Christine Lagarde no quiere apresurarse y dar un paso en falso. En los tres meses escasos que lleva al frente del Banco Central Europeo (BCE), no ha tocado ni una coma las directrices de política monetaria que le dejó su antecesor, Mario Draghi. La reunión del Consejo de Gobierno de este jueves -la segunda que preside la francesa- dejó intactos los tipos de interés: en un 0% la tasa de referencia y un -0,5% la tasa de facilidad de depósito, es decir, el dinero que el propio Eurobanco paga -o, ahora que está en negativo, cobra- a las entidades por usar las arcas del BCE.

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Pero la falta de medidas no significa inmovilismo. Porque Lagarde ha embarcado al BCE en su primera revisión estratégica desde 2003, cuando reformuló el objetivo general de estabilidad de precios. Entonces pasó de establecerse para la inflación una franja amplia del 0% al 2% a fijar la meta de “por debajo pero cerca del 2%”. Ahora es posible que el BCE vaya a afinar aún más esa meta.

La política de compra de activos también sigue igual, a un ritmo mensual de 20.000 millones de euros. El comunicado emitido tras la reunión deja las medidas de política monetaria tal cual estaban antes. «El Consejo de Gobierno también ha decidido iniciar una revisión de la estrategia de política monetaria del BCE», añade el texto a las medidas ya conocidas hasta ahora.

A la vista del fracaso del BCE en acercar la subida de precios a su objetivo actual, la revisión que acaba de empezar y que probablemente durará todo este año podría dejar el objetivo en un simple 2%, al igual que otros bancos centrales, como el de EE UU. Eso si no lo impiden los halcones del norte de Europa, deseosos de establecer un objetivo más modesto -y por lo tanto fácil de alcanzar- para empezar a subir tipos de interés lo antes posible.

“La revisión de la estrategia del BCE probablemente analizará el objetivo de inflación en detalle. Creemos que terminaremos con un objetivo de inflación de carácter más simétrico” asegura en una nota Apolline Menut, de AXA Investment Managers. Esa simetría de la que habla esta economista -y en la que tanto insistió Draghi en sus últimos meses de mandato- supondría que tan malo es quedar por encima del objetivo de inflación como por debajo. Lo que podria interpretarse que ya que la eurozone lleva años soportando un bajo crecimiento de los precios, el BCE debería tolerar durante un tiempo un futuro hipotético con inflación a tasas superiores al 2%.

Lagarde puede decir que ha tenido suerte en sus primeros meses de mandato. Porque el deterioro de la economía experimentado en el último año se ha parado. E incluso hay señales esperanzadoras de que la coyuntura podría estar remontando. Este optimismo se ve alimentado por la tregua comercial firmada por Estados Unidos y China, aunque sea una paz frágil y la Administración Trump ahora esté apuntando a Europa como la futura víctima de sus aranceles.

“Nuestra expectativa es que el BCE se mantenga sin cambios para 2020. No cremos que Lagarde vaya a recortar más los tipos a no ser que se produzca algún acontecimiento de gran magnitud. El BCE mantendrá en marcha la compra de bonos, dando margen de maniobra fiscal a los Gobiernos”, concluye Esty Dwek, de Natixis IM Solutions.

Fuente: El País