Al modelo de negocio de empresas de reparto a domicilio que se basan en aplicaciones en el móvil nunca le había ido mejor. La empresa catalana Glovo, creada en 2015, facturó 17 millones de euros en 2017. Este año prevé superar los 90 millones y entrar en siete nuevos países. A pesar de este éxito, el modelo laboral de estas empresas nunca había estado tan cuestionado. Siempre más al margen de la polémica que sus competidoras, Glovo tiene a 400 empleados en plantilla. Defiende que más allá de estos trabajadores lo que tiene son socios: las 5.600 tiendas con las que pacta el reparto los productos y los más de 7.000 repartidores que, en bici o en moto, entregan los productos.

Estos no son vistos por la empresa como trabajadores, sino como colaboradores que pagan su cuota de autónomos, que deciden cuándo trabajar y cuándo no, y que hasta pagan 2 euros cada quince días por usar la aplicación. El fundador de Glovo, Òscar Pierre (Barcelona, 1992), asegura que su empresa es una solución para las personas que necesitan ingresos flexibles, especialmente los jóvenes, aunque la media de edad es de 32 años. Pierre cree que, lejos de huir de este modelo, es la Administración quien tiene que cambiar su ley de Autónomos ante una tendencia laboral que avanza hacia la atomización de los ingresos.

Òscar Pierre, en las oficinas de Glovo de Barcelona.

Existe la percepción de que estas empresas implican precariedad laboral. ¿Cuál es la opinión de Glovo?

Con los glovers no estamos generando lugares de trabajo fijos. Somos una solución para la gente que necesita un ingreso adicional. Eso queda demostrado con el hecho de que la media de horas que hacen los repartidores es muy baja, entre dos y tres horas al día. De los que menos se quejan los glovers es de lo que ganan por pedido, que de media es cinco euros. Creo que es un dinero justo por un trabajo que es intenso pero sencillo. Y ellos están de acuerdo, porque si no lo estuvieran no querrían trabajar con nosotros. Somos una solución, y esto nos emociona mucho, porque creemos que estamos cambiando el mundo.

Dicho esto, las críticas siempre son buenas porque te hacen enfocar más, y lo podemos hacer mucho mejor en términos de eficiencia, ya que por ejemplo los repartidores esperan de media diez minutos por pedido, y esto se puede resolver con tecnología. Además centralizamos servicios para ellos, como el seguro, les gestionamos la facturación…

¿Harías el trabajo de repartidor?

Yo lo hago habitualmente, para estar en contacto con los glovers. Y mi hermano pequeño lo empezará a hacer, porque quiere viajar este verano. Y sí, lo haría si necesitara un ingreso extra. Es una manera muy fácil y rápida de empezar a ingresar.

Sí, sería repartidor si necesitara un ingreso extra. Es una manera muy fácil y rápida de empezar a ingresar

¿Crees que tendría que mejorar la legislación de los autónomos?

Sí, la sociedad está cambiando. El tema de la flexibilidad se infravalora pero es muy importante. Poder decidir cuándo, cómo y dónde trabajas es fundamental. Estoy seguro de que cada vez habrá más gente que dirá que no quiere tener jefes, no querrá tener horarios, y tendrá diferentes vías de ingresos: hará clases, trabajará como glover, pondrá su piso en Airbnb… Esta es la tendencia del futuro. Además, es muy positiva la cantidad de talento y riqueza que generan estas plataformas en el plano tecnológico.

Pero el marco legal que tenemos en España no lo contempla de momento: el primer año de acuerdo, porque la cuota de autónomos es de 50 euros, pero es que después tienes que pagar casi 300 euros aunque tengas un ingreso pequeño. No tiene ningún sentido. Y el ejemplo de que la sociedad está evolucionando es que todos los países europeos se han adaptado menos nosotros. Yo lo veo bastante simple: que se pague un porcentaje de lo que ingresas, o que quizás si ingresas muy poco estés exento de algunas cosas…

La inspección de trabajo de Valencia abrió un expediente a Deliveroo porque consideraba que la relación que tiene con los repartidores es laboral y no mercantil. ¿Qué es el que os hace diferentes?

Nosotros lo tenemos muy claro. Un glover es un colaborador, y por lo tanto no le puedes obligar a hacer nada. Otras plataformas quizás piden que los repartidores satisfagan más las necesidades de los clientes. En nuestro caso no es así. Si quieren tardar media hora o una hora, o si quieren dejar de hacer el pedido, son libres, y nuestro servicio de atención al cliente no le puede obligar a hacer nada, porque en el momento en que lo hiciera dejaría de ser una relación mercantil y pasaría a ser una relación laboral. Obviamente hay ciertas normas para que el servicio sea bueno y respetuoso.

Los glovers tienen que pagar 2 euros cada quince días para usar la aplicación. ¿Esto es pagar para trabajar?

Tiene la misma lógica que lo que te decía. Nuestro negocio tiene tres patas (tiendas, repartidores y clientes) y no puede ser que solo paguen dos. Son colaboradores, la plataforma les aporta una serie de beneficios, y estos dos euros nos ayudan a que parcialmente cubran esta infraestructura. Y es una cosa que ellos entendieron, y que hacen otras plataformas como Uber o Airbnb.

Los márgenes que conseguís son muy pequeños, 1 euro por un pedido medio de 18 euros. ¿Es posible llegar a ser sostenibles?

Sí, en países como España o Italia ya hemos llegado a un volumen suficiente para serlo. Es cuestión de ir optimizando y seguir invirtiendo para consolidar los mercados que todavía no lo son y abrir nuevos. La expansión la centraremos a Latinoamérica, que la acabaremos cubriendo toda. El norte de Europa nos da algo más de miedo, no estamos cerrados a ello pero no es nuestra prioridad. Y vemos tres regiones con mucho potencial: este de Europa, Oriente Medio y toda África, donde hay ciudades muy interesantes para este negocio.

¿Cuál es la decisión más importante que habéis tomado para explicar vuestro éxito?

A nivel más conceptual, creo que una cosa que hice muy bien fue que, con 21 años y solo con una idea, me rodeé de gente muy buena en lo que hace. Otra clave fue empezar a cobrar comisiones de alguien más que no fuera el cliente. Cuando solo teníamos el botón mágico de “pide lo que quieras”, los márgenes eran muy negativos y estuvimos a punto de cerrar. Y comisionar a las tiendas nos ayudó mucho. Y la otra clave es que decidimos convertirnos en una referencia en el reparto de comer. Ahora en Glovo puedes pedir cualquier cosa, pero también somos especialistas en comida. Nuestra filosofía de trabajo es tener muy poco miedo al fracaso. Por ejemplo, ahora abriremos el negocio en el Cairo o Estambul, y será difícil, pero nos da más miedo no ir.

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Fuente: El País