Corría el año 1819 cuando el empresario Jacques Laffitte y el economista Jean-Baptiste Say unieron sus fuerzas para levantar en París la primera escuela donde preparar a los cuadros directivos de la Administración francesa en materia de gestión, comercio y economía. Un centro en el que la mitad de los profesores serían académicos y la otra mitad empresarios, y que arrancaría con poco más de una veintena de alumnos vestidos con uniformes de porte militar y dispuestos a convertirse en la élite del conocimiento empresarial de la época. Este es el origen de ESCP Europe, que hoy se define como la escuela de negocios más antigua del mundo y que este año celebra su bicentenario. Una institución vinculada desde 1870 a la Cámara de Comercio e Industria de París que ya en su nacimiento se volcó en la internacionalización, con más del 20% de sus pupilos procedentes de fuera de Francia, y en el aprendizaje de 10 idiomas, según el director de su campus en Madrid, Javier Tafur. Preparaba a Francia para competir fuera de su territorio en un momento en que la iniciativa privada era incipiente y se supeditaba a la pública.

Unos años después, en 1881, al otro lado del Atlántico, el empresario metalúrgico Joseph Wharton fundaría, al auspicio de la Universidad de Pensilvania, la primera escuela de negocios universitaria del mundo: Wharton School. Un modelo que seguirían en cascada Harvard Business School (1908), el MIT (1914), Columbia (1916) y un largo etcétera de instituciones que se convirtieron rápidamente en la flor y nata de la enseñanza de administración de empresas y que hoy siguen formando a los mejores ejecutivos del planeta.

En los años cincuenta del pasado siglo en Estados Unidos se criticó fuertemente el modelo de escuelas de negocios, al considerarlo demasiado vinculado a la práctica y poco a los avances científicos, lo que dio lugar a un nuevo patrón de mayor rigor académico e investigador, explica Xavier Mendoza, profesor de ESADE. España adoptó con un siglo de retraso el sistema de Grande École francés, con la fundación de la Comercial de Deusto, en 1916. Las escuelas de administración de empresas se crearon en nuestro país a finales de la década de los cincuenta. Entonces aparecieron EOI, IESE, Esade, ICADE, EAE, EADA…, recuerda José Luis Bozal, director de la Asociación Española de Escuelas de Dirección de Empresas (AEEDE), “y fueron pioneras en implantar en el Viejo Continente los progranas MBA, gracias a su proximidad al sistema empresarial y su mayor autonomía de gestión, al no formar parte del sistema universitario público”, prosigue Mendoza.

Desde entonces ha llovido mucho. Y aunque en la formación de directivos algunas cosas no cambian, como el método del caso ideado por Harvard, lo cierto es que la gestión empresarial se ha ido transformando conforme lo hacía la economía y la sociedad. Podría decirse que el tiempo le ha pasado factura. Así es como han variado los conceptos dominantes hasta hoy:

1960. Se impone la premisa de la productividad en las organizaciones a través de dos modelos, uno orientado a la eficiencia y otro a la estandarización de los procedimientos. Se trata de un periodo marcado por la necesidad de desarrollo industrial de las empresas.

1970. Aparece el factor humano. La empresa humanística impulsada por Elton Mayo arroja cambios en el management, donde gana importancia el liderazgo y el interés por las denominadas habilidades blandas (soft skills) del directivo, asegura Mendoza, y contrarresta la deshumanización del trabajo industrial.

1980. La década de la eficiencia y la calidad. Por influencia japonesa, se impulsa la mejora continua en las organizaciones, un modelo que sigue General Electric al admitir unas pocas unidades defectuosas por cada millón de unidades producidas con las metodologías Six Sigma. La automatización hace su aparición, según el profesor de ESADE.

1990. La competitividad empresarial se extrema y surge con fuerza el concepto de la gestión del conocimiento dentro de las organizaciones, en las que conviven distintas generaciones y donde la lucha contra la velocidad del tiempo anticipa el futuro.

2000. Es la época donde la nueva economía da el do de pecho con su gran crecimiento; se pone el énfasis en la innovación y en las nuevas tecnologías, factores que impulsarán la internacionalización de las empresas y la posterior globalización, que a partir de aquí van a convertirse en palabras clave para cualquier organización. Es también el momento de la ingeniería financiera, en opinión de José Luis Bozal, de la crisis de las punto.com, la especulación y de escándalos por falseamiento de las cuentas como el de Enron, Tyco o Parmalat. El inicio de siglo hace que la gestión empresarial viva horas bajas y que empiece a poner el punto de mira en la ética de los directivos y la responsabilidad social de las organizaciones, obligada por los inversores y las autoridades.

2008. La crisis financiera lo tiñe todo y el método de gestión en el mundo se llama reestructuración y redimensionamiento. Meter la tijera. Las empresas han de replantearse el grado de riesgos que asumen, explica el profesor de Esade, revisan sus estrategias financieras ante el elevado endeudamiento que asumieron en los tiempos de bonanza y que ahora pone en tela de juicio la viabilidad. La gestión se centra en el repliegue de las empresas hacia el negocio principal y en la búsqueda de diversificación geográfica. La globalización vive su apogeo con la amenaza de China, al tiempo que se replantea el modelo económico neoliberal. Y la opinión pública carga contra los sueldos y las conductas poco éticas de los altos cargos, públicos y privados, por lo que el management de nuevo se vuelca en reforzar la ética; los accionistas activistas así lo exigen, lo que se traduce en mayor transparencia en la rendición de cuentas de las empresas, en el refuerzo del gobierno corporativo.

2013. Estalla la digitalización y se busca el acercamiento directo al cliente a través de Internet. Las nuevas tecnologías lo facilitan y también abaratan los costes de los procesos. Entramos en el momento de la gestión por algoritmos para obtener patrones. Y también en la época de la sostenibilidad tras el Acuerdo de París de 2015. Pero nunca antes el mundo ha sido tan cambiante e incierto, vivimos un momento imprevisible dentro de un modelo económico neoliberal que ha cambiado poco desde la crisis y con una Unión Europea cuestionada, según el director de la AEEDE, donde la gestión de la incertidumbre es el nuevo paradigma de las corporaciones, que tendrán que organizar a tantos robots como personas.

Fuente: El País