España crece a toda velocidad, crea empleo y su recuperación ha sorprendido al alza una y otra vez en los últimos tiempos. Pero la herencia de la crisis pesa como un lastre en dos capítulos: el social y el bancario. La economía española presenta tasas de paro, desigualdad y población en riesgo de pobreza prácticamente sin parangón en el Atlántico Norte, y a pesar de la franca mejoría sigue escondiendo cadáveres en los balances de sus bancos.

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Bruselas ha presentado hoy el primer examen sobre la evolución de los activos morosos en Europa, uno de los legados más negativos de la crisis. La mejoría salta a la vista. Los créditos morosos (NPL, por sus siglas en inglés) han caído un tercio desde el pico de la crisis (2014) y se sitúan en un 4,6%. Suman, eso sí, casi un billón de euros, niveles muy superiores a los de antes de la crisis. España está claramente por encima de la media, con unos activos morosos del 5,3%. El análisis de Bruselas es positivo: «Los activos morosos van a la baja», dice el informe, «y la caída de la morosidad va a seguir a buen ritmo». Y aun así, la Comisión deja dos preocupantes toques de atención. Uno: los activos dudosos siguen creciendo en los créditos al consumo. Y sobre todo dos: Bruselas alerta de que los niveles de activos morosos «siguen siendo altos en algunos sectores empresariales». El reventón de la burbuja se sigue escuchando: los activos moroso superan el 20% en la construcción (25,2%) y el sector inmobiliario (20,8%). A pesar de la limpieza.

Pero España no es ni mucho menos el peor país de Europa en ese capítulo. Las tasas superan el 10% en hasta nueve países, encabezados por la inevitable Grecia (46%) y Chipre (33%). Entre los países rescatados, Portugal (15,5%) e Irlanda (11,6%) presentan aún cifras muy elevadas, pese a que se reducen con rapidez. Lo mismo sucede en Italia, pese a que las tasas continúan claramente por encima del 12%. En prácticamente todos los países de Europa se han producido recortes de la morosidad gracias al fuerte crecimiento (salvo en Croacia y Letonia).

El análisis de Bruselas, aun así, es muy positivo: el brazo ejecutivo de la UE destaca que se está produciendo la reducción de riesgo que pedían los países acreedores para seguir adelante con la unión bancaria y activar de una vez por todas las medidas para compartir riesgos, como el fondo de garantía de depósitos común. Aun así, los expertos son menos optimistas que las instituciones: la banca se ha recapitalizado (las entidades que supervisa el BCE han elevado capital en 234.000 millones, nada menos) y presentan colchones más mullidos contra futura crisis (un aumento de activos líquidos de 813.000 millones durante la crisis). «Pero en algunos países los progresos son lentos», admite Bruselas. Los expertos van más allá y afirman que los activos morosos «no se reducen a la velocidad que sería deseable», según un documento firmado por una docena de economistas fracoalemanes.

Limpieza de balances

España debería tener cuidado. A pesar de los esfuerzos propios y del rescate de 40.000 millones de euros, el capítulo dedicado a la banca española en ese informe deja algunas dudas. Los activos morosos se han reducido en más de 30.000 millones en el último año y Bruselas espera que ese ritmo se mantenga por «el anuncio de la venta de las carteras del Santander y BBVA, con un valor conjunto de 43.000 millones», y por operaciones más pequeñas en el resto del sector: el Sabadell, por ejemplo, ha hecho algo parecido. «Tras la resolución del Popular, los bancos han acelerado la limpieza de los balances», apunta la Comisión, «y han mejorado los ratios de eficiencia». Y sin embargo aún deben terminar de digerir el atracón inmobiliario de la década anterior a la quiebra de Lehman Brothers.

Lo mismo sucede en otros países, y para ello el brazo ejecutivo de la Unión propone un paquete de medidas: bancos malos nacionales que ayuden a limpiar los balances cumpliendo a rajatabla las reglas de ayudas de Estado; un mayor desarrollo del mercado secundario de NPL, que permita al sector privado comprar y vender esos préstamos; medidas para acelerar los acuerdos extrajudiciales; creación de cortafuegos, y finalmente una mayor transparencia, con sectores bancarios a los que hay que arrancar los datos con sacamuelas. De ese paquete ha desaparecido la medida estrella: hace un año, la creación de un banco malo europeo contaba con el apoyo del BCE y la Autoridad Bancaria Europea. El veto de Berlín, una vez más, ha sido insalvable: esa propuesta ha desaparecido del plan que presenta hoy la Comisión, que solo contempla bancos malos nacionales.

Fuente: El País