El conjunto de la economía española se gastó el año pasado 13.307 millones de euros en I+D, 88 millones más que en el ejercicio precedente. La buena noticia es que el sector privado elevó un 3% su inversión en I+D. Sin embargo, se trata de un crecimiento ligeramente por debajo del que registró el PIB. Es decir, las empresas mejoran pero ni siquiera consiguen ponerse al mismo nivel de la actividad, con lo que siguen perdiendo participación en la economía por octavo año consecutivo. Eso sí, corrige muy levemente otro problema crónico en esta materia: los cánones internacionales de los países avanzados dicen que el sector privado debería aglutinar en torno a dos tercios de la inversión en I+D. En España solo supone la mitad, y eso se mejora aunque muy poco porque desciende el gasto en el sector público. Se corrige a las malas. 

A pesar de que el sector privado haya aumentado el dinero puesto en esta rúbrica, parte de este incremento se ha visto neutralizado por una caída del 2,7% en la Administración Pública y del 1,5% en la Enseñanza Superior. La austeridad sigue imponiéndose en una de las partidas presupuestarias que más ha sufrido la crisis. Con cifras de los presupuestos realmente liquidados, entre 2009 y 2015 el Estado y sus organismos recortaron esta partida a la mitad. Y estos datos del INE apuntan que en 2016 se registró un nuevo ajuste público. El motivo es que a mitad del año pasado el Estado tuvo que imponer un cierre de gastos para poder cumplir con los objetivos de déficit que exigía Bruselas. Y eso ha dejado sin ejecutar muchas partidas de I+D.

Como resultado, la recuperación del I+D es tibia, sin impulso público y a muy larga distancia de lo que ocurre en Europa. Mientras que en la UE se gasta un 27,4% más que en 2009, en España todavía se desembolsa un 9,1% menos, según datos de la Fundación Cotec extraídos de Eurostat. El retraso español es manifiesto. Junto a Portugal y Finlandia, España compone el pequeño grupo de países de la UE donde no se han restablecido los niveles de I+D previos a la Gran Recesión. En el contexto europeo, España ha perdido tres posiciones con la crisis y queda en el puesto 17 de los 28 estados miembros. Entre 2009 y 2016, se han perdido 13 de los 21 puntos de convergencia que España había recortado entre 2000 y 2009. En la actualidad, la inversión en I+D solo supone el 59% del gasto medio en la UE. Países como Estonia, Eslovenia, Hungría, República Checa o Portugal presentan niveles más altos. “Seguimos perpetuando un modelo productivo de elevado riesgo que nos deja a la cola de Europa”, sostiene Jorge Barrero, director general de Cotec.

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Un cóctel explosivo de empresas demasiado pequeñas, predominancia de sectores de baja cualificación, una universidad poco vinculada con las empresas en el I+D y una banca que no suele financiar proyectos basados en conocimientos intangibles dificultan mucho una mejora del I+D.

Tampoco los sucesivos Gobiernos se han volcado como deberían. Sus planes para fomentarlo no terminan de funcionar. Se ha desarrollado un régimen de ayudas fiscales a las empresas que figura entre los más generosos del mundo, según un estudio del FMI. Sin embargo, de estos incentivos se benefician sobre todo las grandes por lo que ya hacen de todos modos. Respecto al gasto público, se intenta cada vez más fomentar los créditos en lugar de los subvenciones directas. Y ni las universidades ni las instituciones públicas saben o tienen la capacidad para contraer crédito. De modo que muchas de esas ayudas no se aprovechan.

Y lo peor es que España está a la cola de la región que se encuentra más retrasada. Según el último estudio de la OCDE, Estados Unidos, China, Corea o Japón están dejando muy atrás a Europa en toda lo referente a tecnología.

Fuente: El País