Observando la marcha de Wall Street, las cosas van aparentemente bien. Los índices están en máximos pese a la incertidumbre global, el crédito fluye por la economía real con normalidad, las empresas contratan a un ritmo sólido y los bancos cuentan con amplios colchones de capital. Pero hay una esquina remota y oscura del sistema financiero, a la que solo tienen acceso grandes empresas, bancos y fondos de gestión de activos, donde domina la tensión y está forzando a la Reserva Federal a movilizarse para contener la situación.

Todo empezó a mediados septiembre, cuando los tipos de los créditos a muy corto plazo se dispararon. La Fed procedió a reactivar por sorpresa un programa que le permite hacer compras diarias de deuda ultra segura a cambio de efectivo, para así inyectar liquidez en el sistema y de paso controlar el precio del dinero. Esa herramienta se conoce como “repo” y la última vez que se utilizó fue hace once años, en la crisis financiera. La idea era mantener estas operaciones de mercado unos días.

El repo consiste en términos generales en una operación de recompra por la que una entidad o institución financiera vende un activo a un inversor bajo el acuerdo de volver a comprarlo en una fecha determinada a un tipo determinado. Se suele realiza con títulos de deuda pública. Este mecanismo permite a la Fed actuar casi de inmediato para responder a las necesidades de liquidez puntuales y mantener el flujo del crédito.

Las compras las realiza la Reserva Federal de Nueva York, el banco que ejecuta la política monetaria en Estados Unidos. El canje se realiza mediante subastas diarias de 75.000 millones de dólares. La demanda superó con creces la oferta, así que se decidió extenderlo algo más en el tiempo. El presidente Jerome Powell insiste en que se trata de un ajuste técnico, pero la medida no fue suficiente para rebajar la tensión. El mecanismo se mantendrá ahora hasta al menos enero.

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Lo inquietante es que no se explica bien el motivo de esta tensión. Inicialmente se atribuyó a la convergencia de varias subastas de deuda pública y el pago de impuestos por parte de las grandes empresas. Powell sigue manteniendo esa teoría. Sin embargo, refleja también de que la Fed fue demasiado rápido en el proceso de reducción del balance, para llevarlo a un nivel más normal. Eso le va a obligar a retomar el próximo martes las compras de letras del Teroso.

El plan es acompañar los “repo” con una extensión de las reservas a un ritmo de 60.000 millones de dólares en el primer mes, hasta entrado el segundo trimestre del año próximo. La Fed cuenta actualmente con activos valorados en cerca de cuatro billones de dólares. Powell insiste en que no se trata de una nueva rebaja de tipos por la vía cuantitativa y que el propósito es llevar las reservas de liquidez a un nivel que le dé flexibilidad, para atender la demanda de crédito del mercado.

Fuente: El País