El BCE continúa acumulando poder. Su última idea es lanzar una plataforma que ponga fin de una vez y para siempre a la fragmentación en la venta de deuda en los países de la UE. La herramienta automatizaría un proceso que ahora es casi 100% manual, en el que los bancos colocadores ponen en contacto a los emisores –países, empresas y bancos– con los inversores para casar la oferta y la demanda. El modelo propuesto es similar al empleado en EE UU, Japón y China. La deuda seguiría cotizando en los mercados secundarios, como los españoles AIAF o MARF.

El proceso está en marcha, a la espera de que en las próximas semanas el organismo que dirige Mario Draghi dé el siguiente paso. La plataforma, denominada EDDI (European Distribution of Debt Instruments), pretende crear un “canal paneuropeo, neutral y armonizado para la emisión y distribución inicial de valores”, según un documento del Banco Central.

Ya se ha producido una consulta pública, cuyas respuestas están analizándose y se debatirán en los “comités pertinentes del BCE y, en su caso, en los órganos rectores”, señala un portavoz de la institución. Las contestaciones se publicarán en septiembre.

Ahora, los bancos colocadores proveen a los emisores de los servicios para colocar la deuda. Entre ellos, la configuración del libro de órdenes, la puesta a disposición de los compradores de las condiciones legales y financieras; además, les hacen llegar la información necesaria del emisor. “Los inversores (…) dependen en gran medida del banco para interactuar con los emisores”, reprocha el BCE.

El objetivo: una norma de colocaciones

Armonización. El mantra del BCE en la presentación de su plataforma es que busca crear un verdadero mercado único europeo en la emisión de deuda. Y asegura que EDDI contribuirá a ello, al cubrir ambos extremos de la cadena de operaciones, y basándose en la función catalizadora del BCE. Entre los puntos que menciona está una plantilla estandarizada de las condiciones y establecer acuerdos en cuanto al redondeo y el recuento de días. A su juicio, existe una gran dispersión en estos puntos en las actuales emisiones de deuda. Esta falta de armonización ha desembocado en una multiplicidad de plataformas que no pueden conectarse entre sí patentadas, con un nivel muy bajo de automatización y digitalización. También señala con el dedo las iniciativas recogidas en la Unión de Mercado de Capitales sobre los procedimientos de retención de impuestos sobre los intereses en los países de origen. La UE considera que la actual disparidad de criterios daña la libre circulación de capitales.

La herramienta brindaría todo lo mencionado a los integrantes del mercado. Aunque la misión, según el Banco Central, no es eliminar intermediarios. Estos podrán seguir ofreciendo servicios de valor añadido: suscripción, relación con los inversores, auditoría y provisión de liquidez en el mercado secundario. Fuentes de banca de inversión discrepan al señalar que obviamente sí les afectará.

Nunca sería obligatorio emitir la deuda a través de EDDI, pero sus ideólogos sí remarcan que la plataforma podría conllevar una especie de sello de calidad que podría marcar diferencias.

Uno de los argumentos del BCE es que el “ecosistema existente da lugar a una considerable heterogeneidad y complejidad para todos los agentes del mercado”. Incluso aduce que algunos emisores se quejan de que el modelo actual implica procesos ineficaces y costosos que dan lugar a condiciones menos favorables para los emisores que quieren una base diversificada de inversores en toda Europa.

Con todo, la misión no se limitaría a que los emisores pretendan dar más juego a acreedores de países menos habituales. El BCE anticipa que todos podrían emitir a través de EDDI y se podrían beneficiar de la potencial atracción de inversores internacionales.

Además de su función en la colocación inicial, la herramienta tendría una segunda parte, destinada a dar servicios en la fase posterior a la emisión (post -trade, en la jerga). Es decir, en los procesos de entrega de los títulos a los inversores y su registro en los depositarios centrales de valores. El BCE pretende que estos últimos se conecten al nuevo sistema mientras él contribuiría a facilitar las funciones de custodia de los títulos –garantizaría la integridad del importe emitido, por ejemplo–, así como el pago de los intereses en la vida de los títulos. Aquí se plantea un cambio de paradigma para los depositarios de valores –en España, Iberclear, propiedad de BME–, que ahora reciben el negocio de los valores si se emiten en sus países. “La diferenciación entre ellos se basaría en el servicio y en los precios que ofrezcan a los participantes del mercado”, señala el BCE.

Ambas piezas de la plataforma, tanto la de venta inicial como la de post-trade, serían modulares. Es decir, los emisores tendrían plena libertad para decidir cómo desean utilizar EDDI. Por ejemplo, el servicio de colocación podría servir para alimentar el negocio de un único depositario central.

La cotización en el mercado secundario no entra dentro de las competencias del EDDI. En este punto, la CNMV, que ha agilizado el registro de los folletos, y BME, con la última bajada de tarifas, han incentivado que la deuda se liste en España.

Fuente: El País