El impuesto de matriculación profundiza su contribución a las arcas públicas. Este gravamen, que se abona al comprar un coche, recaudó 616 millones de euros en 2019, un 20% más con respecto al año anterior, según los datos de la Agencia Tributaria publicados este martes. Lo más llamativo de la estadística no es sin embargo este repunte, sino las circunstancias en las que se produce: el año pasado, por primera vez en más de una década, los ingresos por el impuesto avanzaron pese a venderse menos coches. La razón hay que buscarla en los cambios regulatorios y sobre todo en el tirón de la gasolina, que tras el estallido del diéselgate recortó distancias con el gasóleo hasta superarlo.

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En 2018, por primera vez en más de dos décadas, se vendieron en España más vehículos de gasolina que diésel. La demonización del gasóleo, en parte alimentada tras destaparse en 2015 el sofisticado sistema de trucaje con el cual Volkswagen camuflaba las verdaderas emisiones de sus modelos, y en parte por los progresivos cambios regulatorios que restringían la movilidad de estos vehículos, impulsaron las compras de coches de gasolina.

El año pasado esta tendencia se consolidó, según los datos de Hacienda: de los 1.301.986 coches vendidos —frente a los 1.362.387 del año anterior, lo que supone un descenso del 4,4%—, el 64,4% fue de gasolina y el 35,6% de diésel. En 2018 la distancia no era tan grande: del total de vehículos matriculados, el 58,3% funcionaba con gasolina y el 53,2% con gasóleo. 

Los coches de gasolina son más sensibles al impuesto, que se calcula en función de la cantidad de emisiones de CO₂. Y lo son más desde que en septiembre de 2018 entrara en vigor en España la nueva normativa de emisiones de la UE, que prevé un método más estricto para medir la contaminación de los vehículos de nueva fabricación. Este sistema, conocido como WLTP, implica que los nuevos coches en la práctica contaminan cerca de un 20% más con respecto a los resultados que daba el estándar anterior. La consecuencia directa es que la emisión por vehículo aumente —en 2019 la media fue de 121 gramos de CO₂ por kilómetro, frente a los 119 de 2018— y que haya cada vez menos autos exentos de pagar la tasa —los menos contaminantes, que emiten menos de 120 gramos de CO₂ por kilómetro, están liberados del impuesto de matriculación—. 

En realidad, el Gobierno ha establecido un periodo transitorio hasta el 1 de enero de 2021, durante el cual solo se considerará una pequeña parte de la subida de las emisiones determinada por el WLTP sobre las cuales se calcula el impuesto. Según la industria, en esta fase solo un 5% de vehículos que antes estaban exentos pasarían a abonar el gravamen, un porcentaje que se elevaría hasta el 10% o el 20% una vez entrada en vigor la norma en su totalidad.

Fuentes de la industria explican que el aumento en la recaudación se explica principalmente por el incremento de coches de gasolina matriculados y de su peso, lo que provoca un aumento del consumo y con ello de las emisiones. En 2019 los coches vendidos exentos del impuesto cayeron un 17,5% y solo el 59% de los vehículos cumplió los estándares necesarios para ahorrarse el impuesto de matriculación, frente al 68,4% de 2018. 

Fuente: El País