Son muchos los hoteles que cuentan con programas saludables y antiestrés entre sus ofertas. Pero pocos los que enfocan estos servicios directamente en la clase ejecutiva. En pleno Parque Natural de la Sierra Mariola (Alicante) se encuentra MasQi, The Energy House, un resort spa que, además de retiros saludables, escapadas de lujo o planes detox y de adelgazamiento, dispone del Executive Antistress Program en su cartera, dirigido directamente a los altos directivos de empresa. Levantado en una antigua y reformada casa de campo, el hotel, que este curso estrena la quinta edición del programa, suele tener como huéspedes a altos ejecutivos de grandes empresas españolas, y también a otros que llegan de compañías alemanas, belgas o francesas.

El truco de esta acogida quizá esté en el planteamiento que su fundadora, Sonia Ferre, pensó desde el comienzo para esta masía restaurada del siglo XIX, que dispone de un total de ocho habitaciones. “Yo vengo del mundo de la empresa. Me iban bien las cosas, o como se supone que entendemos que algo vaya bien. Era directora comercial de una compañía textil, con buena proyección y salario. Hasta que un día perdí el sentido de la vida. Había alcanzado los supuestos objetivos que tenía, pero dejó de satisfacerme absolutamente todo”, explica.

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Fue en este momento cuando Ferre emprendió un viaje de desarrollo personal que culminó dando forma a la idea que barruntaba en la cabeza: “Por mi trabajo viajaba mucho y solía encontrarme con habitaciones frías y tristes, que hacían más complicada una situación de estrés o decaimiento. Así que decidí montar ese sitio que existía en mi cabeza pero que no encontraba, con un concepto diferente del lujo, alejado de la ostentación”. Por eso, desde el primer momento, el enfoque estuvo puesto en la gente del mundo de la empresa, y el programa se centra en aquellas personas que “no consiguen tomar las riendas de su vida por culpa del estrés que nace del entorno laboral”.

El plan, de siete días de duración y un precio que supera los 1.800 euros por persona, aunque también puede reducirse a tres noches por 690 euros, incluye talleres de yoga, de nutrición, de respiración y de meditación, masajes y terapias, una dieta bío gourmet y rutas guiadas por el parque natural. “Nuestro objetivo con todos los programas es acabar con el estrés. Pero en este nos enfocamos en averiguar cuál es el punto débil del directivo”, señala Ferre.

Espacio de yoga y piscina. Espacio de yoga y piscina.

Estos perfiles suelen estar saturados por la sensación de agobio, de no llegar a todo lo que se les exige, de frustración, de no dormir bien y de enfermar con frecuencia. “El estilo de vida en las altas capas de la empresa, en cuanto a estrés, mala alimentación, falta de descanso o abuso de café, además de acelerar el proceso de envejecimiento, puede dar pie a enfermedades graves. Lo que hacemos es encontrar qué es lo que perturba a cada perfil y ayudarle a entender y mejorar todo”, apunta Ferre. Por eso, añade, cada uno de estos programas empieza con una entrevista con cada cliente, acompañada de sesiones de mentoring personalizado para cada perfil.

El personal del centro, junto a Ferre, está compuesto por 14 profesionales, entre cocineros, terapeutas, camareros, equipo de limpieza y expertos en yoga y meditación. El objetivo final, además de convertirse en un oasis en el que escapar de la rutina, es “hacer que los cambios en el modo de vida salgan de aquí, y que cada huésped consiga llevárselos a su casa. Quizá eso es lo que más nos diferencia de otros centros, que actúan como un remedio pasajero, pero que no profundizan tanto en los problemas”. Algunos de los más conocidos, con programas dirigidos a todos los perfiles, sin personalizar en la alta empresa, son el Sha Wellness Clinic, también en la provincia de Alicante; el hotel La Casa del Convento, en Chinchón (Madrid), o el Hotel Vidago Palace (Vidago, Portugal).

En el MasQi, agrega Ferre, es muy común encontrarse a perfiles de 45, 50 o 60 años. Pero con cada vez más frecuencia llegan huéspedes de 30 o 35 años. Son mánagers, profesionales con buenos sueldos, que tienen cada vez más ansiedad y tensión, alerta la directora y fundadora. “Los ritmos de trabajo cada vez son más frenéticos y las pausas y momentos de desconexión real cada vez más pequeños. El cuerpo humano es una máquina impresionante, porque lo tratamos mal y sigue funcionando. Pero hay riesgo de que en algún momento explote”.

Fuente: El País