La industria musical española ya pasó su momento más difícil y lo ha hecho gracias a internet. Tras más de diez años cayendo por la piratería, 2016 fue el tercer año consecutivo de crecimiento para el negocio discográfico. Un aumento que ha sido modesto en la facturación total (1,67%) pero extraordinario en las ventas digitales (25,92%), según datos de Promusicae. Tanto, que por primera vez en su historia las discográficas ya facturan más por internet que vendiendo discos.

Según la asociación de productores de música, el empujón digital se debe «al éxito indiscutible del streaming«, la tecnología popularizada por Spotify y Netflix para escuchar canciones o ver películas por internet sin necesidad de descargarlas. Como explica el presidente de Promusicae, Antonio Guisasola, el streaming logró lo que la venta de álbumes y canciones en la web no pudo. «Las descargas tuvieron su momento de crecimiento pero no llegaron a sustituir con ventas digitales la caída que había en las ventas físicas», asegura Guisasola. En España, la alternativa gratuita a pagar por bajarse canciones parece que gusta demasiado: solo en 2016 hubo 4.128 millones de accesos ilegales a contenidos en internet, según los datos de la Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos.

El streaming corre con ventaja porque no compite directamente con la descarga ilegal de canciones. Primero, porque también puede ser gratuito (a cambio de escuchar publicidad). Y segundo, porque no es un producto equivalente. Poder elegir qué canción escuchar en cada momento sin necesidad de grabar toda la discoteca en la memoria del teléfono es una de las ventajas más obvias de Spotify, Apple Music y Youtube, por no hablar de las listas compartidas y las sugerencias de nuevas canciones.

Para Nando Luaces, de la discográfica independiente Altafonte, el streaming ha significado mucho más que una fuente de ingresos. Le ha permitido llegar a países de Latinoamérica donde «antes era prácticamente imposible por lo difícil que era la distribución física. Pero hoy lo ponemos en Spotify o en Apple Music y llega instantáneamente», asegura Luaces. «A las [discográficas] independientes se nos amplió un mercado al que antes solo llegaban las grandes, las que tienen cierto control de la distribución».

  • Conexión total

Luaces no lo atribuye todo al streaming. Según él, esa distribución en el exterior también se hizo posible por las redes sociales, que permiten «un diálogo directo entre los artistas y su público a nivel global y también que un músico pueda comunicarse con sus fans en cualquier parte del mundo».

El otro factor del crecimiento ha sido la ubicuidad de la música. Ahora que el teléfono nos tiene conectados día y noche, las discográficas ya no necesitan esperar a que nos sentemos frente al ordenador para empezar a facturar por las canciones que escuchamos. Una tendencia que, según Nicolás Giménez, de la empresa especializada en distribución de entretenimiento para móviles Telecoming, «irá al alza en los próximos años por la consolidación del móvil como dispositivo estrella para el consumo digital y por la entrada de nuevos terminales conectados».

Pero, ¿cómo ha sido esa evolución en las grandes discográficas? Según los datos de Telecoming, igual. Tanto en Universal como en Sony y en Warner, el negocio digital español pasó en 2016 la frontera de la venta de discos y se convirtió en la principal fuente de ingresos gracias a los contratos globales que las tres tienen con Spotify y, en los últimos años, también con Apple Music.

  • Las nuevas reglas del juego

A lo largo de 2017, Spotify firmó un nuevo contrato con las grandes discográficas en el que acordaba darles menos por las canciones que escuchan los usuarios sin suscripción (los que tienen publicidad) a cambio de pagarles mejor las que escuchan los usuarios premium. Si bien la diferencia de pago a discográficas según el tipo de usuario siempre existió, Spotify la aumentó en 2017 para reducir las pérdidas que le ocasionaban los gratuitos.

Según José María Barbat, de Sony Music España, el cambio afectará negativamente a las cuentas de su filial. En España y en Italia, dijo, escasean los usuarios de pago y abundan los que prefieren escuchar publicidad: «Hay un millón y pico de usuarios premium en España y, aunque esos nos los van a pagar muy bien, con los al menos tres millones restantes nos van a pagar mucho peor».

Y, sin embargo, las discográficas firmaron. Una parte de la explicación es que el cambio no es tan perjudicial a nivel global: en el norte de Europa y en Estados Unidos abundan los suscriptores de pago. La otra explicación es que hasta hace tres años aún se estaban preguntando cómo sobrevivir en la era digital. Como dijo Barbat sobre las plataformas de música online, «a todos nos interesa que sigan existiendo».

Fuente: El País