Una de las consecuencias de vivir una década con tipos de interés cero y con la intervención de los bancos centrales en el mercado es una fuerte revalorización de la mayoría de los activos financieros. Wall Street está en máximos históricos, el índice Nikkei japonés cotiza en el nivel más elevado de los últimos 25 años, el rendimiento del bono alemán a 10 años (que se mueve de forma inversa al precio) sigue deprimido, los precios inmobiliarios en varios países ya están en niveles previos a la crisis, hay gran apetito por la deuda empresarial calificada de basura… Si la ingente liquidez no ha inflado burbujas, como sostiene el consenso de los analistas, la realidad empieza a llamar a la cautela. Y la excusa perfecta para cualquier pinchazo podría ser la retirada de los estímulos monetarios ahora anunciada.

«El verdadero problema es que, después de años de ‘quantitative easing’, no sabemos cuál es el valor real de muchos activos», dice un ‘trader’

“Reconozco que resulta un tanto irritante cuando el mercado lleva el precio de los activos lejos de lo que uno considera un nivel razonable”, reflexiona Alex Fusté en un reciente informe. El economista jefe de Andbank pone como ejemplo de sobrevaloración la deuda pública europea: “¿Acaso España es un país más sólido que EE UU? Creo que no. Entonces, ¿cómo es posible que teniendo inflaciones similares, el bono a 10 años español rente un 1,4% y el de EE UU un 2,3%?”. Fusté terminaba su informe con una duda que quizás muchos gestores patrimoniales se hagan en estos momentos: “¿Cómo ayudar a los clientes cuando el mercado parece inmune a la lógica?”.

Correlación ilógica

La piscina de liquidez que son ahora mismo los mercados ha prolongado una situación pocas veces vista en la historia como es la correlación positiva entre la renta fija y la renta variable. Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac, cree que el nivel extraordinariamente reducido de los tipos de interés en la deuda alemana pronto se hará insostenible. “Los activos de renta fija no están preparados para este punto de inflexión en la política monetaria. En el caso de la renta variable, los inversores esperan poder librarse, mientras el ciclo económico les sustente, de la fuerza de la gravedad que cuando eso suceda ejercerán los bonos”, advierte.

Desde el colapso de Lehman Brothers en 2008, hemos vivido en un mundo donde la famosa “mano invisible” que defendía Adam Smith ha sido de todo menos invisible gracias al papel desem­peñado por los bancos centrales. Y eso tiene sus consecuencias. “El verdadero problema es que, después de años de quantitative easing, hemos llegado a un punto en el que no sabemos cuál es el valor real de muchos activos”, reflexiona Althea Spinozzi, trader en Saxo Bank, en una nota a clientes. La mayoría de los inversores son conscientes de que la valoración de muchos activos empieza a estar inflada, pero no tienen muchas más opciones que seguir invirtiendo porque las políticas de la Fed y del BCE penalizan tener el dinero debajo del colchón. “No hay duda de que la música se detendrá y la volatilidad se activará. Sin embargo, no sabemos exactamente cuándo. En este entorno, la diversificación es la clave de éxito para los inversores”, concluye Spinozzi.

Fuente: El País