Francisco González (FG) dejó “temporalmente” sus cargos como presidente de honor del BBVA y de la Fundación 19 horas antes de que se celebrara la junta de accionistas de la entidad, que tuvo lugar este jueves en Bilbao. Con el caso Villarejo sobrevolando la reunión, había demasiada presión ambiental en su contra con dos investigaciones abiertas, una en el banco y otra en la Audiencia Nacional, así como unas supuestas comprometedoras grabaciones del antiguo jefe de Seguridad del BBVA, Julio Corrochano, con el excomisario.

La jugada del cese temporal ha estado medida. Al no ser definitiva, Francisco González no ha admitido su culpabilidad en el caso, pero se ha echado a un lado, algo que ha aliviado la presión que tenía Torres. En el comunicado, González dejó claro que se va “mientras concluyen las investigaciones en curso”.

Pero no es una salida inocua. El banco insistió ayer en que ha sido la decisión de FG. Pero, a partir de ahora, ya no está en su mano volver a la presidencia de honor del BBVA, sino que es potestad de Torres y de todo el consejo. Es decir, solo podría recuperar su condición en el banco si el consejo le nombra otra vez.

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González cumplirá en octubre 75 años y está claro que una investigación judicial puede tardar años. Con los datos que se conocen hoy, es muy difícil —aunque no imposible— que las investigaciones concluyan con una sentencia exculpatoria absoluta del expresidente. Los más indulgentes creen que puede tener responsabilidad in vigilando, ya que si Corrochano contrató a Villarejo, el presidente debía saberlo o tenía que haberlo sabido. Es muy difícil creer que este subordinado tuviera tanta capacidad de maniobra sin que haya saltado ninguna alarma interna.

Dentro del banco la sensación es que González se ha ido para siempre, aunque con una jugada maestra y pasando factura a todos con los que se enfrentó. Algunas fuentes también destacan que en ningún momento dice que es inocente de todo lo que se le acusa, aunque afirma que gestionó “siempre con los principios de la ética”.

¿Por qué le ha costado tanto renunciar al cargo?, ¿qué derechos tenía como presidente de honor? Su condición le permitía contar con un gran despacho en el Palacio del Marqués de Salamanca, en Madrid, con secretaria, chófer, servicio de seguridad y tarjeta corporativa. Algunas fuentes del mercado apuntaron que solicitó el uso del avión privado del banco, pero Torres no se lo permitió. Sin embargo, fuentes oficiales del BBVA han negado este extremo y recordaron que bajo su mandato solo lo podía utilizar para actividades profesionales, nunca por motivos privados.

El caso es que la sombra de González se va alejando del BBVA a medida que se ve empañada su aureola de gestor visionario, de ejecutivo independiente en política y, sobre todo, de defensor de la ética en los negocios.

Fuente: El País