La zona financiera de Madrid tiene una disponibilidad de oficinas bajo mínimos. Concretamente el stock disponible en Azca se queda en el 4%, un nivel que no se había visto desde 2006, según se desprende de un estudio presentado ayer por la consultora inmobiliaria Cushman & Wakefield. El impulso llega tras la reforma de grandes inmuebles de la zona y la llegada de nuevas empresas.

Azca, en el lado oeste del paseo de la Castellana desde Nuevos Ministerios a la plaza de Lima, ha vivido en los últimos años una metamorfosis. El calcinado edificio Windsor fue sustituido por Torre Titania, promovida por El Corte Inglés, a la vez que KPMG dejó Torre Europa para irse al entorno de las Cuatro Torres y BBVA dejaba su histórica sede en el número 81 para mudarse a La Vela en Las Tablas.

Esos movimientos dieron la oportunidad de que los grandes propietarios emprendieran reformas de los inmuebles, a los que se sumó la antigua Torre Ederra, en el número 77 (propiedad de GMP), o la de Alfredo Mahou, de Mutua Madrileña. Las profundas rehabilitaciones han provocado, a su vez, la llegada de nuevas empresas.

La contratación de espacios de oficinas en Azca en los nueve primeros meses del año alcanzan los 32.700 m2, más que todo el pasado año, según el estudio de Cushman & Wakefield. El stock total en el distrito financiero es de 473.100 m2 y la cifra disponible ha caído al 4% desde el máximo del 16% en 2016.

“Azca se mantiene como la zona más atractiva para las empresas en el mercado de oficinas en Madrid, tanto en ocupación como en rehabilitación y calidad constructiva de los inmuebles”, afirma Alfredo Collar, socio de Cushman & Wakefield. “Es una referencia para otros submercados, y así lo reflejan sus rentas prime, que están en línea con las rentas máximas que se dan en la ciudad”, explica.

De hecho, los precios de los alquileres que pagan las empresas ha pasado de un mínimo de 24 euros al mes por m2 en 2014 para los espacios prime, a los 34,5 euros con los que se cerrará este año, cerca de la renta que se pagaba en 2008, antes de la crisis.

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Fuente: El País