Si los últimos meses han sido claves para Dia, para sus 43.000 empleados, más de 3.000 franquiciados y en torno a 1.000 proveedores, las horas que quedan por delante serán de infarto. Su accionista de referencia, Letterone, la decena de bancos acreedores y la propia compañía negocian a contrarreloj para encontrar una salida antes del lunes que salve la empresa. La mayoría de las entidades, Mijail Fridman y el propio grupo confían en cerrar un acuerdo.

El lunes 20 de mayo se cumplen dos meses desde que Fridman impuso su criterio en la última junta de accionistas, que aprobó su ampliación de capital, condicionada al triunfo de la opa y a alcanzar un acuerdo de refinanciación con la banca. La ley establece que una empresa en causa de disolución como Dia cuente con esos dos meses desde la junta para tomar las medidas necesarias para recuperar el equilibrio patrimonial. En caso contrario, puede solicitar preconcurso de acreedores, un periodo de gracia de cuatro meses antes de entrar en concurso de acreedores puro y duro.

Ahora, la pelota está en el tejado la banca. Santander, el principal acreedor del préstamo de 912 millones que está en disputa, se ha mostrado reacio a firmar un acuerdo ya redactado. Mientras tanto, el resto de entidades –BBVA, CaixaBank, Barclays, Deutsche Bank, BNP Paribas, Société Générale, Bankia, ING y Mitshubishi UFJ Financial Group– y los hedge funds que han adquirido las posiciones de Commerzbank y JP Morgan se muestran proclives a un acuerdo.

Una de las peticiones de último minuto es que los bonistas (que hasta ahora no han entrado en la negociación) asuman quitas. Las fuentes financieras consultadas señalan que Santander esgrime que es un agravio comparativo que se rechace la amortización de deuda bancaria antes de 2023 y que se paguen sin discusión los 305 millones de euros a los bonistas en julio.

La alternativa es que la propia empresa solicite el preconcurso de acreedores. Esto daría tiempo adicional, en teoría, para continuar las negociaciones con los bancos, si bien su falta de liquidez pondría en duda su negocio. Los otros finales posibles son una capitalización de deuda por parte de los acreedores o una liquidación. Una mayoría de los bancos rechaza estas opciones, por lo que en los últimos días han intensificado la presión para que se alcance un acuerdo.

Fuente: Cinco Días