Amasó su fortuna gracias a la expansión del imperio cafetero Starbucks, del que fue CEO de 1986 a 2000 y nuevamente de 2008 a 2017, y ahora da un viraje a la alta política. Howard Schultz (Nueva York, 1953), presidente emérito de Starbucks desde el pasado junio, ha anunciado esta semana en el programa 60 minutos de la cadena CBS que está pensando seriamente en postularse en 2020 como candidato independiente a presidencia de EE UU.

Schultz, un demócrata que apoyó en 2016 la candidatura de Hillary Clinton, cree que vivimos en tiempos frágiles. “Trump no está cualificado para ser presidente”, declaró hace unos días. Y añadió que está dispuesto a luchar por el cargo con todo su patrimonio (alrededor de 3.000 millones de euros). El actual inquilino de la Casa Blanca le respondió en Twitter. Trump está de acuerdo con Schultz en que “no es la persona más inteligente” y añadió con sorna que espera que Starbucks no deje de pagar el alquiler de su local en la Torre Trump.

Pero las manos en las que está la presidencia EE UU no son el único motivo por el que el magnate se presentará a las elecciones. Schultz cree que el Partido Demócrata ha girado demasiado a la izquierda y considera el ideario del partido tan ridículo como el anhelado muro del presidente. “Cuando oigo a la gente hablar de universidad y sanidad gratis pagada por el Gobierno, sumado a una deuda de 21 billones de dólares, la cuestión es: ¿cómo lo hacemos sin llevar al país a la bancarrota?”.

Los demócratas, por su parte, creen que lo único que conseguirá Schultz es restarles votos. La historia demuestra que los independientes en EE UU no suelen tener probabilidades de triunfo en las presidenciales. Los demócratas sostienen que perjudica las opciones del más próximo ideológicamente. El multimillonario ultraconservador Ross Perot (candidato independiente y fundador del Partido de la Reforma) favoreció que el demócrata Bill Clinton se hiciera con la presidencia en 1993, mientras Ralph Nader, de los Verdes, aupó al republicano George W. Bush en perjuicio del demócrata Al Gore.

Howard Schultz se crio en Brooklyn (Nueva York, EE UU) en el seno de una familia judía con pocos recursos. Vivía con su padre (un exsoldado del ejército de EE UU), su madre y sus dos hermanos, en una casa de la Autoridad de Vivienda de la Ciudad de Nueva York, (el equivalente en EE UU de vivienda de protección oficial) destinada a familias con rentas bajas. El empresario practicaba béisbol, fútbol y baloncesto como vía de escape a su situación económica. Obtuvo una beca deportiva para estudiar en la Universidad del Norte de Míchigan (EE UU), perdió la ayuda por una lesión y llegó incluso a vender su sangre para pagar la universidad. Finalmente, Schultz se licenció en comunicación en 1975. Ese año comenzó su carrera laboral como aprendiz en el departamento de ventas de Xerox, el proveedor más grande del mundo de fotocopiadoras de tóner. Después trabajó en Hammarsplast, una empresa que produce plásticos para el hogar, subsidiaria de la sueca Perstorp.

En 1982 se casó con la diseñadora de interiores Sheri Kersch y se incorporó a Starbucks como director de marketing y en 1983, durante un viaje a Milán (Italia), descubrió la cultura del café en Europa y quiso reproducirla en EE UU. “Mi conclusión fue que no solamente serviríamos cafés, sino que crearíamos un ambiente en el que la intimidad de la relación con el espacio y la experiencia del café pudiera cobrar vida”, asegura en su autobiografía. Cuando le planteó la idea a los dueños de Starbucks (Jerry Baldwin, Gordon Bowker y Zev Siegl) rechazaron su proyecto. Sin embargo Schultz no tiró la toalla. Tras la negativa de 217 personas, consiguió 1.400.000 euros para crear una nueva cafetería llamada Il Giornale. “Muchas veces escuché que mi idea no valía la pena. Fue una época muy humillante”, afirma en su autobiografía.

Este negocio y la ayuda de algunos inversores permitieron a Schultz ganar suficiente dinero para comprar la marca Starbucks por 3.200.000 euros en 1986. Entonces comenzó a dirigir dos franquicias exitosas de café a la vez durante dos años. Después se enfocó solamente en Starbucks, convirtiéndose en CEO y presidente, y llevando la franquicia a todos los estados de EE UU.

En 1992 la compañía comenzó a cotizar en el Nasdaq. Ese año, 165 tiendas generaron ingresos de 78 millones de euros. La primera cafetería Starbucks fuera de Estados Unidos se situó Tokio en 1996. Y en el año 2000 ya era mundialmente conocida con más de 3.500 tiendas que produjeron ingresos de casi 2.000 millones de euros ese año.

La noticia no sorprende a la mayoría de estadounidenses. Los medios de comunicación comenzaron a especular sobre la posible candidatura de Schultz a las presidenciales en 2012 tras haber hecho varias declaraciones políticas. El rumor perduró hasta que en 2015 escribió un artículo en The New York Times en el que lo negaba ya que aseguraba no haber terminado de desarrollar Starbucks. Ahora cree que es su momento. Está buscando una mejor opción para los estadounidenses, ya que, en su opinión, más del 40% del electorado es independiente y no forma parte de un partido. Schultz viajará por EE UU tres meses antes de anunciar formalmente su candidatura. El año que viene sabremos si tiene una oportunidad en las urnas.

Premios y galardones

Premio al Liderazgo Nacional. En 1999, AIDs Action concedió a Schultz el Premio al Liderazgo Nacional por sus esfuerzos filantrópicos y educativos para combatir el sida.
Empresario del año. En 2011 la revista Fortune le nombró empresario del año por sus iniciativas económicas y en el mercado laboral.
Premio Nacional por la Igualdad de Justicia. El Fondo de Defensa Legal y Educación de NAACP le otorgó esta distinción en 2017.

Fuente: Cinco Días