El 14 de agosto de 2018 colapsaba el puente Morandi al oeste de Génova dejando 43 muertos. Unas imágenes duras que quedaron grabadas para siempre. La empresa española Maxam participó en la demolición controlada de esta construcción el pasado mes de junio, “donde nuestros 1.000 detonadores electrónicos y nuestra asesoría técnica fueron factores decisivos para el éxito de la operación”, explican desde la compañía.

La trayectoria de Maxam discurre por tres siglos en los que ha cambiado varias veces de nombre: fundada por Alfred Nobel en 1872 como Sociedad Española de Dinamita (SED) pasó a convertirse en Unión Española de Explosivos, luego Unión Explosivos Riotinto y en 2006 Maxam. Cambios de denominación que atienden a procesos de fusiones y a nuevos enfoques de la compañía que ahora divide su actividad en cuatro partes: soluciones de voladura, cartuchos y componentes, defensa y seguridad, y productos nitro químicos.

Una empresa que enfrenta nuevos retos, como la reciente instalación de una fábrica en China y un importante cambio accionarial. En agosto del pasado año, el fondo Advent International vendía su participación del 45% en Maxam a otro grupo de capital riesgo, Rhône Capital.

En 2019, además de la voladura controlada del puente Morandi, Maxam ha participado en proyectos internacionales, como la ampliación del puerto de Singapur —“consistente en ganar 294 hectáreas al mar para la construcción de un muelle de nueve kilómetros y que supone la mayor voladura subacuática desarrollada hasta el momento”— y la construcción del túnel de Brenner —“el túnel de ferrocarril más largo del mundo: 64 kilómetros a través de los Alpes europeos”—, indican desde la empresa, con sede en Madrid.

Maxam empezó su proceso de internacionalización en 1988 y actualmente menos de un 10% de la facturación procede de España. Y en esta búsqueda de nuevos mercados, el equipo directivo de Maxam, con su presidente José Fernando Sánchez-Junco al frente, volvía a finales del pasado octubre de inaugurar una planta en Shandong (China) junto con socios locales, Shandong Tianbao y Weihai Yuiboqiang. Una fábrica de 455.000 metros cuadrados y que tiene capacidad para producir 10.000 toneladas de hidrogel encartuchado y 60 millones de detonadores al año. “Supone la consolidación efectiva de nuestra presencia en Asia y allí produciremos algunas de nuestras últimas soluciones tecnológicas para minería, canteras e infraestructuras”, explican desde Maxam.

La apuesta por China con una inversión estimada de 70 millones de euros obedece a dar servicio al mayor consumidor de minerales del mundo. “China es uno de los mercados de explosivos civiles más grandes y de mayor crecimiento. Es el mayor productor de carbón (46%) y de tierras raras (80%) y lidera la extracción de otros minerales considerados estratégicos, como son el grafito, el vanadio, el indio, el tungsteno, el galio, el antimonio, el telurio, el cadmio y el molibdeno”.
Ventas de 1.130 millones

Y este emporio de los explosivos —ahora eufemísticamente se denomina material energético— ofrece cifras propias de una empresa del Ibex 35. Maxam tiene 140 filiales, está presente en 50 países y desarrolla operaciones comerciales con otros 100 países. Emplea a 6.500 trabajadores y cuenta con 80 plantas industriales. Es el primer operador en Europa y el segundo global en el segmento de soluciones de voladura. “Colaboramos con las mayores compañías mineras en todo el mundo”. Su facturación y beneficios también son los propios de una gran compañía. A cierre del año fiscal en marzo de 2019 su facturación rozaba los 1.130 millones, con un beneficio de 166 millones.

Desde Maxam confían en mantener el ritmo de expansión durante los próximos años: “Nuestra actividad principal es el desarrollo y aplicación de soluciones de voladura para minería, canteras e infraestructuras. Existe una tendencia global que arroja grandes oportunidades de crecimiento para el sector minero”, argumentan. “En primer lugar, el avance de la población mundial, la urbanización y el incremento de los niveles de vida seguirán generando un aumento de la demanda de minerales en las próximas décadas. Por otra parte, las nuevas tecnologías demandan un consumo cada vez mayor de metales como oro y cobre”, añaden estas fuentes.

Maxam tiene dos grandes grupos de accionistas. El 55% de su capital está en manos de directivos de la compañía agrupados en torno a su presidente y consejero delegado Sánchez-Junco, y el 45% está controlado por Rhône Capital. Entró en la compañía tras la venta de Advent International estimada en unos 600 millones de euros y a la que se presentaron otros inversores. BC Partners y Wendel Group fueron, según fuentes del mercado.

En este acuerdo de venta, según Maxam, no intervino el equipo directivo sino que fue una negociación entre ambas partes. “Confiamos en que el nuevo inversor Rhône Capital trabaje con el equipo de gestión y contribuya al crecimiento. Tenemos una larga trayectoria colaborando con compañías de capital riesgo que, sucesivamente, han formado parte de nuestro accionariado y siempre han apoyado nuestros planes estratégicos y de crecimiento”, explican.

El relevo en su socio no obedece a necesidades de financiación de la compañía que, según explica, firmó el pasado mes de julio un crédito sindicado por un total de 600 millones de euros que “nos aporta financiación a largo plazo para desarrollar nuestra estrategia de consolidación como compañía global”. Desde Maxam evitan hacer comentarios sobre una posible salida a Bolsa de la firma que, según el último intercambio de acciones entre el capital riesgo, supone valorar la empresa en unos 1.400 millones de euros, una cifra suficiente para figurar entre los grandes del mercado español.

Espíritu de innovación

En 1872 el sueco Alfred Nobel —inventor de la dinamita y creador de los premios que llevan su nombre— fundó la Sociedad Española de Dinamita (SED) en Galdácano (Vizcaya), origen de la actual Maxam. La compañía cuenta con 117 profesionales dedicados en exclusiva a la I+D+i en cuatro polos tecnológicos. Destacan el Centro Tecnológico de Propulsantes situado en Murcia y único en Europa, y el Centro Tecnológico de Materiales Energéticos en Burgos. “El espíritu innovador y emprendedor del fundador de la compañía sigue presente hoy día. Una de las grandezas de Alfred Nobel fue su capacidad para combinar la mente de un científico y de un inventor con el dinamismo y foco industrial de un emprendedor. Nobel creía que el futuro solo es posible a través del progreso constante. Nosotros aunamos nuestro conocimiento técnico y tecnológico con la innovación”, dicen en el grupo.

Fuente: El País