El Banco Central Europeo (BCE) reconoce la gravedad del empeoramiento económico. No solo aplaza unos meses la próxima subida de tipos, sino que aprueba una nueva oleada, y ya es la tercera desde el inicio de la Gran Recesión, de liquidez para los bancos. Con esta decisión, el organismo que encabeza Mario Draghi trata de apuntalar la situación en la eurozona, en medio de la preocupación por la recesión en la que ha entrado Italia y la debilidad de grandes economías como la alemana.

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La barra de liquidez que comenzará el próximo mes de septiembre y concluirá en marzo de 2021 trata, según reza el comunicado, de «ayudar a preservar las condiciones de préstamo favorables de los bancos». Y recuerda a las ya aprobadas en lo peor de la crisis —la primera en 2014, y la segunda en 2016— al constatar cómo se había gripado el sistema circulatorio del dinero ante la falta de crédito que llegara a familias y empresas de la eurozona. 

La otra gran decisión del jueves es el aplazamiento de la subida de tipos, en el 0% desde hace tres años. Esta es de tan solo unos meses. Y en la práctica no es tan importante, porque en el mercado ya nadie confiaba en que la subida del precio del dinero se produjera este año. Pero muestra hasta qué punto la preocupación por la desaceleración de la economía es honda. Al aplazar la subida de tipos, Draghi ha desoído los consejos del alemán Jens Weidmann, que prefería mantener el calendario abierto. 

La próxima subida —la que sería la primera desde 2011— ya no se producirá a partir de este verano, el plazo mínimo que el BCE había fijado, sino, al menos, a finales de año. «Y, en cualquier caso, durante todo el tiempo necesario para asegurar la continuación de la convergencia sostenida de la inflación hacia niveles inferiores, aunque próximos, al 2%», según la coletilla habitual en el Eurobanco. Esto supone que Draghi se despedirá el próximo mes de octubre del cargo siendo el primer presidente del BCE que nunca ha subido el precio del dinero. 

Le ha llegado el turno al BCE. Después de que la OCDE, el FMI o la Comisión Europea hayan revisado a la baja sus previsiones de crecimiento para este año, el organismo responsable de coordinar la política monetaria de la eurozona reconoció en su reunión del jueves que el clima económico se deteriora a paso agigantado.

El PIB de la eurozona ya no crecerá este año un 1,9%, como preveía en diciembre, sino un 1,1%, solo una décima más de lo que predijo el día anterior la OCDE. Es esta una revisión «sustancial» como reconoció el propio Draghi. La rebaja para el próximo año es más leve: la eurozona crecerá en 2020 un 1,6% frente al 1,7% que pronosticaba en diciembre. El Eurobanco también ha rebajado sus previsiones de inflación.

Fuente: El País