Se sube a un escenario cargando con una maleta. En su interior, envueltas en mantas, dos pequeñas focas de peluche que Takanori Shibata coloca con mimo sobre una mesa. No son simples juguetes. Ni esas mascotas de mentira que tanto éxito tienen en Japón, que también. En Estados Unidos, por ejemplo, se les da un uso médico desde 2009.

El creador de este robot terapéutico, licenciado en Electrónica e Ingeniería Mecánica, ideó su criatura en 1993. Hoy existen más de 5.000 repartidas por más de treinta países. Se utilizan en tratamientos de demencia y para niños afectados por autismo o síndrome de Down.

Reacios y descreídos pueden argumentar que una mascota real ejerce las mismas funciones, puesto que la efectividad de las terapias con animales está demostrada científicamente. Sus cachorros de foca juegan con ventaja: no están contraindicadas para las personas alérgicas, no son incompatibles con quienes sienten miedo de las reacciones instintivas de mascotas, que pueden arañar o morder, no contagian posibles infecciones y pueden entrar sin problemas en residencias de mayores y hospitales.

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El inventor japonés se ha presentado en el Foro de la Cultura, en Burgos, con dos ejemplares de Paro, que prefiere llamar aquí Nuca para esquivar el significado negativo del nombre en español. Uno de ellos parece dormir, el otro se mueve y emite sonidos durante la intervención de su creador.

En la pantalla se suceden casos reales sobre los efectos del robot terapéutico, desde un político demasiado serio al que Paro-Nuca arranca una sonrisa, al más conmovedor de un paciente con una enfermedad mental que deja de gritar cuando un enfermero le acerca el calmante peluche y empieza a interactuar con él.

Con una población cada vez más envejecida y 50 millones de personas con demencia en el mundo, cada vez se necesitan más cuidadores. Y también para ellos resulta beneficiosa la existencia de estos muñecos inteligentes, al aliviar la carga de cuidados entre familiares y enfermeros. En personas afectadas por alzheimer, “reducen el dolor, la agitación, el deambular y el riesgo de caídas que conlleva”, señala Takanori Shibata. Y sin los efectos secundarios de la medicación, ha subrayado el experto en inteligencia artificial. En tratamientos de quimioterapia y de afasia también se han podido comprobar sus resultados favorables, asegura. Y ahora pretenden viajar al espacio y “deducir el estrés de los astronautas en sus misiones”.

Paro-Nuca ha hecho incluso un cameo en de la serie de animación “Los Simpson”, pero su objetivo, como remarca su creador, es extender sus beneficios terapéuticos por Europa con el aval de ser considerado “un aparato médico”.

El inventor japonés ha mostrado la cara más amable de la robótica en un encuentro con el catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, Emilio Ontiveros, y el director de Desarrollo Organizativo de la empresa burgalesa especializada en inteligencia artificial ASTI, Rubén García Martínez.

Los ponentes han desdramatizado los efectos negativos que la robotización puede tener en el empleo en un futuro cercano. Como en la primera oleada de las tecnologías digitales, se destruirán puestos de trabajo, pero se crearán otros, ha augurado Ontiveros, quien ha pedido comprensión ante la “ansiedad generada” en países que todavía sufren los efectos de la crisis. “Tenemos que estar preparados para compensar temporalmente esas pérdidas de empleo con medidas como una renta mínima que garantice la no exclusión de las personas afectadas”, ha sugerido. Porque “el progreso tecnológico es bueno a medio y largo plazo”.

Fuente: El País