La economía de Estados Unidos registró un crecimiento del 2,3% en el conjunto de 2017. Es ocho décimas más que en 2016. La expansión progresó a una tasa anualizada del 2,6% en el cuarto trimestre, menos de lo esperado y está por debajo del 3% que esperaba Donald Trump. Ahora el presidente debe demostrar que los pilares de su agenda, que incluye la recién adoptada rebaja de impuestos, pueden sostener este avance y que su política proteccionista no hace de lastre.

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La actividad económica recuperó fuerza el primer año del republicano en la Casa Blanca, tras cerrarse el último año del demócrata Barack Obama con el crecimiento más bajo en cinco años. El dato anticipado para el estreno de Donald Trump está más en línea con la expansión de 2015, pero sigue por debajo del potencial histórico del 3,3% previo a la recesión, lo que llevó a la Reserva Federal a seguir una estrategia gradual de retirada de los estímulos.

El dato del cuatro trimestre, sujeto a dos revisiones, se modera respecto al 3,2% del tercero y del 3,1% en el segundo. Pese a que el indicador está por debajo del consenso, se considera positivo que el consumo privado creció un 3,8%, frente al 2,2% del tercero. La inversión de las empresas lo hizo un 6,8%, desde un 4,7% tres meses antes. El déficit comercial hizo de lastre y restó 1,1 puntos al PIB, tras las importaciones subir un 13,9%, el mayor incremento desde el tercer trimestre de 2010.

Es una buena base para 2018. El banco central de EE UU estima en su última proyección un crecimiento del 2,5% para el año en curso. La del Fondo Monetario Internacional es dos décimas más optimista, de acuerdo con la actualización que presentó el pasado lunes coincidiendo con la reunión anual del Foro de Davos. La rebaja del impuesto de sociedades debería estimular la inversión y la actividad económica este año y el próximo.

Jamie Dimon, consejero delegado de JPMorgan Chase, cree que la economía puede llegar a crecer un 4% en algún momento en el ejercicio entrante. “Un régimen fiscal competitivo es bueno”, explica, “porque genera más capital, más empleo y más inversión”. Lloyd Blankfein apoya este análisis desde Goldman Sachs y admite que le “gusta realmente” lo que Donald Trump hace por la economía.

EE UU se beneficia también del repunte de la actividad económica global, porque abre el apetito por sus productos. Pero las proyecciones por lo general están por debajo de un crecimiento 3% que promete Donald Trump y coinciden que este ritmo no aguantará mucho. Los miembros de la Fed lo ven volviendo al 2% en 2019 y 2020 debido a la baja productividad y a factores demográficos.

Alza de salarios

Los analistas de Moody´s, como los de Goldman Sachs, creen sin embargo que se está subestimando la capacidad que tiene la rebaja fiscal para generar capital que las empresas pueden utilizar ahora para invertir en sus negocios, elevar los salarios o incluso rebajar precios al consumidor. Anticipan que las pagas subirán un 3,5% en 2019 y que el paro se reduzca al seis décima, desde el 4,1% actual.

Pero pese a la solidez de la expansión, la prosperidad no está bien repartida y la desigualdad económica es profunda en EE UU. “Anima pero no podemos sentirnos satisfechos”, comentaba la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, “hay demasiada gente que quedó al margen de la recuperación y de la aceleración”. Los ingresos de las familias de clase media llevan estancados dos décadas.

La fortaleza de la economía tampoco se está reflejando en el dólar. El billete verde se depreció más de un 10% durante el primer año de presidencia de Donald Trump. Antes de la publicación del dato de crecimiento, el euro llegó a cambiarse a 1,25 dólares frente a los 1,05 dólares al arrancar 2017. Es un nivel que no se veía desde hace tres años y que refleja, en buena parte, que los bancos centrales de Europa y Japón también preparan el repliegue.

La combinación de la reforma fiscal y el recorte de la regulación a las empresas sí alimenta el optimismo en Wall Street. “Ahora somos un país más dinámico”, insiste Trump al defender su agenda económica. El Dow Jones está en máximos históricos, tras apreciarse más de un 30% en el último año. El S&P 500, el que representa a las mayores corporaciones cotizadas, lo hizo cerca de un 25%.

Déficit e inflación

El debate, por tanto, es intenso sobre el efecto de su plan. La visión de Trump se sustenta en un crecimiento superior al 3%. Así espera generar los ingresos suficientes para compensar. Pero si no se mantiene ese ritmo, el temor es que se dispare el déficit y alimente más la deuda. El gobierno de EE UU no tendrá entonces otra opción que buscar nuevas vías de recaudación o recortar el gasto.

El dato de crecimiento se publica el mismo día en el que Donald Trump presentará su agenda de “América Primero” en Davos. Es el primer presidente que participa en el foro desde el demócrata Bill Clinton en 2000. Aquel año también se crecía con solidez y los mercados rebosaban de confianza por el entusiasmo que generaba las firmas tecnológicas. Poco después, se entró en recesión.

La reforma fiscal no solo puede meter presión a las cuentas públicas, también puede llevar a la Reserva Federal a subir los tipos de interés más rápido y más lejos si el crecimiento alimenta al alza de precios. Un dólar débil también es inflacionista. Janet Yellen preside la semana próxima su última reunión como presidenta de la Fed, antes de ceder el relevo a Jerome Powell. El incremento se espera para marzo.

Fuente: El País