Esta cita en Bali será la última de Maurice Obstfeld (Nueva York, 1952) en una reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI). De sus tres años como economista jefe del organismo, este profesor de Berkeley está especialmente orgulloso de haber llevado al servicio de estudios “en la buena dirección”, es decir, a ocuparse más de los países emergentes y menos de Europa, que centró la atención del Fondo durante la crisis del euro.

En su encuentro con EL PAÍS, Maury —como le llaman todos los que le conocen— alerta de la tormenta que ve acercarse. Y destaca la creciente importancia que él y su equipo dan a la desigualdad, un asunto del que hasta hace pocas décadas el Fondo ni siquiera se ocupaba. Ahora, sin embargo, se ha percatado del “gran impacto en el proceso político” que tiene la cada vez mayor distancia entre ricos y pobres.

Pregunta. “El clima económico mundial está empezando a cambiar”, ha dicho Christine Lagarde. ¿Anticipa el FMI una nueva crisis?

Respuesta. Los riesgos se han intensificado. El dólar se ha apreciado y los tipos de interés de EE UU han subido. Esto ha endurecido las condiciones financieras para los emergentes. Y países como Argentina y Turquía son más vulnerables por sus decisiones políticas. El precio del petróleo también es un problema. Pero la mayor amenaza está en el comercio. Ha habido mucho ruido, pero ahora entramos en acciones realmente serias, que aumentan la posibilidad de tensiones mayores. Somos mucho más pesimistas que en abril.

“La división del Gobierno británico puede provocar un accidente en el Brexit”

P. Juntando estos factores, ¿estamos ante una desaceleración de la economía o ante algo más grave?

R. Por el momento, una desaceleración. Pero con una evolución más desigual entre unas economías y otras, lo que genera mayores vulnerabilidades. La probabilidad de riesgos adicionales se ha intensificado. Las condiciones financieras, el petróleo y el comercio son riesgos sistémicos. También hay problemas locales, como Italia. Vemos muchos elementos que nos preocupan.

P. Solo tenemos certeza de una cosa: en algún momento llegará una nueva crisis. ¿Estamos preparados?

R. No. Porque hay mucho menos margen fiscal. No creo que el margen monetario esté agotado, pero claramente hay menos. Nos preocupa también el posible ajuste en la economía china, que podría ser sistémico.

P. Al imponer EE UU aranceles a las importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares, ¿ha comenzado oficialmente la guerra comercial?

R. No sé si usaría ya la palabra “guerra”, pero sí son hostilidades, con amenazas y contraamenazas que generan más incertidumbre. El enfrentamiento entre las dos mayores economías tendrá repercusiones en todo el mundo. Y no serán buenas. Pero todavía estamos a tiempo de dar marcha atrás y negociar.

P. Según el FMI, EE UU sería a largo plazo el más perjudicado por una guerra comercial. ¿Puede Trump dar marcha atrás si empieza a sentir los problemas?

A España: “Se pueden ganar votos revirtiendo reformas. Pero a largo plazo será negativo”

R. Ese impacto negativo ocurriría si EE UU impusiera amplias medidas comerciales y el resto de países tomaran represalias. Eso sería muy doloroso. Pero EE UU puede llegar a acuerdos bilaterales usando los aranceles como amenaza, evitando así la guerra total. Sería menos dañino, pero podría fragmentar el sistema de comercio mundial. Eso también sería perjudicial. Las instituciones de posguerra se crearon para superar una economía mundial fragmentada. Y estos acuerdos bilaterales tienen el potencial de hacernos retroceder décadas en cuanto a una organización eficiente de la economía.

P. Las previsiones del FMI para Europa se basan en un Brexit suave, algo que usted mismo admite que es muy optimista. ¿Cuál sería el efecto de que Reino Unido no llegara a un acuerdo con la Unión Europea (UE)?

R. Sería un gran golpe para las cadenas de suministro, producción y aduanas construidas en décadas. Y no olvidemos los riesgos financieros. Nuestro escenario era optimista porque asumimos un acuerdo en interés de todos. Dimos por hecho un único negociador a cada lado. Pero no es lo que vemos en el Gobierno británico, con divisiones internas y algunos miembros compitiendo por el poder. En este caso, lo mejor para los individuos no es necesariamente lo mejor para el país. Hay espacio para accidentes. Los accidentes ocurren. Y pueden ser muy dañinos.

P. ¿Es Italia la mayor preocupación en Europa?

R. Hay varias, pero Italia es una de las grandes, con la prima de riesgo al alza y un presupuesto que choca con las reglas de la zona euro y que puede destruir la confianza. Pero hay más problemas: la disputa entre Bruselas y Polonia sobre el Estado de derecho es muy importante para el futuro de la UE. Además, los líderes que superaron la crisis anterior se han debilitado, cediendo poder a partidos populistas y nacionalistas. Vemos mucha más fragilidad que cuando la crisis llevó a algunas mejoras importantes en la arquitectura de la eurozona. No fueron perfectas, pero ayudaron mucho.

P. Pero reformas básicas como la unión bancaria no están terminadas.

«Nos preocupa el posible ajuste de la economía china, que podría ser sistémico»

R. La falta de una unión bancaria es una gran vulnerabilidad. Pero no es imposible de lograr. La reducción de préstamos fallidos en los bancos italianos y españoles la hace más factible. También es esencial un mercado único de capitales y aumentar la capacidad fiscal. Aunque la canciller Merkel haya decidido por motivos políticos que algunas de estas ideas era demasiado difícil sacarlas adelante, no veo por qué no se podrán lograr con el tiempo.

P. El FMI cree que España no reducirá su déficit público al 2% ni siquiera en 2023.

R. El déficit y la deuda españoles son grandes problemas, en los que no ha habido progresos suficientes. Pero España ha crecido bastante, fruto de las reformas del mercado laboral. Aunque podrían haber ido más lejos.

P. La misión del FMI en Madrid advirtió sobre el riesgo de que el actual Gobierno socialista revierta reformas del Ejecutivo del PP.

R. Es muy difícil hacer esas reformas, pero muy fácil revertirlas. Hay incentivos políticos para ello. El FMI tiene la ardua tarea de recordar a los países que a corto plazo se puede ganar así algunos votos, pero que a largo las consecuencias para el crecimiento serán negativas.

Fuente: El País