El BCE ha vuelto a apretar el botón rojo de los estímulos monetarios y ha decidido elevar el tipo de la facilidad de depósito en 10 puntos básicos, hasta el -0,5%, retomar las compras mensuales de deuda y establecer un sistema con el que eximir en parte a los bancos de la penalización que soportan por su exceso de liquidez y que ahora sube del 0,4% al 0,5%. Pero después de volver a sacar la artillería, el BCE ha sido más contundente que nunca al insistir a los gobiernos de la zona euro de que son ellos, a través de sus políticas fiscales y de un mayor gasto público en la medida de los posible, los que deben tomar el relevo a la hora de impulsar la economía. Tras años de medidas extraordinarias, el BCE ha perdido capacidad de fuego y margen de maniobra para encarar una futura crisis, hasta el punto de haberse acentuado las divisiones en el seno de la institución. Según ha reconocido Draghi, ninguna de las medidas se han tomado por unanimidad.

En la que ha sido la penúltima reunión de Mario Draghi en la presidencia de la institución, el BCE ha decidido actuar ante las continuas señales de ralentización económica en la zona euro, en especial en economías con fuerte actividad industrial como Alemania o Italia, y a la vista de que las grandes amenazas para el crecimiento, como la guerra comercial o el Brexit, se están agravando con el paso de los meses.

Draghi ha apuntado a la persistencia de riesgos a la baja para el crecimiento y a la dificultad de alcanzar los objetivos de inflación a los que dirige su política monetaria y ha puesto de hecho el foco en la necesidad de impulsar políticas fiscales como alternativa y complemento a los estímulos monetarios, con una insistencia sin precedentes. «Los gobiernos con margen fiscal deben actuar de manera efectiva y a tiempo» en una directa alusión a Alemania y «todos los países de la zona euro deben desarrollar unas cuentas públicas más favorables al crecimiento», ha señalado el presidente del BCE, que está apurando al máximo sus herramientas de política monetaria.

«El estímulo fiscal es el principal instrumento», ha llegado a afirmar Mario Draghi, una declaración sobre la que ha asegurado hay unanimidad en el seno del BCE. Ya en la recta final de su mandato, el banquero italiano ha reiterado que con el adecuado estímulo fiscal por parte de los gobiernos de la zona euro, «la efectividad de nuestras decisiones será más rápida y su implementación en el tiempo será inferior». Incluso ha aludido, sin citarlo, al ejemplo de Estados Unidos, donde la expansión fiscal ha servido para apuntalar y reforzar las medidas de la Fed.

El BCE ha rebajado de hecho las previsiones de alza del PIB para este año y el próximo, que pasan del 1,2% estimado en junio al 1,1% en 2019 y al 1,2% para 2020, desde el 1,4% de la estimación anterior. La previsión de alza del PIB se mantiene en el 1,4% para 2021. Draghi ha anunciado además una rebaja generalizada de las previsiones de inflación, con una estimación de IPC del 1,2% para este año desde el 1,3%; del 1% para 2020, desde el 1,4% pronosticado en junio, y del 1,5% en 2021, frente al 1,6%. Aun así, Draghi ha apuntado que el escenario base del BCE es «relativamente favorable» puesto que no contempla un Brexit duro ni la escalada arancelaria del pasado agosto.

El BCE ha dado hoy también un importante cambio a su política de comunicación. Asegura en el comunicado emitido tras la reunión  que espera que los tipos de interés se mantengan en los niveles actuales o en niveles inferiores hasta que las perspectivas de inflación se sitúen de forma robusta en niveles inferiores pero cercanos al 2% y hasta que esa situación se refleje de forma consistente en la inflación subyacente.

La institución modifica así su guía para la política monetaria y renuncia a dar una indicación temporal de cuándo podría modificar los tipos de interés, sin que se haya debatido hoy una posible rebaja. En la reunión de junio ya avanzó que los tipos estarían sin cambios en los niveles actuales o por debajo durante el primer semestre de 2020, una previsión que ahora desaparece. La institución se limita a partir de este momento a indicar que su política monetaria responderá a la evolución de la inflación, sin más. Y deja en el tejado de los gobiernos y sus políticas fiscales el siguiente paso de apoyo a la economía de la zona euro.

Los tipos de referencia se mantienen en el 0% pero la rebaja en la facilidad de depósito, que había permanecido sin cambios en el -0,4% desde marzo de 2016, es un primer paso para la activación de un nuevo paquete de estímulos con los que evitar el riesgo de recesión en la zona euro.

El BCE ha decidido además retomar las compras mensuales de deuda por una cuantía de 20.000 millones de euros al mes a partir del 1 de noviembre. Afirma que lo hará durante el tiempo que sea necesario «para reforzar el impacto expansivo de sus tasas de interés» y hasta poco antes de que comiencen las subidas de tipos. La cuantía es inferior a la esperada por los inversores y muestra el fuerte debate interno en el seno del BCE sobre esta medida extraordinaria, cuya conveniencia ha sido cuestionada en las últimas semanas por los gobernadores de los bancos centrales de Alemania, Holanda y también Francia. 

Draghi ha reconocido que la decisión de reactivar las compras de deuda no ha sido unánime aunque sí mayoritaria y ha asegurado que el ritmo mensual establecido permite compras por mucho tiempo sin necesidad de discutir sobre su composición, que se mantendrá en los términos establecidos hasta ahora.

Como contrapeso a la rebaja de la facilidad de depósito, el BCE ha tomado una medida de alivio para los bancos de la zona euro, muy debilitados en sus márgenes de negocio por el largo período de tipos cero. Adoptará un sistema de tiering, como ya han hecho el Banco de Japón y el de Suiza, con el que eximirán de penalización a parte del exceso de liquidez de los bancos. Otra de las medidas de apoyo a la banca será extender el plazo de amortización de las nuevas líneas de liquidez TLTRO de dos a tres años. El tipo de interés que se aplicará será el tipo medio de las operaciones de refinanciación principales, las subastas semanales, ahora en el 0%, durante todo el período de vida de la operación. 

En respuesta al comunicado del BCE, el interés de la deuda soberana europea desciende con fuerza, en espera de las nuevas compras de deuda, al tiempo que sube la cotización de los bancos, animados por la exención parcial de la penalización a su exceso de liquidez. 

Fuente: El País