Un tablero de ajedrez magnético que utiliza un envoltorio de plástico demasiado fino y alargado es la última alerta notificada al sistema europeo. El origen del producto: China. El país denunciante: España. El motivo: riesgo de asfixia. Como esa, el año pasado se registraron en la Unión Europea 2.201 alertas por artículos a la venta susceptibles de causar daños al consumidor, una media de seis diarias, y un 7% más que en 2016. La inmensa mayoría de las partidas detectadas representan “un serio riesgo para la salud”.

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El caso del ajedrez, ya retirado del mercado por orden de las autoridades españolas, es representativo de una tendencia que en los últimos años se ha repetido: los juguetes son los productos que más avisos generaron —el 29%—, y China el origen de más de la mitad de los artículos peligrosos —el 53%, el mismo porcentaje que en el ejercicio anterior—. Los vehículos a motor (20%) y las prendas de vestir (12%) son, tras los juguetes, los que más alertas causaron. Los riesgos más habituales van desde las lesiones hasta el incendio, pasando por la asfixia o la toxicidad química.

El gigante asiático es el mayor exportador de mercancías y servicios a la UE, el año pasado las compras a China desde el bloque comunitario sumaron 344.000 millones de euros. Hace 12 años la comisaria europea encargada de la protección de los consumidores ya advertía de que la procedencia china de la mitad de las alertas era demasiado alta, pero el problema se ha cronificado. Pese a que desde 2006 Bruselas mantiene abierto un canal con Pekín creado específicamente para contener este tipo de riesgos, en la ingente avalancha de bienes que viajan al continente desde China se siguen colando numerosos productos que incumplen los estándares de seguridad europeos. El fenómeno se ha visto exacerbado por las compras online, el punto en el que más énfasis puso la comisaria europea de Consumo, Verá Jourova, durante la última reunión sobre el tema celebrada en Pekín con sus homólogos de EE UU y China.

Entre los casos que más inquietud desataron el pasado año está el del spinner, uno de los juguetes de moda entre los niños europeos. La llegada de partidas desde China con piezas pequeñas de fácil desmontaje potencialmente peligrosas por el riesgo de asfixia, así como la presencia de minúsculos botones de baterías, altamente tóxicos en caso de ingestión, llevó a su retirada en varios países de la UE, más de 20.000 de ellos en España, tras producirse algunos accidentes.

El sistema de alerta rápida busca coordinar esfuerzos. Cuando las autoridades de un Estado encuentran un producto peligroso en su mercado, avisan inmediatamente a Bruselas, que notifica al resto el caso, y estos, a su vez, proceden a prohibir o restringir su venta. De este modo, se reducen las posibilidades de que se produzcan accidentes en los 31 estados que lo integran —los Veintiocho de la UE más Noruega, Islandia y Liechtenstein—. España ha sido uno de los países más activos a la hora de denunciar: es el segundo que ha lanzado más alertas solo por detrás de Alemania y por delante de Francia. Eso no quiere decir que lleguen más artículos de riesgo, dado que puede responder a factores como una mayor acción de los inspectores o un volumen de importaciones más elevado.

La mayoría de estos casos se saldan con la imposición de medidas restrictivas por parte de las autoridades nacionales, y solo una minoría se resuelve con medidas voluntarias —por ejemplo, una juguetería que retira un determinado producto antes de que le obliguen a hacerlo—.

Fuente: El País