El propietario de una pequeña empresa de alimentación catalana dedicada a la elaboración de paté de aceitunas, Roberto Ruiz, envió una carta de urgencia a principios de octubre a los establecimientos con los que colabora. Llevaba por título «S.O.S. Solidaridad para las pequeñas empresas de Cataluña”, y había pasado algo más de una semana desde el referéndum de independencia. Ruiz, como otros pequeños empresarios, empezaba a notar los efectos económicos del desgaste político. Decidido a evitar un boicot como el de 2006 que dejó importantes secuelas, especialmente en el sector del cava catalán, Ruiz pedía a los establecimientos de Valencia, Madrid o Málaga que no dejaran de vender su producto.

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“No queremos renunciar a nuestro producto, olivades de autor catalanas, pero tenemos el 70% de nuestro mercado en España”, explica Ruiz sobre su empresa, Roberto & Lázaro, que factura entre 60.000 y 80.000 euros al año. Este pequeño empresario se muestra orgulloso de su proyecto, “bonito y encantador” y de la cercanía con los clientes, con los que la distribución es directa. “Hace unos días, en un colmado de Valencia nos dijeron que estaba costando vender nuestra olivada, y que, por ejemplo, ya solo comercian con un cava catalán: la gente está comprando champán”, lamenta.

Ruiz asegura que la situación no es tan dramática como en 2006, cuando el boicot a los productos catalanes estaba “orquestado” y hasta venía alentado por algunos políticos. “Es el comprador, que está cansado del tema independentista”. Aún así, este empresario asegura que “la desbandada es impresionante”, y que hay sectores muy afectados, aunque explica que todavía es pronto para calibrar el daño con datos: “Estamos angustiados”, se limita a decir. Algunos empresarios como él, especialmente de la industria del cava y de las bodegas de Sant Sadurní d’Anoia, por ser uno de los productos más fácilmente identificables con Cataluña, se han dirigido en las últimas semanas a la Generalitat y a su departamento de Empresa para presentar su caso.

Fuentes del departamento explican que han llevado a cabo algunas reuniones, y que están pendientes de cómo se desarrolla la situación, pero aseguran que pueden hacer más bien poco ante una circunstancia que depende de una decisión individual de cada consumidor. Es por esta razón por la que Ruiz decidió hacer una llamada casi desesperada a sus colaboradores del resto de España, para que sigan promocionando los productos catalanes y para que cuenten con ellos. “No podemos esperar nada de los políticos, pero tenemos que seguir existiendo”, concluye.

Fuente: El País