De 16.000 millones de euros en pérdidas acumuladas en 18 años a ser rentable en 2020. Ese es el primer objetivo del nuevo plan de negocio de Opel, presentado solo 100 días después de que el grupo francés PSA, propietaria de Peugeot, Citroën y DS, comprara la enseña alemana de la mano de General Motors por 1.200 millones de euros. El nuevo consejero delegado de Opel, Michael Lohscheller, desgranó esta semana las directrices principales del plan PACE! que guiarán el futuro de esta compañía escoltado por Carlos Tavares, presidente de PSA: rentable primero; eléctrica y global, después. Ellos admitieron que la verdad de Opel solo es una: “la situación es dramática”, en palabras de Tavares. “Tenemos que empezar a ganar dinero cuanto antes”, recalcó Lohscheller.

Pero por una vez, la estrategia no es ser rentable a fuerza de despidos, cierres y medidas dramáticas. Las ganancias vendrán a través de un ejercicio de cirugía muy delicado en el que habrá medidas “impopulares”, dijo Tavares, de cara a la plantilla como bajas incentivadas, jubilaciones anticipadas y reducciones pactadas de jornadas de trabajo. Pero también supondrá muchos esfuerzos en reducción de costes en todos los ámbitos: desde la producción, investigación, compras, marketing o logística. Y se invertirá en la mejora y adecuación de todas las fábricas de Opel en Europa, unas 15 entre las que se encuentra la de Figueruelas (Zaragoza).

La meta es bajar el coste por vehículo producido en 700 euros. La unión con PSA les permitirá obtener, según sus cálculos, unos 1.100 millones en sinergias anuales para 2020 y unos 1.700 millones en 2026. Se trata de que el punto de equilibrio financiero se consiga “con unas ventas anuales de 800.000 vehículos”, explicó Lohscheller. Opel vende alrededor de un millón de unidades al año y está “muy lejos de este punto”, afirmó el consejero. Así, conseguirán “generar un cash flow operativo positivo y un margen operativo recurrente para la división de automoción del 2% en una primera fase en 2020 y del 6% en 2026”, detallaron.

Opel (y su hermana gemela, la británica Vauxhall) se mantendrá como una enseña independiente, “puramente alemana”, dijo Lohscheller. Contará con nueve lanzamientos de vehículos nuevos de aquí a 2020. Para el siguiente año, el 40% de sus ventas vendrán de los todocaminos (SUV, por sus siglas en inglés), ese segmento de mercado que no para de crecer y donde cuentan de momento con el Mokka X, el Crossland X y el Grandland X. Pero parte de las sinergias estimadas vendrán de la integración de plataformas de producción con el grupo PSA. Pasarán de nueve diferentes a solo dos, las conocidas como CMP y EMP2, que se instalarán en todas las plantas de Opel. Con esta nueva tecnología, la planta de Eisenach fabricará un SUV para 2019 y la de Russelheim, la más grande de Opel, un vehículo tipo berlina. Russelheim se convertirá en el centro de diseño de todos los vehículos de la alemana, así como en “un centro de competencia global para todo el grupo PSA con áreas de especialización, como las pilas de combustible o la conducción autónoma”.

Protagonismo español

Las fábricas españolas, sin haber sido mencionadas en toda la presentación del plan PACE!, cuentan con un protagonismo especial en este nuevo desarrollo. Los dos primeros lanzamientos de la nueva Opel son el Combo en 2018 y el nuevo Corsa en 2019. Ambos se fabrican en España, en la planta de PSA en Vigo el primero y en la fábrica de Zaragoza el segundo, en exclusiva mundial. Además, ya comparten plataformas con las enseñas de la francesa puesto que el Combo se ensambla junto con la Peugeot Partner y la Citroën Berlingo y de las líneas mañas, salen el Crossland X y el Citroën C3. España es el único país europeo donde las producciones ya están unidas y Tavares ya ha visitado ambas plantas. Su experiencia podría ser clave de cara a implantar las medidas de eficiencia que busca PSA.

“Opel será global. Por fin”. Con miras al futuro una vez reflotada la compañía, Lohscheller anunció este cambio de rumbo casi aliviado, porque la ampliación de los mercados de la enseña alemana supondrá poder atraer más carga de producción a las fábricas y apalancar su funcionamiento. La compañía “llegará a más de 20 nuevos mercados de exportación en 2022”, entre los que están China, Brasil, Argentina o Arabia Saudí. A medio plazo, “explorará más oportunidades rentables en otros mercados”.

Y el broche de oro del plan estratégico: “Opel será eléctrica”, anunció Lohscheller. Todos sus nuevos vehículos contarán con una versión electrificada, “ya sea eléctrica pura o híbrido enchufable para 2024, junto a motores de combustión interna más eficientes”, explicaron. Para 2020, Opel tendrá cuatro líneas de producto electrificadas en el mercado, como el Grandland X híbrido o la nueva generación del Corsa eléctrica. “Al tener acceso completo a las tecnologías del grupo PSA, Opel se convertirá en un líder europeo de las emisiones de CO2”, afirmó el consejero delegado. Era un cambio imprescindible para su supervivencia. “Nos habíamos dado cuenta de que la actual flota de Opel no era capaz de conseguir los objetivos de reducción de emisiones de CO2 que marca la Unión Europea para 2030”, dijo Lohscheller. Y el refrán contesta que a la fuerza, ahorcan.

Tres años van a ser clave para decidir si quien ganó fue General Motors desprendiéndose de Opel y saliendo de Europa o la francesa PSA, que con la fuerza de las cinco marcas se convierte en la segunda automovilística europea pero cuya rentabilidad debe apuntalar. Y en medio, toda la revolución eléctrica y tecnológica que atraviesa la industria de la automoción. En 2020 se sabrá.

Fuente: El País