La cita es en Polanco, uno de los barrios pijos de Ciudad de México que las empresas escogen para tener sus sedes. Bitso, el primer mercado de criptomonedas que hubo en el país, ha mudado aquí sus oficinas tras el terremoto del 19 de septiembre de 2017. Daniel Vogel, director general de la empresa, seleccionado por MIT Technology Review como uno de sus innovadores menores de 35 años de México en 2016, llega acompañado de Felipe Vallejo, director de asuntos regulatorios y políticos. El segundo pide de comer; el primero, una bebida.
“Nosotros comenzamos como un exchange de bitcoins y vimos que había un sinnúmero de ellas que empezaban a desaparecer antes de que llegasen a ser interesantes. Esto sucede, en gran parte, porque la utilidad de las divisas digitales es su capacidad de provocar cambios en el mundo financiero y su estructura a nivel global, y eso depende de que exista liquidez”, cuenta Vogel, licenciado en Informática en Stanford y con el prescriptivo MBA en la Harvard Bussines School. En Linkedin describe su trabajo como “construyendo el ecosistema de las monedas digitales en México”.
Vogel, tras pasar por una empresa en San Francisco, entró en Bitso en 2015 como cofundador. “Entonces pensamos que el mercado era muy chiquito para tener múltiple oferta y nos centramos en el bitcoin, que era el que tenía mayor liquidez y el que empieza toda esta revolución”, recuerda. “Después decidimos agregar el ether, que tiene una propuesta de valor muy diferente al abrir el la cadena de bloques (blockchain) a ámbitos no financieros. Y por ese mismo motivo decidimos integrar ripple, que es una divisa altamente centralizada y también tiene un punto filosófico diferente”. Así, Bitso funciona, básicamente, como una plataforma para conectar a vendedores y compradores de estas criptomonedas.
El mercado mexicano en el que juega Bitso tiene varias características que lo condicionan: el 56% de la población no tiene ni cuenta corriente ni ningún tipo de servicio bancario. También es un país con una balanza de pagos deficitaria (5.528 millones de dólares en el tercer trimestre de 2017), y una moneda que en los últimos cuatro años se ha devaluado un 40% respecto al dólar. En México se estima que hay en torno a medio millón de personas con criptomonedas. Bitso es el jugador más grande del sector, con una edad media de los usuarios de 27 a 34 años, aproximadamente.
“Para nosotros, una de las cosas más interesantes es la bancarización de México. Buscamos tener impacto sobre los clientes sin tarjeta de crédito o alguna visa, aquellos cuya única alternativa sería no existir”, razona. «Tenemos chavos que quieren hacer compras en línea y que llegan a nosotros”. Vogel explica que Los monederos electrónicos de Bitso pueden cargarse a través de una transferencia o en más de 135.000 tiendas donde puede meterse directamente efectivo. “El 80% de nuestros clientes han usado este servicio”. Los montos están limitados para evitar el blanqueo de dinero.
Lucha contra el blanqueo
Daniel Vogel y Felipe Vallejo sostienen que la alta trazabilidad en la tecnología descentralizada de la cadena de bloques (básicamente su gran virtud y lo que hace que algunos sueñen con jubilar a los notarios) puede ser un arma efectiva para luchar contra los fraudes y el blanqueo de dinero. “Si ves Internet en 1995, los artículos de prensa lo demonizaban, diciendo que estaba lleno de seres humanos despreciables, y ahora pasa lo mismo con esta tecnología”, razona Vogel. “Sí, hay gente que está haciendo cosas malas, pero como sociedad tardamos en entender las tecnologías y lo que tenemos que hacer es construir sobre ellas de forma responsable”.
Los directivos de la compañía explican que otra de las ventanas de oportunidad para las empresas son los menores costes por transacción internacional que tienen las criptomonedas. Por poner un ejemplo, una transferencia entre España y México suele seguir un camino de días en el que pasa por varios intermediarios desde la salida hasta el destino: banco local, banco regional, un financial hub en Londres, otro en Estados Unidos… y en cada uno de los saltos se queda una pequeña tajada. Con Bitso y otros mercados, asegura Vogel, la cadena se reduce a un paso. “Tenemos gente que recibe remesas, gente expatriada que usa criptodivisas para mover el dinero… Mira, cuando fue lo del terremoto, hicimos una recaudación de fondos y nos mandaron desde el otro lado del mundo 1,70 pesos. Eso es imposible con las monedas tradicionales”, dice.
- Regulación
México se halla en estos precisos momentos en plena regulación del sector de las finanzas tecnológicas. La ley fintech, o Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera ya ha sido aprobada en el Senado y ratificada en la Cámara de Diputados. “Esta ley es la primera de su propio género para criptomonedas en el mundo”, comenta por correo electrónico el director de asuntos regulatorios, Vallejo, pocos días después de su ratificación. “En otros países, como Estados Unidos o Japón, se han hecho adecuaciones a la regulación existente pero nunca se había creado un cuerpo legal específico para el sector; pocos países le han dado un reconocimiento formal a las criptomonedas como medio de pago”.
Ahora queda toda la regulación secundaria. Como se dice, el diablo está en los detalles. “La iniciativa de ley nace con la idea de proteger una industria naciente y darle certeza jurídica. Su redacción establecerá de manera clara los alineamientos específicos. Si fallan las secundarias, falla la ley”, sigue Vallejo. “Creemos que los aspectos medulares son los límites de KYC [siglas en inglés para conoce a tu cliente] que no se adecuen a la industria y que las obligaciones no impongan costos inasumibles para las fintech”.
“Hay cosas en la ley que no nos gustan, pero es mejor tener alguna normativa que ninguna”, concluye. Pone como ejemplo cuando en los meses previos han tratado de hablar con compañías para transferir ellos las remesas y que, por carecer de un marco regulatorio, no lograban cerrar los tratos al no fiarse nadie de nadie.
Fuente: El País