Qué tienen en común la multinacional francesa L’Oréal con el Hospital Clínico de Valladolid y el campus universitario Miguel Delibes? La respuesta está en los montes de Castilla y León, cuyos residuos forestales suministran buena parte de la energía que permite el funcionamiento estas tres grandes instalaciones.

La fábrica de L’Oréal situada en Burgos recibe electricidad, vapor, agua caliente y fría procedente de la planta de biomasa (fracción orgánica de residuo sólido urbano, biomasa forestal, restos agrícolas como paja de cereal) de Villalonquéjar. Algo parecido ocurre en Valladolid, donde numerosos edificios públicos —el hospital, la universidad, polideportivos, sedes administrativas y la Escuela de Arquitectura, entre otros— se abastecen de calefacción y agua caliente de una red conectada a una planta de generación con biomasa forestal. En este caso, el biocombustible que se utiliza como materia prima para producir la energía térmica son 11.000 toneladas anuales de astillas de madera. Desde 2015, esta planta (la más grande de España en calefacción distribuida) ha reducido cada año un total de 9.740 toneladas de emisiones de CO₂ a la atmósfera, al sustituir los combustibles fósiles por una energía limpia. Estos ejemplos demuestran las enormes posibilidades que tienen la biomasa y el aprovechamiento de los recursos forestales para generar energía. Castilla y León es la comunidad autónoma con la mayor superficie forestal certificada por la entidad PEFC España, con 727.378 hectáreas de bosques, que representan casi el 33% del total en nuestro país. Este potencial explica por qué este territorio es puntero en la producción de biocombustibles sólidos, como pellets (250.000 toneladas al año) y astillas (300.000 toneladas).

Cifras alentadoras

Desde la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom) aportan más datos que confirman el peso que tiene el sector en esta comunidad autónoma. Las existencias de biomasa seca en los montes de Castilla y León ascienden a 225 millones de toneladas, con un crecimiento anual de 6,5 millones de toneladas. De ellas, unas 700.000 se destinan a la bioenergía. «Las instalaciones de biomasa situadas en el territorio evitaron en 2016 la emisión de 860.000 toneladas de CO, lo que equivale al dióxido de carbono que generan 573.000 vehículos durante un año», avanza el presidente de Avebiom, Javier Díaz.

«La biomasa es una alternativa barata, ecológica y eficiente a los combustibles tradicionales como el gasóleo o el carbón, y presenta muchas ventajas que están motivando este crecimiento», admite el profesor de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de León David Borge. Sus beneficios no solo son a nivel medioambiental. Borge apunta otra idea importante: son proyectos que suponen «un revulsivo total» para la actividad económica en las áreas rurales. «Permiten fijar población e incluso atraen a nuevos vecinos, dinamizan la economía y abren una vía de futuro para estas zonas rurales, que sufren una gran despoblación», añade. Y en un territorio como Castilla y León, donde el 90% de sus municipios tiene menos de 1.000 habitantes, esto resulta vital para garantizar el futuro.

Lo saben bien en Soria, donde a pocos kilómetros de su capital se ubica el Centro de Desarrollo de Energías Renovables (Ceder), una instalación pionera en España en el campo del aprovechamiento energético de la biomasa. Aquí trabajan 60 personas, muchas de ellas investigadoras y con formación técnica cualificada. El centro ha cumplido ya 30 años y casi desde el principio se centró en la investigación sobre las posibilidades que ofrece este biocombustible. «En biomasa trabajamos en toda la cadena de valor, desde el desarrollo de cultivos energéticos para su utilización hasta toda la preparación de biocombustibles (pellets, astillas, huesos, cáscaras) y su aprovechamiento», explica su directora, Raquel Ramos.

Tierras marginales

En estos momentos, el Ceder participa en un estudio europeo para desarrollar cultivos en tierras agrícolas marginales, que se caracterizan por suelos pobres de materia orgánica y climas extremos. «Tenemos plantaciones experimentales de un cultivo leñoso, el olmo siberiano, y de un agropiro, que es una gramínea alternativa. Ambas especies proporcionan bastante biomasa», relata Ramos. Otro de los proyectos en los que trabaja Ceder desde el año 2013 es en el aprovechamiento de biomasa de formaciones arbustivas, zonas de matorrales donde no está desarrollado el bosque arbóreo y que son el origen de muchos incendios forestales, pues son lugares que no se limpian. «Hemos trabajado con las escobas de la sierra de Ávila, con los brezos de El Bierzo, los jarales y estepas en Soria… Ayudamos a evitar fuegos y a la vez son materiales a los que se les puede sacar partido», añade la investigadora.

En Castilla y León existen casi 60 megavatios (MW) de potencia eléctrica instalada que utiliza biomasa. La red está conformada por más de 24 instalaciones, que han supuesto inversiones por valor de 100 millones de euros, generan alrededor de 550 empleos y aprovechan de manera adecuada 500.000 toneladas cada año de diferentes tipos de biomasa, según datos de la Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno regional. Respecto a la biomasa térmica, la comunidad autónoma cuenta con más de 900 MWt instalados, a través de un número indefinido que supera la cifra de 10.000 instalaciones de diversos tamaños, lo que supone unas inversiones de unos 200 millones de euros, 750 empleos y 175.000 toneladas/año de biomasa consumida.

Y los proyectos se multiplican en todas las provincias castellanoleonesas. El más importante por volumen económico (112 millones de inversión), empleo generado (450 puestos de trabajo) e impacto económico y social, que está actualmente en ejecución, es la planta de biomasa en Cubillos del Sil (León). Esta instalación tendrá una potencia instalada de 49,9 MW y se alimentará con unas 280.000 toneladas anuales de biomasa, sobre todo de origen forestal. Pero hay muchos más: las grandes plantas de generación eléctrica de Garray y Briviesca; la investigación en bioetanol de la planta de Babilafuente o del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León en Benavides de Órbigo; la planta de biogas de Enusa en Juzbado (Salamanca); la red de calefacción de biomasa en Navaleno o la de Soria, la primera en una capital de provincia. Son solo algunos ejemplos del tesoro energético que se oculta en los montes de la región más extensa de España.

Fuente: El País