En enero de 2016, el precio del barril de petróleo Brent, de referencia para Europa, era de 34,46 dólares. Esta semana ha rozado los 70 dólares: casi el doble. Mientras, el precio del barril del petróleo de calidad Texas, el de referencia en EE UU, ha llegado a cerrar estos días por encima de los 63,5 dólares, su nivel más alto de los últimos tres años.

Si la subida del precio en dólares del llamado oro negro en 2017 ya fue algo sorprendente para muchos analistas se revalorizó en más de un 12% el tipo Brent y en más de un 17% el Texas, aún lo está siendo más en los primeros compases de 2018. En diez días, la cotización de ambos tipos de petróleo registra alzas en torno al 2% y 4%, respectivamente.

La pregunta parece casi obligada: ¿seguirá subiendo el precio del petróleo? Desde algunas casas de análisis ya se lanzan previsiones de entre 70 y hasta 80 dólares el barril Brent. Para Ramón Forcada, director del Departamento de Análisis de Bankinter, “estamos viviendo una situación compleja, con dos factores que consideramos transitorios que, sin embargo, se están imponiendo a una realidad: la demanda de petróleo no aumenta ni lo hará ya al ritmo de la recuperación económica, por más que ésta sea generalizada, por lo que su precio debería moverse teóricamente entre los 50 y 60 dólares”. Las dos cuestiones que están distorsionando el mercado a juicio de Forcada son: por un lado, la colocación en Bolsa por parte de Arabia Saudí de hasta un 5% del capital de su gigante energético estatal Saudi Aramco y, por otro, los últimos acuerdos de la OPEP para reducir su producción, que al menos por ahora, se están cumpliendo. Para Óscar del Diego, director de inversiones de Ibercaja Gestión y gestor del fondo Ibercaja Petroquímico, “efectivamente esta subida de los precios del petróleo nos está sorprendiendo y creemos que no debería ir mucho más lejos pero… la realidad es que parece interesarle a todo el mundo que la Oferta Pública de Venta de Acciones (OPV) de Aramco salga bien: a Arabia Saudí porque le dará estabilidad —no solo económica, sino probablemente social— y a los traders, porque es un buen negocio. Aún con ello, seguimos creyendo que a partir de 70 dólares el barril, la economía mundial empieza a sufrir y muy probablemente Estados Unidos reaccionará, aumentará su producción y provocará un recorte de precios”.

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Mientras se aclara el panorama de precios del petróleo, los fondos de inversión llamados energéticos llevan un año 2018 de “lujo”: desde una ganancia del 6% en diez días por parte de Guinness Global Energy a otras, en los dos únicos fondos españoles en esta categoría, según la firma Morningstar: del 3,8% en el caso de Ibercaja Petroquímico y del 1,45% en Bankinter Sector Energía. El primero de ellos, con un rendimiento acumulado en los últimos 12 meses del 7,5%, apuesta por las compañías petroleras globales que centran sus activos en el refino, destacando entre ellas la estadounidense Valero Energy. Es un fondo de riesgo (valorado con 6 sobre una escala de 7 por la propia gestora) que no tiene cubierto el riesgo de divisa salvo de forma táctica y que mantiene en torno al 40% de su patrimonio en dólares.

Bankinter Sector Energía lidera esta categoría en Morningstar cuando se toman como referencia los últimos 12 meses: sus ganancias alcanzan el 17,6%. Según sus responsables, el fondo está centrado en la inversión en empresas de energías renovables, no tanto en materias primas, y refleja, así, la apuesta a largo plazo por nuevas tecnologías relacionadas con la eficiencia energética. Está dirigido a inversores con baja aversión al riesgo, no conservadores.

Energías renovables, nuevas energías, almacenamiento de energía… Son efectivamente para muchos gestores el futuro (y sus precios suelen subir casi en paralelo a los del petróleo). Así lo creen desde Blackrock, cuyo fondo New Energy cerró 2017 con una ganancia de más del 24%. Se trata un fondo que invierte globalmente, como mínimo, un 70 % de sus activos globales en acciones de empresas vinculadas a las tecnologías de energía y a energías alternativas, que incluyen: tecnologías de energías renovables, desarrolladores de renovables, combustibles alternativos, mecanismos de eficiencia energética y facilitación de suministro energético e infraestructuras.

Otras materias primas

Tradicionalmente, la relación entre la divisa estadounidense y el precio de las commodities es inversa. Si la moneda americana se deprecia frente al yen, la libra o el euro —casi todos los analistas lo dan por hecho en 2018; según Bankinter, este año se prolongará el rango entre 1,14 y 1,22 unidades por euro— el precio de las materias primas tiende a subir. Y esto es algo de lo que está pasando por ejemplo con el cobre, metal conocido por algunos analistas como el Doctor Cobre por considerar que sirve de termómetro de la economía mundial. Su cotización ha subido en los últimos 12 meses más de un 20%. Y algo parecido ha pasado con el aluminio que en 2017 se revalorizó cerca de un 29% (aunque ahora en los primeros compases de 2018, está devolviendo una parte del rally alcista que registró en diciembre). El zinc tampoco se ha quedado fuera de esta alegría, con un 25% de subida. Y el litio, el cobalto, el manganeso…y en general todos los metales que tienen que ver con las baterías de la nueva tecnología.

¿Qué hacen los fondos de materias primas? Están o recogiendo ganancias, si están especializados en estos metales (caso, por ejemplo, del fondo Credit Suisse Movers, con una revalorización solo en estos diez días de 2018 del 8,75%, prácticamente la misma que en todo 2017) y, acumulando, sin embargo, pérdidas interanuales si la apuesta ha sido por el oro. Y es que el metal amarillo, que siempre ha sido considerado por los expertos una manera de atesorar cuando el dólar cotiza a la baja, está perdiendo atractivo, a su juicio, entre otras razones por la aparición de las criptomonedas, tipo bitcoin, que cada vez acumulan una mayor capitalización.

Fuente: El País