Desde 2011, Enagás se ha dedicado a buscar oportunidades en otros países. El motivo no es otro que crecer cuando el mercado español ya está maduro y sin claras oportunidades de inversión. Ese rastreo intensivo ha dado sus frutos: hace una semana Enagás anunciaba su desembarco en EE UU mediante un acuerdo con filiales del gigante del capital riesgo Blackstone Infrastructure Partners y GIC (fondo soberano de Singapur) para invertir 590 millones de dólares en una participación indirecta del 10,93% en la gasista Tallgrass Energy LP (TGE). Una operación que aportará 60 millones de euros de dividendo medio anual hasta 2023 a la firma española.

El presidente de Enagás, Antonio Llardén, explica que la operación de Tallgrass supone entrar “en el mercado con mayores oportunidades de crecimiento en el mundo” para infraestructuras midstream (transporte). “EE UU es uno de los países en los que llevamos tiempo analizando oportunidades y esta encaja. Además, nuestros socios han reconocido el papel clave de Enagás como aliado industrial”.

Se trata de la mayor inversión que ha realizado Enagás en infraestructuras ya construidas, lo que en la jerga del sector se denomina brownfield. “A finales de 2019, incluyendo esta operación, habremos invertido 2.200 millones de euros en proyectos brownfield desde que iniciamos nuestra internacionalización en 2011. En greenfield [proyectos que hay que construir] tenemos otra operación de gran envergadura, que es la participación en el Trans Adriatic Pipeline, TAP. Es un gasoducto que pasa por Albania, Grecia e Italia y su construcción está ya en un grado de avance de más del 85%”, comenta el presidente de Enagás.

Tras el anuncio de la entrada en el capital de Tallgrass, la firma de calificación de riesgos S&P rebajó la nota de solvencia de Enagás argumentando que “los perfiles comerciales y financieros de Enagás se debilitarán” como resultado de la adquisición. Llardén, sin embargo, puntualiza este empeoramiento del rating: “S&P sigue calificando a Enagás de manera muy solvente, con BBB+ con perspectiva estable, y ha mantenido el mejor perfil de riesgo de negocio posible, Excellent. Por su parte, Fitch nos ha mantenido la calificación A- con perspectiva estable. Las dos agencias han confirmado la alta calidad crediticia de la compañía”.

En Renta 4 creen que en 2023 las participadas aportarán el 40% del beneficio del grupo

Una parte importante de la operación en EE UU ha sido la financiación de la operación. Así, la participación de Enagás en Tallgrass es indirecta, a través de un holding que tiene a Blackstone como accionista mayoritario, a GIC como accionista minoritario, y al que Enagás se ha incorporado con un 24,9%. Este grupo tenía ya cerrado un préstamo de 1.100 millones de dólares sin petición de fondos para los accionistas. Y además, la filial Enagás Internacional obtuvo otro préstamo de 460 millones de dólares con dos bancos.

Íñigo Isardo, analista de Link Securities, apunta que esta inversión permite a Enagás “la entrada en un mercado estable y de crecimiento”, y destaca que el grupo español posee una cartera de proyectos “muy interesantes” en los que su experiencia de gestión, desarrollo y mantenimiento de infraestructuras gasistas “está muy bien valorada”. Blackstone y GIC son inversores más de perfil financiero que de gestión, por lo que este analista cree que se complementan bien. Además, la participación de Enagás, cercana al 25% en el holding, le otorga un puesto en el consejo de administración, “lo que permitiría a la compañía ser escuchada en la toma de decisiones estratégicas del proyecto conjunto”, recuerda Isardo.

Por su parte, Ángel Pérez, de Renta 4, explica que Enagás siempre busca inversiones con rentabilidad de doble dígito y esta operación le da posibilidades de crecimiento, estabilidad y de generación de caja. “Está previsto que en 2023 las participadas aporten el 40% del beneficio neto del grupo, lo que da mucha estabilidad a su política de dividendos, con crecimientos del 5% hasta 2020 y como mínimo del 1% anual hasta 2023. Hay que destacar también sus apuestas por el biometano y el hidrógeno”, dice Pérez.

Los inversores suelen identificar a los gestores de infraestructuras energéticas como Enagás con valores seguros, con un comportamiento en Bolsa similar al de la deuda pública dada su estable generación de caja. Sin embargo, este tipo de compañías también generan incertidumbres, que nacen no solo de la evolución del precio de las materias primas, sino sobre todo de las decisiones políticas. En este sentido, Isardo recuerda que, a pesar de que Enagás siempre define unos parámetros de rentabilidad de las inversiones, “los gasoductos y sistemas gasistas suelen estar sometidos al poder político”, como se ha visto en el conflicto de arbitraje que mantiene con el Gobierno peruano con relación a la ejecución del Gasoducto Sur Peruano (GSP). Otro de los riesgos que planean sobre la compañía, según este analista, es el estancamiento de alguna infraestructura que tiene en cartera, “como la interconexión con Francia, que se ha ralentizado debido al cambio de opinión de los organismos reguladores de competencia sobre su necesidad”.

El presidente de Enagás explica que en Perú participan también en TGP, una infraestructura muy importante para el país “y que está funcionando muy bien”. “En otro proyecto”, añade Llardén, “estamos en un proceso de arbitraje ante Ciadi [institución del Banco Mundial], que confío se resuelva bien. Con Francia tenemos dos interconexiones. Desde Europa se está impulsando una tercera, Step, de la que los reguladores español y francés han constatado que hay algunas cuestiones pendientes de resolver. Habrá que ir viendo cómo evoluciona, y nosotros cómo estamos a lo que indiquen los reguladores y los Gobiernos”.

Una joya de la corona

Enagás es, junto con Bankia, Aena, Indra y Ebro Foods, una de las pocas compañías que quedan en la Bolsa española con presencia del Estado a través de la Sepi. Un accionista público que ve con buenos ojos su presidente, Antonio Llardén: “Tener a un accionista institucional como este con un 5%, en una empresa con un 95% de free float [capital libre en el mercado], es un buen referente, y en operaciones como la de EE UU ha sido muy importante porque ha permitido que esta operación se haya analizado desde todas las ópticas posibles. Esto, como presidente, me da mucho confort”, indica.

Fuente: El País