Industrias Cárnicas Loriente Piqueras (Incarlopsa) es una de las empresas más jóvenes del sector cárnico. Sin embargo, la firma castellanomanchega ya se ha convertido en una de las cuatro más importantes, con una facturación de 742 millones de euros. La carne porcina en el ámbito de la producción y Mercadona en la comercialización son los principales puntales de su expansión. Incarlopsa es, además, la primera gran empresa cárnica española que ha decidido abordar el mercado estadounidense del ibérico. Y lo ha hecho por una doble vía: la producción propia y la adquisición de la firma local Acornseekers. Su rápido crecimiento ha despertado el interés de inversores chinos por la compañía. Desde Tarancón (Cuenca), donde está su sede, la respuesta ha sido clara y concisa: no, gracias.

El camino recorrido por Incarlopsa no ha sido fácil. “En los años sesenta, mi padre venía a trabajar desde Santa Cruz de la Zarza a un matadero en Tarancón, donde le pagaban unas pesetas, comida y cama. Un día pidió aumento de sueldo y, ante la negativa, decidió con sus hermanos Moisés, Jesús y Emilio montar una pequeña tienda para hacer de forma artesanal y tradicional los productos del porcino”, señala el director general, Clemente Loriente.

El negocio iba adelante con ventas en la comarca y en 1978 la familia reafirmó su apuesta por el sector constituyendo la empresa y el primer matadero para elaborar productos del porcino de capa blanca. Fue clave 2001 para la expansión. Ese año Mercadona eligió a Incarlopsa como interproveedor en los productos del cerdo. “Mercadona estaba satisfecha por cómo trabajábamos los productos del sector. Eso nos supuso aumentar las ventas y que el 90% de la facturación se hiciera con ellos. En la actualidad, la empresa valenciana de distribución ha dado entrada a otros proveedores, pero nuestras ventas siguen siendo elevadas y suponen en torno al 65% de la facturación”, dice Loriente.

En los últimos años, los beneficios de la empresa han oscilado entre 36 y 38 millones de euros. A partir fundamentalmente de recursos propios y con un endeudamiento en el entorno de los 200 millones, la compañía ha llevado adelante unas inversiones medias de 40 millones de euros al año, tanto para la construcción de nuevas plantas como para mejorar instalaciones o reconstruir otras que sufrieron incendios en los años 2001 y 2003.

El desarrollo de Incarlopsa ha dado lugar a la constitución de un grupo con nuevo matadero, fábrica de envasados y elaborados en fresco y de un secadero de jamones en Tarancón con una inversión de 80 millones; un secadero de jamones en Olías del Rey (Toledo) y otro en Corral de Almaguer, en la misma provincia; un matadero en Mercavalencia; fábrica y planta de embutidos de ibérico en Guijuelo y, en los últimos meses, un secadero en El Repilo, en Huelva, adquirido al grupo Osborne. Desde 2012, la empresa, que solamente había operado con el porcino de capa blanca, entró en la producción y elaboración de productos ibéricos de granja y de dehesa.

En la facturación, la carne fresca del cerdo blanco sigue suponiendo el porcentaje más importante, con un 23% del total. Pero la estrategia de diversificación ha dado lugar a que los jamones de cerdo blanco representen otro 22%, los jamones de ibérico un 21%, las salchichas un 7%, mientras que el peso de productos elaborados o despojos es inferior. La producción de jamones se eleva a más de ocho millones anuales.

Las exportaciones solo suponen un 7% de las ventas y se dirigen fundamentalmente a países asiáticos y a otros comunitarios como Francia. Clemente Loriente reconoce que la internacionalización es una asignatura pendiente. “Como proveedores seguimos aumentando las ventas a Mercadona, que ha sido nuestro principal motor para la construcción del grupo. Ahora, con una oferta más variada, vamos a impulsar las exportaciones. Hay oportunidades en los mercados en los que ya estamos y en otros, como el chino, en donde vamos a entrar”, asegura el director general.

En esta línea de aumentar la presencia exterior está la decisión, anunciada en enero, de hacerse con la mayoría de la empresa Acornseekers. Esta firma fue constituida en Estados Unidos por dos españoles en 2014 para la producción, transformación y comercialización de productos del cerdo ibérico. Los fundadores se llevaron desde España 150 ejemplares de raza, 145 hembras y 5 machos, al Estado de Texas, donde disponen de fincas de encinas y hoy manejan unos 2.000 animales. “Siempre he defendido la necesidad de que los productos ibéricos tengan una protección con el fin de limitar su producción a la península Ibérica, para lo cual es indispensable contar con una Indicación Geográfica Protegida (IGP)”, reconoce Loriente. “Por unas u otras razones nadie está impulsando esa denominación, lo que permite la producción de ibérico en cualquier parte del mundo siempre que tengan animales con esa genética”, añade. En Acornseekers se da el caso de que en Texas, los animales, además de tener raza ibérica, comen bellota. “Hasta la fecha no estábamos exportando a Estados Unidos por las costosas exigencias norteamericanas. Pero ahora lo podremos hacer desde dentro y para ello invertiremos en instalaciones para sacrificio y transformación del producto”, dice el directivo. Eso les protege frente a la imposición de aranceles.

Con unas necesidades de sacrificio de dos millones de animales, la producción de cerdos es un punto clave. Por ese motivo, Incarlopsa y la cooperativa soriana Copiso constituyeron al 50% en 2013 la sociedad ICPOR con el objetivo de promover granjas propias o para llegar a acuerdos con ganaderos para el suministro del grupo. Esta estrategia ha supuesto el funcionamiento de un centenar de granjas, con una producción de unos 450.000 animales que representan el 20% de sus necesidades. El objetivo es lograr una producción de un millón de cerdos lo más cerca posible del matadero en Tarancón. Incarlopsa ha invertido 150 millones en granjas de última generación en materia de medio ambiente, balsas y transformación de purines y distancia de más de dos kilómetros de los núcleos urbanos.

Esto no ha evitado el choque con organizaciones ecologistas, así como con muchos habitantes de la zona. La empresa se quejó de dos inspectores a los que la Junta de Castilla-La Mancha apartó de sus puestos, aunque luego fueron readmididos. Respecto a las quejas sobre la posible saturación de las granjas, Loriente argumenta que en la comunidad manchega “el número de cerdos por kilómetro cuadrado es de 20, frente a los 241 de Cataluña”.

Fuente: El País