¿Por qué somos tan diferentes al resto de europeos en cuestiones relacionadas con la desigualdad de ingresos y de oportunidades? Somos el país donde mayor es la diferencia entre lo que ganan el 20% más rico y el 20% más pobre, casi siete veces; donde más ha aumentado la pobreza y el número de trabajadores pobres desde el inicio de la crisis; donde menos han crecido los salarios y más las remuneraciones de los altos ejecutivos de grandes empresas reguladas o con poder de mercado; y, donde más han aumentado los contratos temporales y a tiempo parcial. Todo esto es algo que me desconcierta como economista y me desasosiega como ciudadano. En todo caso, las consecuencias (económicas, sociales, individuales, familiares) son demoledoras.

Uno de los aspectos más intrigantes de estas anomalías españolas es el exceso de contratos temporales en relación a todos los demás países europeos. No es fácil de entender. En cualquier caso, las consecuencias son dramáticas, especialmente para los jóvenes. No les permite hacer planes estables de futuro. No se pueden emancipar y hacerse responsables de sí mismos. La temporalidad obliga a las jóvenes españolas a tener que elegir entre tener un empleo o tener un hijo.

Dejando de lado la temporalidad que viene de la utilización fraudulenta de este tipo de contratos, algo que debe ser perseguido, mi desconcierto con el exceso de temporalidad viene de dos circunstancias. En primer lugar, del hecho que los empresarios y directivos responsables (aquellos que gestionan un proyecto empresarial de largo plazo, no un simple negocio oportunista) saben que ese exceso es malo para sus empresas: aumenta la rotación laboral, obliga a mayores gastos de formación y penaliza la productividad y la competitividad a largo plazo. En segundo lugar, del hecho que a medida en que se han ido endureciendo las condiciones para la utilización de los contratos temporales (reducción del tiempo máximo y aumento de la indemnización) el beneficio derivado del menor coste del despido se ha ido reducido. Si no hay una ventaja económica clara, ¿qué es lo que lleva a las empresas españolas a utilizar un exceso de trabajadores temporales sobre el que utilizan las europeas?

Mi hipótesis es que el exceso de temporalidad es un problema derivado por una determinada “cultura” empresarial y sindical. Cultura entendida en el sentido de un conjunto de valores, actitudes y prácticas que influyen en las decisiones de contratación. Veamos.

Los empresarios y directivos saben por experiencia que si se ven obligados a hacer algún ajuste de plantilla no es lo mismo hacerlo sobre trabajadores fijos que temporales. El primero acostumbra a provocar fuertes conflictos y enfrentamientos, tanto con los trabajadores y sindicatos como en el entorno social y en los medios de comunicación. Esto genera un serio problema reputacional para la empresa que los directivos tienen en cuenta. Por el contrario, si el ajuste recae sobre trabajadores temporales, ese efecto reputacional es menor o inexistente. Eso es debido a que tanto los sindicatos como los trabajadores fijos y la sociedad del entorno lo aceptan mejor. Hasta los propios trabajadores afectados lo aceptan sin conflicto. Su percepción de temporalidad hace que vean la no renovación como una fatalidad inevitable.

Este efecto reputacional ha generado una “cultura” de contratación temporal que legitima el exceso de contratación temporal. Esta cultura es compartida también por los sindicatos. Como sus afiliados y votantes son en su mayoría trabajadores fijos, la pérdida de afiliación y apoyo sería muy elevada si tratasen a todos los trabajadores como iguales. Por experiencia sindical saben que unos son más iguales que otros.

Si esta hipótesis es acertada, el endurecimiento legal de la temporalidad no tendrá los efectos deseados por sus proponentes. Hay que cambiar esa cultura. Una cultura que la reforma laboral de 2012 contribuyó en muy buena medida a fortalecer.

En un acto en el Consejo Económico y Social (CES) el pasado miercoles, el secretario general de CC.OO, Unai Sordo, presentó a debate un documento titulado “Una propuesta para terminar el exceso de contratación temporal”. La idea central de la propuesta es recuperar la negociación como la vía más adecuada para afrontar el problema. Tuve la oportunidad de participar y sostener esta idea de la cultura de la temporalidad como un elemento a incorporar a la propuesta. No todos la vieron de buen grado, pero percibí una amplia aceptación. En todo caso, la propuesta es oportuna porque el exceso de temporalidad tiene efectos sociales y económicos devastadores.

Fuente: El País