Las compañías de infraestructuras de mediano tamaño en España, es decir, aquellas cuya facturación se mueve entre 100 y 1.000 millones de euros, se han hecho fuertes en los mercados internacionales siguiendo los pasos de los gigantes del sector. Aunque sus primeros pinitos en el exterior fueron tranquilos y reposados, en general, a mediados de los años dos mil; la falta de obra pública que traería la recesión las obligó a centrarse en el extranjero para poder sobrevivir. “La crisis económica y la contención del déficit, que conlleva recortar inversiones, aceleraron la salida al exterior de las constructoras medianas”, explica Jaime Lamo de Espinosa, presidente de la Asociación Nacional de Constructoras Independientes (Anci), formada por 23 empresas de este tipo, que han pasado de registrar una contratación internacional por valor de 42 millones de euros en 2005 a superar los 3.200 millones una década después, y actualmente los 4.000 millones. Un periodo, insiste Lamo de Espinosa, en el que las inversiones públicas en obra civil se han reducido a una séptima parte.

Los proyectos que han desarrollado estas organizaciones están mayoritariamente en América Latina y Europa del Este

Se trata de empresas muy parecidas, según Fernando Vizoso, director del área de Infraestructuras de KPMG en España, que han centrado su desarrollo en el exterior en países de América Latina, su mercado natural, como el de las grandes constructoras, y en Europa del Este, donde su desembarco estuvo muy relacionado con la actividad inmobiliaria. Es el caso de Sando, que en 2005 llegó a Polonia, “en un contexto de crecimiento significativo de la compañía, para continuar su diversificación geográfica y de negocio fuera del país”, explica su consejero delegado, Luis Sánchez Manzano, y al calor del desarrollo de la promoción residencial en aquella nación. Que hayan estado más enfocadas en el negocio inmobiliario es algo que las distingue de los colosos constructores, indica Vizoso, “porque son empresas familiares que no pueden dejar escapar las oportunidades financieras, si bien son más prudentes que las grandes”. Además de Sando, firmas como Aldesa, Grupo Sanjosé o Grupo Ortiz continúan en la promoción de edificios.

Ritmo latino

Para las empresas agrupadas en Anci, América Latina representa el 60% de la facturación internacional, y Europa del Este, el 22%. Por países, México, Polonia, Rumania y Chile son los que se llevan la palma. Aunque destaca su presencia en Estados pequeños como Uruguay, Paraguay, Costa Rica o Panamá, también comparten destinos con las grandes como los dos citados anteriormente, o Colombia.

Unos grupos muy diversos

Comsa, Sanjosé, Aldesa, Copasa y Assignia Infraestructuras son algunas de las compañías que actúan de puente entre los gigantes del sector y las constructoras que facturan menos de 500 millones de euros pero internacionalizadas.

La potencia gallega entre las firmas de infraestructuras medianas es patente a través de Sanjosé, Copasa y Grupo Puentes (en el entorno de los 300 millones).

Las empresas levantinas mueven menos negocio, por debajo de los 200 millones de euros, pero son muy abundantes en Anci: Acor, Torrescámara, Becsa, CHM o Construcciones Alpi.

Cataluña está representada por Grupo Copisa, Copcisa o Construcciones Rubau, que facturan entre 130 y casi 500 millones. Y Andalucía a través de Grupo Azvi (más de 300 millones), Sando (200 millones) y Detea, menos de 100.

Actualmente las compañías de infraestructuras medianas, que no pueden abrir muchos mercados al mismo tiempo debido a su tamaño, están entrando en los países nórdicos y en los bálticos. El director general de Grupo Sanjosé, Juan Areces, asegura que su empresa estudia estos mercados. Y en algunas plazas africanas como Argelia o Marruecos. Lo que buscan en el exterior, continúa el directivo de KPMG, son destinos con proyectos no muy grandes (en ese caso interesarían a los gigantes españoles) y en los que las constructoras locales sean pequeñas o cuenten con poca experiencia, que es lo que sucede actualmente en Lituania, donde los desarrollos que se licitan son de 80 o 100 millones de euros, el tamaño ideal para ellas, como también en Noruega, prosigue Vizoso, “mercados con proyectos interesantes y con un riesgo país bajo”.

“Nuestras empresas se mueven con facilidad en concursos desde 50 hasta 300 millones de euros”, afirma el presidente de Anci, que pone como ejemplo grandes obras en las que algunas de ellas han intervenido: Copasa participa en el AVE Medina-La Meca, Azvi construye el puente sobre el Danubio, y Aldesa, la torre de control del aeropuerto de México, proyectos que superan los 50 millones de euros. “Y van a seguir invirtiendo fuera más que en España porque, a excepción del plan de carreteras, en el que están muy interesadas, el volumen de obra es muy escaso, lo que obliga a las constructoras a estar fuera, de forma que los mercados exteriores les aporten entre el 25% y el 40% del negocio”, agrega Lamo de Espinosa.

El poder de los socios

Además del tamaño del mercado, otro factor a considerar es la capacidad de encontrar un socio local, explica Vizoso, imprescindible para las constructoras intermedias y otra de las diferencias respecto a sus mayores, que van solas a las licitaciones. La fórmula habitual de penetrar en un país, señala el directivo de Sanjosé (con obra en Europa, América, África y Asia, de donde procede el 59% de su facturación de 683 millones de euros en 2017), es dedicarle un tiempo de estudio (hasta dos años en el caso de Abu Dabi), “encontrar un hueco diferente en él, contactar con un socio local con el que estemos cómodos invirtiendo y, una vez implantados y con experiencia, crear una filial para actuar en solitario”, explica Areces.

Sanjosé ejemplifica bien un valor de las constructoras medianas repetido por las fuentes consultadas: son firmas altamente especializadas y esta especialización es un argumento muy competitivo por el que se las reclama en el exterior. Valgan como muestra la catalana Comsa, que es experta en obra ferroviaria; la gallega Grupo Puentes no engaña a nadie con su nombre, o la alicantina Ecisa, que es un hacha en la construcción de rascacielos.

Fuente: El País