La biotecnología, unión de ciencia, ingeniería y los elementales procesos que hacen posible la vida, suena a veces como algo demasiado ambiguo, lejano y sin apenas cabida en nuestra vida. Y nada más lejos de la realidad: desde hace décadas se generan aplicaciones que están y permanecen muy cerca de nosotros, desde el ámbito farmacéutico a la producción de nuevos materiales, pasando por un sinfín de casos de uso de los que apenas nos damos cuenta, como bioenergía, bioplásticos y otros productos de uso industrial. En las últimas décadas, la población mundial ha experimentado un importante crecimiento y una de las razones que más han influido son los espectaculares avances en materia de salud.

En España, la actividad biotecnológica tiene un cada vez mayor peso en la economía y sus perspectivas son de mantener una evolución positiva y progresiva a medio y largo plazo, tanto en el área de biotecnología, como principal subgrupo relacionado con la alimentación y la medicina, como en agricultura e industria.

Baste comentar algunos datos: el impacto de la actividad de las empresas del ramo alcanzó en 2017 el 0,7% del Producto Interior Bruto, con un total de 7.300 millones de euros. Generó 108.000 empleos, de los que más de 2.000 son directos. A su vez, las biotecnológicas aportaron un total de 2.600 millones a las arcas públicas. De esta forma, y según el último informe de Asebio (Asociación Española de Bioempresas), la aportación directa e indirecta a la economía es del 8,6% del PIB, si incluimos las empresas cuya actividad es la biotecnología pura y las que la llevan a cabo de manera indirecta. Cabe destacar también que el volumen de capital atraído solo en 2017 fue de 149 millones de euros, lo que supuso un alza del 17% con respecto al ejercicio anterior.

Este escenario genera una cada vez mayor confianza del inversor extranjero hacia compañías españolas, algo que no había ocurrido hasta ahora, y que refleja la tendencia apuntada en los principales mercados mundiales.

La tendencia a largo plazo del aumento de la esperanza de vida de la población mundial se ha traducido en un constante incremento del gasto público y privado en salud. Todo ello ha generado grandes inversiones en I+D, sobre todo en países como Estados Unidos, y facilitado un sistema de patentes que ha permitido un importante grado de protección para los beneficios empresariales, a la vez que de resistencia a los ciclos económicos adversos.

¿Y qué ocurre con el sector en España?. Los expertos señalan que las perspectivas son sólidas para 2019. Aunque apenas está representado en la Bolsa española, sí lo integran empresas en plena expansión y crecimiento, con un sólido plan de desarrollo en nuestro país y que ofrecen un buen potencial de revalorización.

Son empresas, en especial las de capital cien por cien español, que deben hacerse un hueco con gran esfuerzo y en solitario en un panorama sectorial muy competitivo: compañías como Neol Bíosolutions, que desarrolla, además de patentes en la esfera de los bioplásticos y la bioenergía, un aceite enriquecido en DHA mediante el cultivo de una microalga de su propiedad tras años de investigación. Se trata de un Omega 3 que, a diferencia de los provenientes del pescado, aporta una mayor concentración de DHA, está libre de contaminantes medioambientales (mercurio, plomo, PCB, etc.) y no agota los recursos marinos. La autorización para elaborar el Omega 3 por parte de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), así como de los reguladores europeos, permitirá el inicio de su fabricación en un breve plazo, con lo que eso supone en creación de riqueza y empleo. Una compañía que, como tantas en España, tiene en la innovación el catalizador para despertar el interés inversor.

El avance del sector es un hecho, al igual que su potencial de crecimiento, gracias no solo a la aportación de capital en investigación (578 millones de euros en I+D, según recoge el INE en su Encuesta sobre Innovación de Empresas en 2016) sino al trabajo de gestores y a grandes especialistas. El incremento en el número de patentes producido cada año, pese al todavía deficiente marco de incentivos por parte de la Administración Pública, así lo demuestra.

Vicente Mira es economista y consejero de Neol Bíosolutions

Fuente: Cinco Días