos, de forma individual, a inversores de mucho nivel, como exconsejeros delegados de grandes bancos.

Afortunadamente, nunca hemos tenido mucho problema en conseguir dinero, y hemos podido elegir a inversores. Y como nosotros sabemos de finanzas, siempre hemos buscado gente que nos apoyase en nuestro punto flaco: entender al consumidor, el marketing.

Hablando de equilibrios, hace poco un informe de la Asociación Española de Fintech revelaba que en el sector solo hay un 2 % de mujeres CEO. Y eso que es uno de los sectores más modernos y dinámicos. ¿Cree en las cuotas femeninas?

Yo creo en la meritocracia, hablemos de hombre o de mujer. Y nunca he tenido ningún problema en mi vida profesional por ser mujer. En Fintonic [86 empleados] tenemos más hombres que mujeres, simplemente porque no encuentro suficientes mujeres programadoras, informáticas, ingenieras… Y no las encuentro porque no han hecho ese tipo de carreras, así que el problema viene de la educación. En general, la mujer tiene más vocación de servicio que el hombre: hay que hacer ver que esa vocación de servicio se puede cumplir con la tecnología. Los referentes deben ser también femeninos.

Las ‘startups’ a seguir, según Iturriaga

  • 01. Borrox 
    Dirigida por José Manuel Lladó, uno de los socios de Iturriaga, Borrox es una plataforma que ofrece anticipo de facturas y descuentos de pagarés a pymes y autónomos. Con la tecnología como herramienta, aseguran que pueden proporcionar liquidez en menos de 24 horas desde la solicitud online.
  • 02. Woom
    Fundada en Madrid por dos exejecutivas de eBay y Google, es una aplicación que, mediante el análisis de datos, ofrece a la mujer información y recomendaciones específicas sobre sus días más fértiles.
  • 03. Darwinex 
    Como Fintonic, Darwinex es una fi ntech, pero su nicho es mucho más especializado: es una plataforma de trading con un toque de red social especializada.
  • 04. Valeet 
    Valeet ofrece un servicio de aparcacoches en los aeropuertos, previa reserva online, de tal forma que llegar al vuelo en coche propio sea más sencillo y rápido. Recientemente ha alcanzado un acuerdo con la empresa de carsharing Zity que permite a esta compañía ampliar su radio de acción al Aeropuerto Adolfo Suárez Barajas (Madrid).
  • 05. Chipi
    ¿VTC, taxi, carsharing, motosharing, alquiler de bicicleta o incluso andando? Creada en 2017, Chipi ayuda a responder esa pregunta calculando el coste, en tiempo y dinero, de desplazarse entre dos puntos de ciudades españolas como Barcelona, Madrid y Málaga.

Fuente: El País