La eólica marina u offshore es quizá la gran olvidada del desarrollo renovable en España, pese a su potencial en Canarias, Galicia, Tarragona (Cataluña) y Tarifa (Cádiz), identifican en la Asociación Empre­sarial Eólica (AEE), y pese a la presencia de una industria muy potente –incluida la naval, clave también para apuntalar esta tecnología–, que invierte mucho en I+D y que es ya un referente mundial en parques terrestres.

El hecho de que el país tenga solo 5 megavatios instalados en Gran Canaria, frente al total acumulado de 8.200 de Reino Unido o los 6.400 de Alemania –datos de la patronal europea WindEurope–, muestra el pobre recorrido que ha tenido esta modalidad energética. Elisa Elican, como se llama esta estructura flotante con torre telescópica y que no requirió grúas marinas para su instalación en 2018, fue desarrollada y patentada por la ingeniería Esteyco en consorcio con Siemens Gamesa ALE, UL Dewi y la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan).

La AEE cree que la ‘offshore’ puede aportar entre 3 y 5 gigavatios en 2030

“El reto es regulatorio. Hace falta adaptar y simplificar la norma de 2007 desde el punto de vista del coste, del desarrollo tecnológico y del nivel de ambición. Establecer las zonas de incorporación y trabajar en la ordenación del espacio marítimo [previsto para marzo de 2021] y el marco retributivo”, señala Juan Virgilio Márquez, director general de la AEE y presidente de la plataforma tecnológica del sector Reoltec, al término de una jornada para impulsar su crecimiento, celebrada en el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI).

Márquez, partidario de que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) –en fase de consulta– incluya unos objetivos específicos de eólica marina a 2030, cree que en diez años puede aportar entre 3 y 5 gigavatios. Aprovechando, además, su menor coste, otro de los escollos pasados: en la última subasta en Dunquerque (Francia) se ha adjudicado a 44 euros el MWh para colocar máquinas en 2025, apunta. Y se espera que baje más.

Vista de la plataforma flotante BlueSath de Saitec. Vista de la plataforma flotante BlueSath de Saitec.

El renacer renovable ha puesto otra vez a las empresas manos a la obra. La vasca Saitec probará en el primer trimestre de 2020 durante 12 meses un prototipo flotante de 30 kW y 18 metros de altura, BlueSath, en Abra del Sardinero (Santander). El objetivo es reproducir a escala media (1/6) el comportamiento de un aerogenerador flotante de 10 megavatios, explica su director técnico, David Carrascosa.

Y la catalana X1 Wind ensayará otro de 225 kilovatios, PivotBuoy, en abril en Canarias. La meta es reducir el peso un 80% y los costes un 50% respecto a las fórmulas spar (cilindros verticales de acero) y semisumergibles (hay hasta siete tipos de soportes flotantes diferentes), cuenta Alex Raventos, CEO de la compañía. Este sistema de amarre por punto recibió cuatro millones de euros del programa europeo Horizonte 2020.

EnerOcean (Málaga) es otra de las firmas que probó en la primavera pasada un prototipo con dos turbinas de 6 megavatios, el W2Power, también en Canarias, convertido en laboratorio de pruebas. “Es el sistema más barato por coste de energía producida”, arguye su presidente, Pedro Mayorga Rubio. Por tanto, la apuesta española es flotante, frente a la fija o bottom fixed (cimentada al fondo marino y que domina hoy el mercado), porque permite colocar parques a más de 50-500 metros, según la AEE.

El sector pide actualizar la regulación y fijar un marco retributivo

“La ausencia de una plataforma continental en gran parte de la zona costera española hace inviable tanto técnica como económicamente el desarrollo de grandes parques eólicos marinos fijos en aguas profundas y deja la flotante como única alternativa”, esgrime Carrascosa. La intención es buscar soluciones más potentes y eficientes energéticamente, resistentes al embate de las olas, flexibles, baratas, con menor impacto ambiental y que puedan ponerse en operación a gran escala.

No solo la profundidad, la distancia de la orilla o las condiciones climatológicas adversas limitan su empuje, las empresas añaden la necesidad de grandes infraestructuras portuarias para gestionar las pesadas y extensas plataformas y turbinas (que afecta más a EE UU que a Europa, con astilleros de toda la vida), las trabas administrativas, la escasa financiación (Bruselas y el CDTI, entre los más activos) o el peligro de “morir de éxito” ante tanta I+D en papel y poca materialización de los proyectos.

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«En España hay hasta siete tecnologías diferentes de plataforma flotante que se están desarrollando, por lo que la ausencia de parques eólicos flotantes o proyectos demostradores no es, evidentemente, por falta de tecnologías disponibles, sino más bien por falta de planes estratégicos e instrumentos financieros, como subvenciones, subastas específicas o tarifas bonificadas. De hecho, en este último concepto, existen ubicaciones en territorio español en los que ni siquiera la eólica flotante en fase precomercial aumentaría el coste actual de producción energética como es el caso de Canarias. Se necesita, por lo tanto, el apoyo político y una apuesta firme por el desarrollo de estas nuevas energías renovables de bajo impacto y grandísimo potencial», insiste Carrascosa.

Y desde la AEE añaden: “La búsqueda de sinergias industriales y tecnológicas (astilleros, siderurgia, manufactura) es vital”.

Datos relevantes

Auge. Un informe reciente de la Agencia Internacional de la Energía prevé que la offshore alcance en Europa los 130-140 GW de potencia en 2040 por la caída de los costes y el progreso tecnológico (turbinas más grandes y avances en flotante). Vaticina, incluso, que será la principal fuente de generación en 2050. Pero su aporte puede ser mayor. Un nuevo informe publicado esta misma semana por WindEurope recoge que puede llegar a 450 GW, 13 GW en España, como parte del escenario que maneja Bruselas para conseguir la neutralidad climática en tres décadas.

Liderazgo. Siemens Gamesa encabeza la fabricación (suministró el 62,2% de toda la potencia instalada en 2018), recoge WindEurope. Le sigue MHI Vestas Offshore Wind, con el 33%. En cuanto a los dueños de parques, Iberdrola se sitúa en octavo lugar tras Ørsted, E.ON, Vattenfall, Innogy, Macquarie Capital, Northland Power y Stadwerke München.

Fuente: Cinco Días