Martin Shkreli, conocido en Wall Street como “Pharma Bro”, fue sentenciado a siete años de cárcel por estafar a los inversores y utilizar en su propio beneficio los fondos de una de las compañías biotecnológicas que fundó. El empresario, de 34 años de edad, se hizo famoso entre el público después de que la demócrata Hillary Clinton le pusiera como ejemplo en plena campaña electoral sobre los excesos en el precio de los medicamentos.

Un jurado popular ya consideró en agosto a Shkreli culpable de tres cargos penales por desviar el dinero de una de sus compañías para así pagar a los inversores de dos fondos especulativos que acabaron yéndose a pique. Se enfrentaba a ocho cargos. Las deliberaciones del jurado que siguió el proceso duraron cinco días. La fiscalía solicitó que se le impusieran 15 años de cárcel, cuando la pena máxima era de 20 años. La defensa buscó un año.

La juez Kiyo Matsumoto dijo al justificar la sentencia que “las ofensas fueron extremadamente serias” y recordó que Shkreli engañó a los inversores sobre el tamaño de los fondos y sobre su experiencia. Señaló que creó informes que ofrecieron información falsa sobre el valor de las inversiones que le confiaban. “Solicitaba inversiones basadas en mentiras”, reiteró, dejando claro que el caso no tiene nada que ver con el precio de los tratamientos, «eso es algo con lo que debe lidiar el Congreso».

Shkreli, también conocido como el hombre más odiado de EE UU, lleva en prisión desde septiembre, tras ofrecer 5.000 dólares a cualquier que le consiguiera un mechón de pelo de Clinton. La antigua primera dama de Estados Unidos estaba promocionando entonces su libro sobre la derrota frente a Donald Trump. La magistrada Matsumoto lo consideró una amenaza y por eso revocó la libertad condicional, porque representaba un riesgo para la comunidad.

Durante la vista en la que se iba a dictar sentencia, su abogado Benjamin Frafman trató de que se rebajara la pena argumentando que su cliente había pasado ya seis meses en el equivalente a una prisión de máxima seguridad. “¿Me está pidiendo de reconsiderar la decisión de encarcelarlo?”, le respondió la juez. La acusación añadió que le defensa no parecía entender por qué Martin Shkreli estaba ahí y que no era un niño para saber lo que hacía.

Aunque Shkreli dijo que la fiscalía presentó cosas categóricamente falsas durante el proceso, admitió antes de escuchar la sentencia que se hundió él solo porque quería ser un empresario exitoso y explicó que el tiempo que estuvo privado de la libertad aprendió a diferenciar “entre lo bueno y lo malo”. Su propósito cuando salga de la cárcel será ayudar a los presos a rehabilitarse. “Por favor”, imploró, “deme la oportunidad de demostrar de lo que soy capaz”.

Fuente: El País