El empresario Antonio del Valle y otros inversores mexicanos inyectaron 475 millones de euros en el Banco Popular a través de las ampliaciones de capital de 2013 y 2016. La familia Del Valle es la séptima fortuna de México y controla, a través del Grupo Kaluz Mexichem, una gran empresa de sistemas de tuberías de plástico. Pero el sector financiero español les ha jugado una mala pasada —a ellos y a decenas de miles de pequeños inversores—. Han perdido todo ese capital y se han embarcado en una —previsible— larga lucha jurídica para que se anule la resolución que llevó a la extinción del Popular y que, por cierto, también arrastró al grupo chileno Luksic. “Con esta y otras operaciones la credibilidad del país ha quedado muy tocada”, cuenta una fuente próxima a Del Valle. “Y si no, que se lo pregunten a los que invirtieron en renovables [España ha perdido en ocho laudos arbitrales internacionales por haber recortado las primas]”. Del Valle criticó entonces a que las acciones del Gobierno español durante la resolución del Popular, “incumplieron las obligaciones del país con el grupo de inversores de México”, y les negaron un “trato justo y equitativo”.

Guillermo Arbolí, socio del banco de inversión Alantra y presidente de Alantra México, recuerda que el capital mexicano “fue el primero que confió en España cuando salimos de la crisis”. Por eso también ha ido con el ciclo, piensan otros analistas, “y el sector financiero no ha vivido su mejor momento”. Todavía hay grandes empresarios de ese país presentes en el capital de bancos españoles: David Martínez Guzmán conserva el 3% del Banco Sabadell y Ernesto Tinajero tiene un 7,4% de Liberbank, que estudia estos días su fusión con Unicaja.

Pese a lo anterior, la opinión generalizada de los analistas consultados sobre cómo han evolucionado las inversiones depende de cada caso en concreto. Es cierto que algunas fortunas aprovecharon las gangas del mercado en un momento difícil, y otras han confiado en sectores debilitados, pero sigue habiendo oportunidades. El Grupo México aprovechó la suya. La multinacional minera —cuenta con las mayores reservas de cobre del mundo— se adjudicó, en un procedimiento muy polémico denunciado por uno de sus competidores, la explotación de la mina de Aznalcóllar en 2015. En la nueva mina Los Frailes ha inyectado 25 millones de los más de 300 previstos. “Ese proyecto ha marcado nuestra primera incursión fuera del continente americano. Vemos un alto potencial, tenemos una clara vocación de permanencia”, aseguran fuentes de la empresa. “Nuestro objetivo es que Los Frailes sea nuestra plataforma de entrada para poder seguir buscando oportunidades, tanto en minería como en otros sectores. En España y Portugal, con el resurgir de la minería metálica, existe un potencial interesante”.

Borja Escalada, consejero delegado de RLH, también se lo ve al hotel Villa Magna en Madrid, por el que su empresa ha pagado 210 millones de euros. ¿Difíciles de rentabilizar? “Uno compra un activo hotelero por dos motivos: por la generación de negocio en sí, lo que llamamos cap rate, y por el potencial que tiene, ya sea porque puedes ofrecer servicios adicionales o puede tener recorrido porque esperas mejorar la ocupación, las tarifas…. Madrid tiene un margen para incrementar precios en el segmento del lujo y ultralujo”. Habla de que “se va a producir un empuje natural”, para que ese segmento crezca cuando abra el hotel Four Seasons y reabra el Ritz.

Y, apoya Jerónimo Bremer, presidente del comité ejecutivo, “cuando compramos el Four Seasons en la Ciudad de México parecía un precio bastante alto y ahora probablemente vale dos veces lo que pagamos por él. Tenía varias zonas infrautilizadas. Aquí ocurre lo mismo, queremos ofrecer cosas nuevas en el Villa Magna”.

Fuente: El País