Dicen que Isidro Fainé no llama a los políticos, pero que siempre acude a sus llamadas y está dispuesto a arrimar el hombro si se lo piden. Esa actitud la sigue con el Gobierno central, con el catalán y con el resto de Ejecutivos autonómicos si se le requiere. Se le atribuye mucho poder y de vez en cuando suelta algunas recetas como quien no quiere la cosa. Y él sabe que se le escucha.

El pasado martes, en la clausura del XVI Congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), que él fundó y preside, fue una de esas veces. Aprovechó un discurso centrado en la revolución digital y en los directivos para reclamar la conveniencia de “un cambio de tercio en la política económica, consistente en mover el frente de actuación de la macroeconomía a la microeconomía, en el que el protagonismo y la prioridad recaigan en la buena calidad del sistema educativo; el correcto funcionamiento del mercado laboral; la regulación adecuada de la competencia entre las empresas y el diseño acertado del sistema tributario”.

Mensaje diáfano

Aunque no lo dijo expresamente, de sus palabras se deriva una invitación a hacer pactos

No hacían falta explicaciones. Muchos de los presentes recibieron esas palabras como un mensaje diáfano al Gobierno y a las fuerzas políticas. Aunque no lo dijo, de ellas se deriva una petición al diálogo y a alcanzar pactos para avanzar en cuestiones vitales como las que dijo y otras más. Como subrayó, “el propósito es ambicioso: que el crecimiento no sólo sea sostenible, sino también inclusivo”. Fainé también hizo su propio cambio de tercio. Habló de España y no pronunció ni una sola vez (ninguna) la palabra Cataluña y no se refirió a la crisis catalana.

Tampoco lo hizo su sucesor al frente de CaixaBank, Jordi Gual, que intervino en la inauguración del evento junto al ministro de Economía, Luis de Guindos, y se centró en la situación económica global (advirtiendo de los peligros de las tendencias proteccionistas y el elevado endeudamiento mundial) y europea (pidiendo avanzar en la unión monetaria).

En todo caso, bastante se han significado ambos con la decisión de cambiar las sedes de las empresas u organismos que presiden (Fundación La Caixa, Gas Natural Fenosa y CaixaBank). La crisis quedó como algo pasado, como una vuelta a la normalidad, dejando claro que el futuro pasa por construir una gran Cataluña dentro de España, de lo que Fainé siempre ha sido partidario.

Ni el ejecutivo ni Gual pronunciaron una sola vez la palabra Cataluña ni se refirieron a la crisis

Pero en el ambiente latía la “mala noticia” de la no adjudicación, el día anterior, de la sede de la agencia del medicamento a Barcelona. Y gracias a los esfuerzos realizados por los ministros españoles que más se mueven por Europa con sus colegas (Guindos, Dastis, Nadal, Montserrat…), se supone que quedó la quinta entre 17 candidatas. Un vano consuelo cuando hace solo unos nos meses, antes de que el conflicto llegara a su cénit, era la favorita con diferencia.

Pero claro, con un Gobierno destituido por aplicación de la Constitución; el expresident exiliado en Bruselas, donde tiene un buen altavoz para bien y para mal; una convocatoria de elecciones en marcha y el éxodo de más de 2.500 empresas, no era la mejor carta de invitación a que la capital catalana fuera la elegida. Es decir, pura coherencia con lo que estaba pasando, como atinó Guindos ante los más de 1.300 directivos de empresas presentes.

Guindos sí abundó en la crisis catalana (“la pérdida [de la agencia del medicamento] debe de servir de reflexión de lo que debe ser una política adecuada a favor del ciudadano; la elecciones permitirán volver a la normalidad”) y sembró concordia (“hay que ser optimista porque Barcelona sigue siendo una gran ciudad para los negocios y volveremos tener un entorno favorable”). Con la cruz a cuestas, Guindos añadió que sin esa crisis las previsiones de crecimiento no se habrían visto afectadas, las agencias de rating nos hubieran subido la nota, la prima de riesgo estaría por debajo y el valor de las empresas en Bolsa sería un 20% más elevado.

Tampoco se privó de hablar de Cataluña José Luis Bonet, presidente de la Cámara de España y de Freixenet, que se ha mostrado como activo militante contra el independentismo. Bonet advirtió del deterioro que está sufriendo la marca Barcelona en el mundo y que la vuelta a la normalidad de la que habló Guindos depende del resultado de las elecciones. “Los que vivimos allí tenemos que hablar claro: si seguimos por el mal camino vamos a salir en desbandada y el último que apague la luz”, concluyó.

Un gesto contra el desafío secesionista

M. Á. N.

Felipe VI es desde el martes presidente de honor de la confederación que los reúne, a propuesta de su presidente y fundador, Isidro Fainé. El gesto se interpretó como reconocimiento a la monarquía frente al desafío secesionista catalán. A juicio de Fainé, “el Rey es el primer directivo de España y lo demuestra día a día potenciando la imagen y el valor de nuestras empresas en todo el mundo”. El monarca, que aceptó el reconocimiento “sin rodeos”, devolvió piropos: “la empresa es una de las columnas vertebrales de España”.

Fuente: El País