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Desde que Donald Trump tomó posesión como presidente de EE UU en enero de 2017, las noticias sobre comercio mundial han sido para hablar sobre medidas proteccionistas y para analizar los efectos del frenazo que han sufrido las exportaciones globales. El pasado fin de semana, en la Cumbre del G20, los países europeos y latinoamericanos tuvieron el protagonismo al firmar el tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur.

Las negociaciones comenzaron hace veinte años y son un soplo de aire fresco en un mundo que se desglobaliza a marchas forzadas. Las dos áreas acuerdan reducir aranceles entre ellos y los mantienen con el resto del mundo. Los países de Mercosur acceden al que sigue siendo el mayor mercado de consumo del mundo. Y los países europeos tienen el potencial de aumentar su presencia en un área históricamente de influencia de EE UU y donde, en la última década, China ha tomado posición.

Latinoamérica destaca por tener muy poca relación comercial dentro de su área y este acuerdo es una oportunidad para revertir esta anomalía. Conseguirlo reducirá su dependencia de EE UU y el poder de Trump en las negociaciones donde les chantajea con cortar sus importaciones si no acceden a sus peticiones, que solo buscan votos para ser reelegido en 2020.

Escribo este artículo desde México que sistemáticamente está bajo la amenaza de Trump y que concentra el 85% de sus exportaciones a EE UU. El PIB de México en el primer trimestre fue negativo y las previsiones anticipan una caída de la inversión este año y el próximo. La recesión en EE UU está próxima y disminuirán sus importaciones. México también tiene un acuerdo de libre comercio con Europa. El nuevo Gobierno de López Obrador debe mirar al sur y liderar el proceso. Y mandaría una señal positiva a los inversores de fuera y dentro de México para aumentar la inversión y el empleo.

Brasil, que forma parte de Mercosur y que suma con México más de la mitad del PIB de América Latina, debe coliderar el proceso. La economía brasileña también está casi estancada y su inversión sobre PIB es aún menor que la de México. Por lo tanto, necesita aún más buscar consumidores fuera de sus fronteras, con sus vecinos y con los países europeos, para reducir su dependencia de EE UU y diversificar con más países y no sólo con China. Argentina, Colombia, Chile, Perú, Centroamérica, etcétera. Este acuerdo debería ser un impulso para aumentar el comercio dentro de Latam y reducir su dependencia de las importaciones de EE UU y China.

Europa es una economía envejecida y enferma que con el acuerdo aumenta el número de consumidores para que sus empresas inviertan y creen más empleo. España mantiene importantes lazos institucionales, culturales y económicos con los países latinoamericanos y será el nexo de unión con los de habla hispana. Portugal será el nexo de unión con Brasil. El acuerdo, liderado por los Gobiernos español y portugués, permite que Europa mire al sur y reivindique su modelo frente a EE UU y China. El futuro es ilusionante, el pasado es incierto.

Fuente: El País